El Portus Ilicitanus de Santa Pola no fue un puerto menor de la colonia romana; al contrario. Este núcleo, que sirvió al imperio de la Antigua Roma como centro neurálgico de las transacciones económicas de los mercantes desde el siglo I al V d.C., fue el más importante de la zona.
Esta es una de las conclusiones de la investigación llevada a cabo por científicos de la Universidad de Alicante (UA), que han colaborado en el proyecto ‘Puesta en Valor del Yacimiento Portus Ilicitanus’ desarrollado por el Ayuntamiento de Santa Pola con fondos del Programa Operativo del Fondo Europeo de Desarrollo Regional de la Comunidad Valenciana (FEDER).
Punto de distribución
Uno de ellos, Jaime Molina Vidal, explica que en esa época existía una jerarquía de puertos, encontrándose Cartago Nova, la actual Cartagena, a la cabeza, pues allí las autoridades financieras se encargaban, entre otras cuestiones, de cobrar impuestos. En el segundo nivel de puertos estaba el Portus Ilicitanus, que servía de punto de distribución de mercancías a otros puertos próximos y a las playas.
“Fue tan importante que haría que puertos cercanos como el de Lucentum (Alicante), entraran en crisis porque el de Santa Pola se convirtió pronto en el gran puerto de la época imperial de la zona”, señala el catedrático de Historia Antigua de la UA.
El Portus Ilicitanus acabó engullendo al vecino alicantino porque actuaba como motor económico de Illice, Elche, que por entonces abarcaba a todo el valle del Vinalopó, explica el también experto en economía. Molina recuerda que Santa Pola pertenecía entonces a Illice, territorio que llegaba hasta la actual Villena y que la conocida Alcudia (donde se encontró la Dama de Elche, perteneciente a la época ibérica, anterior a la romana) era la urbe de Illice.
Un gran dique
“Dada la importancia del Portus Ilicitanus para el imperio romano, se le consideró zona estratégica, lo que supuso la construcción de un dique, una infraestructura de grandes dimensiones que el de Lucentum no tenía, dejando al alicantino como puerto de poco calado donde los grandes barcos no podían entrar”, explica.
De hecho, esta es una de las asignaturas que han quedado pendientes, encontrar el dique del Portus Ilicitanus, “el gran muelle del puerto”. Situado a la altura del mercadillo de Santa Pola, en la avenida de Albacete, se descubrió hace dos años gracias a una prospección con georradar junto con los almacenes portuarios. “Sería interesante encontrarlo, y no sería una actuación económica grande, para tener la referencia y dimensiones exactas de la ciudad”, insiste.
«Calculamos que el mar ha oscilado casi quinientos metros desde entonces» J. Molina
Nivel del mar
Precisamente a la altura del cementerio viejo, próximo al mercadillo, se encontraba el nivel del mar en la época romana. “Calculamos que el mar ha oscilado casi quinientos metros desde entonces”, afirma uno de los cuatro investigadores fijos aportados por la UA, junto con otros cuatro que han colaborado ocasionalmente. Los aportes de material traídos por las lluvias junto con las riadas durante siglos, sin olvidar la acción del hombre, seguramente por la influencia de las salinas, han hecho que se haya ido comiendo terreno al mar hasta el nivel actual.
«Calculamos que el mar ha oscilado casi quinientos metros desde entonces» J. Molina
Jaime Molina Vidal reconoce que aún queda mucho por descubrir. “Estaremos en un veinticinco por ciento de las investigaciones”. Lo que se ha hecho desde 2019 “es poner en valor lo que ya se había excavado”, encontrándose lo que parece ser un templo, cuyo tamaño se desconoce, y en la zona del parque El Palmeral estaría el centro cívico. También se han encontrado restos en el yacimiento de La Picola, donde la colonia romana tenía la factoría de salazones, y se sabe que la zona de enterramiento se encuentra próxima a la actual estación de autobuses.
El museo al aire libre se abrirá cuando la pandemia lo permita
Descubrimiento fortuito
El yacimiento arqueológico del Portus Ilicitanus se descubrió en el año 1982 de forma fortuita, al desarrollarse una promoción inmobiliaria de la que finalmente salió adelante una parte, recuerda el catedrático de la UA. Es cierto que se optó por excavar la zona que ahora se ha terminado de musealizar, “pero también es verdad que en otra zona próxima se construyó, destruyendo el patrimonio que había allí”, se lamenta.
A su juicio, “no había realmente necesidad” y si a dicho hallazgo se le hubiera aplicado la legislación vigente en materia de protección “se podría haber construido igualmente los edificios, pero con unos pilares que harían que fueran visitables los sótanos, dotándolos de valor turísticos y cultural para el pueblo”. “Porque -concluye- me gusta siempre recordar que la arqueología no detiene el avance de las ciudades”.
En la actualidad, este espacio reconvertido por el Museo del Mar en el Museo al aire libre Portus Ilicitanus cuenta con el uso de lonas interpretativas, paneles informativos, recorridos mediante pasarelas, además de tecnologías de interpretación del patrimonio como la realidad aumentada. Unas novedades que acercarán al público asistente a la época romana cuando otro acontecimiento histórico, como es la pandemia por la covid-19 permita su apertura.