Entrevista > Toni Mayor / Presidente de HOSBEC
Cerrada ya de forma definitiva la más baja de cuantas temporadas altas se recuerdan en el turismo de la Marina Baixa, llega el momento de afrontar lo que tiene toda la pinta de ser un invierno nuclear en la mayor –casi única– industria de la comarca. Toni Mayor, presidente de HOSBEC, repasa para AQUÍ Medios de Comunicación la situación del sector y las perspectivas de futuro del mayor generador de riqueza de la Costa Blanca.
Para hacernos una idea de hasta qué punto ha afectado esta crisis sanitaria al turismo de la zona, quizás sea importante volver a coger algo de perspectiva e irnos a los meses previos al confinamiento de marzo. ¿Cómo eran las previsiones para 2020 entonces?
Pintaba muy bien. De hecho, a mediados de marzo, cuando tomamos la decisión de cerrar los hoteles, los teníamos casi llenos. El motivo de ello fue que el IMSERSO había fallado un poco en noviembre y diciembre a causa de la llegada del nuevo operador, al que le costó ponerse al ritmo al que estábamos acostumbrados. Se vendió menos y cuando tocamos mediados y finales de febrero ya teníamos funcionando al 100% todos los cupos el IMSERSO.
¿El ritmo de los mercados internacionales también era alto?
Estaban funcionando muy bien. Como te digo, teníamos la planta hotelera muy bien ocupada. La perspectiva de cara al verano era muy buena. Lo llevábamos diciendo desde la celebración de la World Travel Market en noviembre.
En comparación con otros años, ¿cómo calificaría lo que iba a ser 2020?
Teníamos por delante una campaña muy parecida a la de 2019. Yo no me atrevo a decir si iba a ser mejor o peor porque la última hora siempre es muy importante y, como ha quedado demostrado, muy dependiente de las circunstancias que puedan acontecer entre marzo y septiembre. En resumen, creo que los resultados de 2019 los podríamos haber repetido en 2020.
Llega el mes de marzo y, sin que nadie en este país lo hubiese hecho ni existiese todavía obligación para ello, los hoteleros y la Administración local de Benidorm se ponen de acuerdo para cerrar su planta hotelera y repatriar a todos los turistas. Descríbame cómo fueron esos días.
Tenemos acceso a un estudio realizado por la Universidad de Harvard en el que ya se decía que la que se nos venía encima era tremenda. Incidía ya mucho en la importancia de limitar el contacto físico, mantener las distancias y hacía una llamada de atención sobre la situación, especialmente en Estados Unidos, de falta de respiradores.
A partir de ese informe, fuimos viendo la evolución y decidimos colaborar adelantándonos a la toma de decisiones. Cuando se lo comentamos a los touroperadores británicos, ellos nos pedían que no les diéramos tres días, sino que iban a necesitar una semana.
¿No veían lo que se avecinaba?
Tenían un problema logístico. El Caribe, Grecia… comenzaron a valorar esas medidas y ellos tenían que ser capaces de transportar con sus aviones todos esos turistas. De no habernos adelantado, nos habría costado muchísimo más.
«Al decidir el cierre de la planta hotelera de Benidorm hubo momentos de tensión con los touroperadores»
¿Entendieron los touroperadores y los clientes finales esa decisión?
Hubo momentos de tensión porque parecía que estaban apestados, pero nosotros lo que buscábamos era la seguridad de sus clientes y la facilidad de volver a sus países de origen. Si te retrasas cuatro o cinco días y todo el mundo exige que se los lleven, no hay aviones suficientes para hacerlo.
«Reino Unido tardó bastante en comprender la gravedad de la situación, pero se han dado cuenta de que sabíamos lo que hacíamos»
Sin embargo, con el paso del tiempo, les habrá dejado a ustedes en una buena situación reputacional.
¡Eso es! En aquel momento no lo entendían bien. De hecho, como ahora todos sabemos, Reino Unido tardó bastante en comprender la gravedad de la situación, pero con el paso del tiempo se han dado cuenta de que sabíamos lo que hacíamos y que nos preocupábamos por el bienestar de los clientes y los trabajadores de los hoteles.
Nosotros no podíamos permitirnos tener un rebrote grande dentro de un hotel y que se confinara el establecimiento. Habría sido una imagen terrible para la ciudad que nos hubiese acompañado mucho tiempo.
