Entrevista > Miguel Ángel Fernández y Manuel Troncoso / Mascarat Producciones
Miguel Ángel Fernández es benidormense de nacimiento y Manuel Troncoso, nacido en Vigo, lo es de adopción. Hace ahora 15 años estos dos enamorados de las artes escénicas decidieron dar un valiente paso al frente y poner en marcha Mascarat Producciones, para colocar a la Marina Baixa en el lugar que ellos –y pocos más– consideraban que le correspondía dentro del circuito de teatro profesional. Desde entonces, han traído a la comarca algunos de los mejores montajes del panorama nacional y han mantenido su decidida apuesta por el teatro amateur.
Bregados en mil batallas y con nuevos proyectos asomando ya a la vuelta de la esquina, Fernández y Troncoso son dos de las personas que mejor conocen el actual panorama cultural de la Marina Baixa y, sobre todo, como decía el clásico, de dónde venimos y a dónde deberíamos ir.
¿Cómo se les ocurre, precisamente en la Marina Baixa, arrancar la aventura de Mascarat Producciones?
El germen se gestó en l’Alfàs del Pi. Habíamos hecho algunas producciones que estaban cogiendo cierto nivel y en 2004 apostamos por lo que estábamos haciendo. En esa etapa amateur, hicimos obras como ´Esta noche, gran velada` que fueron seleccionadas en circuitos como el madrileño, pero seguíamos siendo amateur. No podíamos ir por ahí como una compañía B, así que nos arriesgamos y montamos una obra de teatro profesional que recorrió toda España.
«En 2004 fuimos pioneros al montar una obra específica para el día contra la violencia de género»
Además, en ese 2004 ya innovamos siendo de los primeros en montar una obra específica del tema para el día contra la violencia de género, que entonces eran los malos tratos. Era un monólogo muy interesante con el que recorrimos también buena parte de España.
Viniendo de una zona tan relacionada con la industria turística de sol y playa, ¿les costó que en esos inicios les tomaran tan en serio como a compañías de otros lugares?
Creo que lo que a nosotros nos abrió la puerta fue la calidad de lo que presentábamos. Habíamos estado ya en el circuito de teatros de Madrid, que es algo muy difícil, con Esta noche, gran velada. Ahí te tienen que elegir. Se presentan 300 o 400 obras, así que hay que tener calidad.
Así, cuando fuimos a presentar La Pereza a Sevilla, los de Madrid se acordaban de aquello y nos reconocieron. Una vez que abres ese camino, cuando presentas algo ya confían en ti. Luego, puedes tener aciertos o no, pero siempre hemos presentado calidad.
Cuando decías que venías de la zona de Benidorm, esperaban verte llegar casi con las chanclas y el bañador. En cambio, hoy en día se acepta y te ven como alguien capaz de hacer cosas serias e importantes. Es desde ese momento cuando se genera la confianza.
Ambos son también actores y saben lo complicado que es romper la llamada cuarta pared del teatro. ¿Es más difícil conseguir esa complicidad del público o ser tomados en serio a nivel empresarial?
Creo que la parte empresarial es más complicada porque tienes que ganarte la confianza de manera constante. Ten en cuenta que, cuando se estrena una obra, la cosa está hecha y ya tienes los resortes para llegar al público y conquistar. A nivel empresarial teníamos el hándicap de la zona y que somos los primeros imbéciles que montan una compañía de teatro en un sitio que no tiene teatro, como es Benidorm.
«Fuimos los primeros imbéciles que montan una productora de teatro en una ciudad sin teatro como Benidorm»
Viniendo de la Feria de Valladolid se nos ocurrió llevar una obra de teatro profesional a Benidorm buscando la ganancia con la venta de entradas y fue cuando creamos Teatro en el Colci. Aquello nos abrió muchas puertas porque nos permitió trabajar con trece compañías de primer nivel. Eso generó confianza y nos abrió la puerta a los musicales y a la Mostra de Teatre de l’Alfàs del Pi.
¿Cómo convencen a esas compañías para embarcarse en Teatro en el Colci?
La gente no se creía que íbamos a meter a tanta gente un jueves de enero. Además, para que fuera rentable teníamos que hacer dos funciones en una tarde y Josema Yuste no quería. Al final, llegamos a un acuerdo y metimos unas 1.200 personas en el Colci en dos funciones. A raíz de ahí habíamos cumplido con Enrique Fayos, uno de los ´capos` del teatro en España.
«Teatro en el Colci nos abrió las puertas a los musicales y a la Mostra de Teatre de l’Alfàs del Pi»
Aquello nos permitió, cuando llamábamos a una compañía y nos pedían referencias, poder decirle que llamasen a Enrique Fayos. Él ha sido casi como un padrino para nosotros. Ahora, como nos ocurría con la Mostra, ya podemos ir a Madrid y decirle a cualquier productora quienes somos y que queremos ver una obra para tratar de moverla sin que nadie nos pregunte quiénes somos. Directamente podemos ponernos a ver fecha.
