Hablamos de geoingeniería solar, una controvertida idea que se basa en esparcir partículas reflectantes de larga duración en la atmósfera superior para bloquear la luz del Sol y disminuir el calentamiento global. Suena a ciencia ficción pero el filántropo y fundador de Microsoft Bill Gates está decidido a ello. El objetivo es enviar más de 800 aviones gigantes todos los días que liberarían millones de toneladas de carbonato de calcio (un componente inocuo de la piedra caliza) a una altura de unos 20 kilómetros sobre la superficie de la Tierra y luego esparcirían todo ello alrededor de la estratosfera (la capa de la atmósfera situada entre la troposfera y la mesosfera).
En teoría, este polvo crearía un escudo gigante cuyas partículas reflejarían la luz del Sol y devolverían el calor al espacio, atenuando toda la energía que atraviesa la atmósfera y protegiendo la Tierra de una subida creciente de temperaturas.
Proyecto ScoPEX
El proyecto en cuestión ha sido bautizado como ScoPEX (Stratospheric Controlled Perturbation Experiment) y está desarrollado por científicos de la Universidad estadounidense de Harvard y llevará a cabo su primera toma de contacto este año en la ciudad de Kiruna (Suecia).
¿Entonces sigue adelante el proyecto? Así es. Después de muchas disputas técnicas y regulatorias, los científicos han propuesto un vuelo de prueba en junio de 2021, aunque no pulverizarán CaCO3 a la atmósfera, sino que se tratará del lanzamiento de un globo de investigación diseñado para realizar como pruebas de maniobra y exploración de comunicaciones y sistemas operativos: dejará caer pequeñas cantidades de polvo calcáreo y observará sus efectos. La prueba inicial tiene un coste de 3 millones de dólares.
“Planeamos utilizar un globo a gran altitud para elevar un paquete de instrumentos aproximadamente 20 km a la atmósfera. Una vez en su lugar, se liberará una cantidad muy pequeña de material (100 g 2 kg) para crear una masa de aire perturbado de aproximadamente un kilómetro de largo y cien metros de diámetro. Luego, usaremos el mismo globo para medir los cambios resultantes en la masa de aire perturbada, incluidos los cambios en la densidad del aerosol, la química atmosférica y la dispersión de la luz”, explican los científicos.
Se trata de una extraña e ingeniosa solución para intentar ralentizar la cantidad de radiación que llega a la superficie terrestre y enfriar el planeta, que podría reparar la capa de ozono, ya que reaccionaría con las moléculas que la destruyen y se cerrarían los agujeros existentes.
El principal obstáculo
El proyecto no está exento de polémica porque nadie sabe qué pasará exactamente si se libera todo ese carbonato de calcio pues la reacción en la atmósfera puede ser distinta a los experimentos hechos en laboratorio. Es más, muchos científicos se muestran críticos ante esta idea ante la posibilidad de tener que hacer frente a riesgos impredecibles por realizar este cambio de manera artificial en nuestro planeta. ¿Podría dañar la capa de ozono en vez de restaurarla?
Los ambientalistas también temen que un cambio “dramático” en la estrategia de mitigación se convierta en una “luz verde” para que se sigan emitiendo gases de efecto invernadero sin ninguna variación en los patrones de consumo actuales.
Sarah Romero