Llega entonces el confinamiento, del que no hay mucho que hablar porque estuvimos todos en casa sin mucho que hacer, así que nos vamos al momento de la reapertura. Fue un momento de cierto optimismo porque, antes de que Reino Unido aprobara nuevas restricciones, parecía que el verano no iba a ser el absoluto desastre que se había vaticinado.
Aquí hay varias fechas. Está claro que hubo un momento en que los británicos, como no creían en el virus, tenían muchas ganas de volar y viajar, pero España tenía cerradas sus fronteras y no se recuperó la movilidad hasta el 22 de junio y, en algunos casos, el 1 de julio.
Luego, llegó el 4 de julio, momento en el que Reino Unido también levanta sus restricciones y los touroperadores comienzan a vender de forma masiva, pero el día clave fue el 1 de agosto. Ese día volvían los grandes touroperadores y muchos hoteles abrieron unos días antes para rodarse. Esto se fue complicando, la desescalada se nos fue de las manos y se nos deshizo el verano.
Doy otro gran salto en el tiempo y me voy hasta mediados del pasado mes de octubre, cuando un mercado importante para la comarca como es el belga decide permitir a sus nacionales viajar sin restricciones a la Comunitat Valenciana, siendo entonces el único destino en España para ellos. ¿Se reflejó rápido en las reservas?
En sólo unos días pasamos de rojo a ámbar y a verde. Esto lo he hablado mucho con los representantes del Govern: la mejor gestión que podían hacer es mantener el virus a raya. Si lo conseguimos, los hospitales están vacíos, se establece un clima de tranquilidad, los turistas vuelven y la economía se recupera. Es la clave para ganar las tres batallas: la económica, la social y la sanitaria.
¿Vamos por el buen camino?
Es que es lo que ha pasado con Bélgica. Fue uno de los primeros países en ponernos en cuarentena y ese espejo nos puede servir para prever lo que podría suceder con otras zonas de Europa.
¿Y no le preocupa que ahora las cosas vayan al revés, es decir, que abramos a emisores que tengan la situación mucho más descontrolada que nosotros?
La situación está muy complicada en toda Europa y el Reino Unido. No tenemos el patio muy limpio como para salir a él. Es una lástima porque, como he dicho, lo de Bélgica podría ser un espejo para el resto de países.
«El virus es común a toda la Unión Europea y, por lo tanto, las medidas deben serlo también»
¿Faltan políticas comunes en Europa?
El virus es común y, por lo tanto, las medidas deben serlo también. Se tienen que coordinar y consensuar no sólo a nivel político, sino también con las autoridades sanitarias. Los políticos tienen que estudiar la manera de ir eliminando las restricciones fronterizas y recuperar la actividad aérea. Sin ella, estamos muertos. Si no se recupera de aquí a Semana Santa, la mitad de la industria turística europea quebrará.
Esto entronca con esos ‘corredores seguros’ que se trabajan con ciertos destinos. El problema es que, sin contar con el factor de insularidad, ¿cómo podríamos evitar que el turista que entra por Alicante no alquila un coche y se marcha a otras regiones de España?
Esos corredores deben ir asociados a una información muy detallada en la que quede claro que a nadie se le puede ocurrir coger un tren y marcharse, por ejemplo, a Madrid. El turista debe saber qué representa el código de colores y, sobre todo, dónde están los límites de cada zona. Eso es algo que se puede hacer.
«El espectáculo de Madrid no beneficia a nadie. Hay que ser realistas. El guirigay político que hay allí afecta a la imagen de España»
Usted ha defendido la gestión que se está haciendo de la crisis en la Comunitat Valenciana, pero ¿hasta qué punto cree que puede afectar a nuestro turismo la imagen que se está dando desde otras zonas, especialmente Madrid, con ese espectáculo político tan poco edificante al que llevamos meses asistiendo?
El espectáculo de Madrid no nos beneficia a nadie. Hay que ser realistas. El guirigay político que hay allí afecta a la imagen de España. Es como si se hubiesen vuelto locos. Es una barbaridad. Lo más importante en este momento es tener las ideas sanitarias claras y centrarse en ellas. Hay que dejar de lado la política.
La política debe servir para hacer los ERTE, para ayudar a los más desfavorecidos, para recuperar presupuesto para Sanidad… pero no es de recibo que sigan poniendo en duda los criterios sanitarios que deberían estar claros a estas alturas.
¿Cómo valora las políticas nacionales y autonómicas de incentivación del turismo que se han desarrollado en estos meses?
