Alicante esconde muchas historias tristes, producto sobre todo de las numerosas guerras o epidemias (pasadas y recientes) que ha sufrido la ciudad. Afortunadamente nuestras calles también han sido testigo de numerosos sucesos alegres que nos hacen recordar la bondad natural que existe en el ser humano. En esta ocasión os contamos una historia sucedida en el barrio de Benalúa protagonizada por unos niños y una perrita. Se trata de un relato tan tierno que incluso se conoció en toda España y fue convertido en película.
Corría el año 1958 cuando un grupo de trece amigos (chavales de entre siete y catorce años de edad) que estaban jugando por las calles benaluenses se encontraron a una perra vagabunda posiblemente de raza podenco. Parecía bastante sucia, con aspecto de estar hambrienta y enferma. Al verla aquellos muchachos se apiadaron de ella y decidieron adoptarla.
Los trece niños abrieron una cuenta bancaria a nombre de la propia perra
Lucero
Lo primero que hicieron fue llevarla a la plaza Rodrigo Navarro para que pudiera beber de la fuente pública. Aprovechando que estaban allí, usaron el agua para bautizarla con el nombre de ‘Lucero’ creyendo que era un macho. Más tarde se dieron cuenta de que en realidad era una hembra y probaron a llamarla ‘Lucera’, pero ya era demasiado tarde y el animal solo respondía al primer nombre.
Los niños reunieron el poco dinero que tenían para comprarle algo de comida. Encontraron a un veterinario que accedió a vacunarla y desinfectarla sin cobrarles tarifa alguna. Con la ayuda del padre de dos de aquellos chiquillos, que trabajaba en la Caja de Ahorros del Sureste, abrieron una cartilla para sufragar los gastos a nombre de ‘Perra Lucero’. Quizás fue el primer animal del mundo en tener una cuenta bancaria con su propia identidad.
Por cierto, este adulto que les ayudó con las gestiones bancarias se llamaba Rafael Llopis y años atrás había sido el primer árbitro alicantino que llegó a pitar en Primera División.
Las donaciones para evitar que la perra Lucero fuera sacrificada llegaron desde muchos puntos de España
Gran colecta nacional
Cuando la salud de Lucero ya había mejorado gracias a sus trece pequeños ángeles de la guardia, un día fue capturada sin previo aviso por los laceros municipales y llevada a la perrera de Alicante. Los niños corrieron al Ayuntamiento para reclamar su libertad, pero los funcionarios les dijeron que si no pagaban una multa de 500 pesetas la perra sería sacrificada.
Ante esta terrible situación los trece niños se movilizaron para conseguir el dinero. Primero empezaron vendiendo sus propios tebeos, pero obviamente con esto no les alcanzó. Muchos vecinos se solidarizaron con ellos y quisieron colaborar de sus propios bolsillos para la causa. Cabe recordar que Benalúa era sobre todo un barrio obrero de gente humilde, por lo que estas donaciones suponían todo un esfuerzo para sus economías familiares.
Esta improvisada campaña benéfica que movilizó a todo el barrio fue recogida por la prensa local, e incluso hasta la prensa nacional se hizo eco. Cuando se publicó en los periódicos que unos niños estaban recaudando dinero para salvar a una perrita, comenzaron a recibir donaciones de todas partes. Incluso procedentes de otras ciudades de España.
Con semejante maratón solidaria nacional los niños no tuvieron problema en reunir a tiempo las 500 pesetas, y lograron sacar a Lucero de la perrera. Tras ser puesta en libertad fue recibida en Benalúa con todos los honores. Organizaron una paella vecinal en su homenaje y hasta se le concedió el título oficioso de ‘Perro predilecto del barrio’.
La película ‘La banda de los ocho’ basada en esta historia se rodó íntegramente en Alicante
La banda de los ocho
La fama de estos trece pequeños héroes llegó también a los oídos del director de cine Tulio Demicheli, quien rodó una película en 1962 inspirada en esta historia. Se llamó ‘La banda de los ocho’ y el papel del niño protagonista recayó en la estrella infantil mexicana Cesáreo Quezadas, más conocido como ‘Pulgarcito’.
Esta cinta fue rodada completamente en Alicante, si bien se introdujeron algunos importantes cambios en el argumento. Los sucesos no ocurren en Benalúa sino por el Casco Antiguo, el Raval Roig y Puerto (quizás el director pensó que era una zona más cinematográfica para grabar). Además en esta historia los niños alicantinos no consiguen reunir el dinero suficiente, por lo que optan por colarse en la perrera para rescatar a Lucero.
Cuando se anunció este proyecto cinematográfico los auténticos muchachos originales se ilusionaron con la idea de salir en la película, algo que no sucedió pues el director solo quiso incluir a actores profesionales en el reparto.
Aún a pesar de todos estos cambios argumentales, quien escribe estas líneas no quiere dejar de recomendar a los lectores de nuestro periódico que vean ‘La banda de los ocho’ (está disponible en Youtube), porque bien merece la pena. Además de ofrecer una magnífica fotografía del Alicante de la época, el final de la película es tan tierno que nada desmerece para a la historia real que la inspiró.