Si me permiten el símil deportivo, siempre se ha dicho que sin base no puede haber grandes figuras internacionales. Ustedes siguen apostando fuerte por el teatro amateur y por la formación. ¿Creen que sin ello nunca habrá grandes actores?
No lo veo tan comparable. En el teatro amateur hay mucha gente que lo hace como una opción de ocio. Una actividad para evadirse tras el trabajo. Luego están los profesionales, que son los que viven de esto. Eso no significa que unos sean mejores que otros en muchas ocasiones. Hay mucha gente del mundo amateur que, por valía, podría ser profesional.
Le reformulo la pregunta. Ustedes imparten talleres a gente de todas las edades. ¿Sus alumnos se ven arrastrados al teatro gracias a eso? ¿Es más fácil que se desplacen a otros lugares para ver teatro?
Es más fácil que despierte el interés en amigos o familiares. En cuanto a desplazarse a otro sitio para ir a ver una obra, eso es más difícil. Si tienes 15, eso lo hacen siete. Los demás se acomodan a lo que tengan más a mano. Molestarse en ir al Principal de Alicante o al Palau Altea para ver una obra de teatro… no todos.
«Mucha gente quiere hacer teatro, pero no se mueve para ver teatro»
Me llama la atención que mucha gente quiere hacer teatro y no se mueven para ver teatro. Si tú quieres ser futbolista estás todo el día con el balón. ¡Hasta con una bola de papel! Pero la gente no está todo el día viendo series o cine para ver cómo pueden mejorar como actores.
Y está la gente joven, que ven una serie de televisión y en tres clases quieren saberlo todo. Aquí ha venido gente que dice que esto le gusta, pero cuando ve el proceso que lleva llegar, se largan y luego los ves en Mujeres y hombres y viceversa.
«Hay gente que por mucho que quiera, nunca va a poder. Siempre hay algo que se lleva: la vocación o la condición»
El actor, ¿nace o se hace?
Creo que es totalmente vocacional. Hay gente que por mucho que quiera, nunca va a poder. Siempre hay algo que se lleva: la vocación o la condición. Tengo un chaval de 14 años y está todo el día haciendo cositas porque el niño es actor. No ha dado más que un par de clases, pero él lo vive y tú, le ves, y te das cuenta que es actor.
En su opinión, ¿cuál es el estado de salud de la cultura en la comarca?
Hay una base que está ahí y siempre lo estará. Lo que ocurre es que van pasando los años y se mantiene. A l’Alfàs ha venido Ricardo Molina y se ha puesto a hacer clásicos con gente joven. Eso ya es una innovación. Hay destellos y luego están los de siempre.
Siempre habrá gente que tenga iniciativas culturales, pero, si te fijas, siempre cuentas más o menos con los mismos espectadores. Con la clientela de siempre. Creo que es menor el interés de la gente que la falta de iniciativas.
La famosa crisis se llevó por delante todo, incluida buena parte de la cultura de la zona. Pero si miramos la parte positiva, aquel boom dejó como legado varias infraestructuras que todavía perduran. ¿Tenemos buenas infraestructuras culturales?
Sí, hay una buena base sobre la que construir. La producción artística en general necesita de espacios. Nosotros hemos hecho intentonas de alquilar un local para tener un sitio en el que ensayar y montar cosas, pero la zona no se adecúa a eso. Los precios son astronómicos y, al final, tenemos que ir a morir a estos espacios que, como el 99% de las instalaciones de este país, están en manos de las administraciones.
Lo que pasa es que muchos de ellos están dimensionados para aquella época que estábamos viviendo, pero no para la actual. Una de las primeras cosas que estamos a punto de cerrar para 2020 es l’Alfàs del Pi, porque pensamos que es un espectáculo que se adecúa a su espacio. A un teatro de 400-450 personas.
Con el clima que tenemos y el tipo de poblaciones que conforman la Marina Baixa, ¿estamos desaprovechando las posibilidades que ofrecen los espectáculos callejeros?
¡Se lo acabo de decir hace menos de una semana a un concejal! ¿Tú ves normal que en una zona como esta, con la temperatura media anual que tenemos, no tengamos un festival de teatro callejero? ¡Es que lo tiene Valladolid! ¡Lo tiene Santiago de Compostela, con la humedad que hay allí! ¿Y que no lo tengamos nosotros? No te digo que se haga en agosto, que nos achicharramos todos, pero en octubre o en mayo.
«No es normal que en esta zona no haya un festival de teatro callejero»
Nosotros ya lo intentamos en 2007 o 2008. La concejala de cultura de Benidorm en aquel momento, Ángela Barceló, tuvo sobre su mesa un proyecto que se llamaba Taca-tac, que era la onomatopeya de ir caminando. Pero nosotros somos una empresa. Los programadores y responsables culturales de las administraciones también deben hacer su parte.