No ha habido ninguna ayuda directa al consumidor, que es lo que hace falta para estimular la demanda. Lo han hecho Francia, Italia, Reino Unido…
La Generalitat sí ha lanzado el ‘Bono Viatge’
Sí, es verdad. Es una medida con menos ambición que las que han lanzado esos países, pero hay que ser realistas y un gobierno autonómico tiene el dinero que tiene y, además, aquí estamos infrafinanciados desde la época de los romanos.
También debo preguntarle, en ese sentido, por el IMSERSO…
¡Otro marrón!
«Hay que refundar el modelo del IMSERSO. Tenemos que hacer un programa sostenible para todas las partes que intervienen»
Y no pequeño. No le preguntaré por su opinión acerca de la cancelación del programa, porque es ya de sobra conocida, pero sí sobre el debate que ahora se ha generado sobre el cambio de modelo del programa. ¿Es el momento de refundarlo?
¡Seguro! Tenemos que hacer un programa sostenible para todas las partes que intervienen. Nosotros estamos haciendo unos estudios de la mano de diversas universidades para poder establecer, de forma independiente, el coste que tiene el servicio de un hotel por persona y día. Eso es lo que vamos a transmitir al IMSERSO. Nosotros llevamos perdiendo dinero desde hace años, pero servía para tener el hotel abierto y tirar de alguna manera.
¿Qué le parece la idea puesta en marcha bajo la denominación ‘Benidorm Resort’, a la que ya se han unido establecimientos de otros municipios de la Marina Baixa? Me consta que durante el verano se les propuso a ustedes entrar en ese proyecto y que lo rechazaron, ¿cuál fue el motivo?
A mi, personalmente, no me ha llegado. Estamos en un tiempo donde cualquier cosa que parece imposible, será posible. La gente busca la forma de sobrevivir. Este es un movimiento desesperado que yo entiendo. ¿Ese es el futuro de la ciudad? Yo creo que no. Considero que el futuro debe pasar por recuperar la normalidad anterior.
Hablando de la ‘vieja normalidad’, este verano hemos visto que el turista que ha venido respondía más a un perfil que hace tiempo que no se dejaba ver por la zona.
Ha venido el turista nacional que solía marcharse al extranjero en verano. El que se iba a Alaska, a los cruceros, a Nueva York, a Kenia… Es un turismo de mayor nivel adquisitivo y se ha hospedado en los mejores hoteles, que son los que mejor han trabajado. Cuanto más caros, mejor han funcionado.
Ese turista, que tiene dinero, ha salido a cenar todas las noches y, gracias a ello y afortunadamente, la restauración ha hecho un grandísimo verano. Lo bueno de esto es que tenemos una gran oportunidad de recuperar un turismo mejor y volver a ser lo que fuimos.
¿Qué parte de autocrítica le toca hacer a los hoteleros en el análisis de motivos que nos llevó a perder a ese turista que ahora trabajarán para recuperar?
La oferta turística es tan enorme y variada en el mundo, que la gente se va a Chile, a Australia, de crucero, a Turquía, al Caribe… busca variedad. Quizás, este turismo que ha vuelto ahora, se ha dado cuenta de que está en un paraíso a sólo tres horas de casa. Nos han redescubierto y ahora tenemos que conseguir crear la fidelidad.
Aunque suponga, de alguna manera, traicionar al turista de clase media apostando por, como usted ha dicho, un perfil de mayor poder adquisitivo.
Soy de la creencia que el turista de clase media, este verano, no ha venido porque está ahorrando pensando en el futuro que se nos viene encima. Es lógico que así sea. La gente más pudiente no ha tenido ese miedo y es el que ha redescubierto toda la costa de Alicante.
«Vamos a tardar en recuperarnos. Va a costar un año, dos o, quizás, tres para llegar de nuevo a las cifras de 2019»
Llega el momento de hacer la pregunta del millón: ¿cómo espera que se comporte el turismo de cara los meses que nos deben llevar al verano de 2021?
Debemos partir de que hay poca cama abierta este invierno. Pensar en el futuro es complicadísimo. Si en unas semanas los británicos levantaran la cuarentena, el panorama variaría como la noche y el día. Si seguimos en color verde de manera permanente y se consolida la imagen de producto seguro, también seremos capaces de atraer al mercado nacional.
Esto va a tardar en recuperarse. No va a ser algo que suceda de un día para otro. Va a costar un año, dos o, quizás, tres para llegar de nuevo a las cifras de 2019.