Entrevista > Johanna Schreuder / Responsable de la Fundación Klein-Schreuder
Johanna Schreuder y su marido, Johannes P. Klein, llevan más de dos décadas al frente de uno de los grandes tesoros escondidos que atesora l’Alfàs del Pi.
El Jardín Escultórico Klein-Schreuder es un espacio embriagador en el que dar rienda suelta a los sentidos. Hace apenas dos meses que el ayuntamiento de la localidad les ha concedido el Premi L’Alfàs del Pi 2021 por su labor en el fomento de la cultura, y la pareja se muestra tremendamente orgullosa por ese reconocimiento.
Tras un año complicado a causa de la pandemia en el que, sin embargo, consiguieron aumentar significativamente el número de visitas nacionales, ahora esperan que la normalidad vuelva a asentarse en la sociedad y cada vez más personas puedan disfrutar de esta perla de la naturaleza y el arte.
¿Cómo arranca la historia de la Fundación Klein-Schreuder y de su jardín escultórico?
En 1998 compramos el terreno en el que hoy en día se ubica el jardín. Por aquel entonces, era un suelo casi vacío, con unos 700 naranjos. Lo primero que hicimos fue alquilar la maquinaria necesaria y arrancar todos los árboles secos. Prácticamente no quedó nada. Durante medio año, más o menos, nos dedicamos a trazar nuestro plan. Dibujamos muchos bocetos, estudiamos muchos libros, aprendimos sobre plantas…
Y una vez que arrancan ya con la creación de lo que hoy conocemos como el Jardín Escultórico Klein-Schreuder, ¿cuál fue la primera labor?
Lo primero que hicimos fue crear los senderos. Después, comenzamos a colocar todas las plantas. Fue una época muy bonita y de mucho trabajo. Comprábamos, por ejemplo, 25 rosales al día y los plantábamos en una zona determinada.
Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que nos hacía falta una escultura para decorar el jardín. Y ese proceso se prolongó durante varios años.
¿Abrieron al público desde el primer momento?
Eso llegó después de unos años. Vimos que era necesario abrir nuestras puertas al público para poder enseñar todo lo que habíamos conseguido crear.
¿Por qué se establecen como fundación?
Porque queremos que nos sobreviva a mi marido y a mí. No fue algo sencillo. Nos hizo falta contar con la ayuda de abogados, notarios, ir a Valencia… Después de medio año, conseguimos establecer la fundación.
Era una época difícil porque nuestras plantas seguían siendo muy pequeñas y, además, nos resultaba imposible comprar nuevas porque eran muy caras.
¿Cómo solucionaron ese escollo?
Creamos un vivero en el propio terreno. Debajo del suelo teníamos un aljibe y eso nos permitió crear ese vivero con el que podíamos surtirnos a nosotros mismos de las plantas que necesitábamos. La mayoría, las sacamos de esquejes de otras plantas que ya teníamos en el jardín.
En ocasiones, fue difícil y frustrante porque nosotros teníamos un plan, pero a veces nos encontrábamos con que era imposible que creciesen las plantas que nosotros queríamos. Ahora mismo, tenemos, por ejemplo, 56 moreras y todas ellas han salido de esquejes de aquella época. El primer año plantamos diez, el segundo quince… Al final, conseguimos desarrollar nuestra idea hasta que tomó la forma que tiene hoy en día.
Antes de comenzar a construir este jardín, como ha dicho, en el año 1998, ¿tenían ustedes experiencia en jardinería o en el mundo del arte?
(Ríe) En arte, no y en jardinería… tampoco.
Pues fueron ustedes muy valientes.
Yo amo las dos cosas. La jardinería y el arte. En Países Bajos teníamos un jardín, como todo el mundo tiene allí. En cualquier caso, no teníamos ninguna experiencia en lo que a grandes jardines se refiere. Además, aquí teníamos que construirlo todo desde cero, lo que lo hace todavía más difícil.
El resultado, salta a la vista, es espectacular. ¿Cómo lo consiguieron?
Comprando muchos libros, yendo a bibliotecas… y sí, se ha convertido en un jardín maravilloso en el que, además, tenemos unas 40 esculturas. Además, al entrar en contacto con artistas, vas aprendiendo y tomando ideas y acabas probando a hacer tus propias obras. Algunas de las que están en el jardín las he hecho yo misma.
Ha sido un trabajo maravilloso que me ha encantado, pero reconozco que absorbe toda tu energía.
«Nos ha encantado siempre el tema de las personas y los animales y, por lo tanto, es lo que hemos representado en el jardín»
¿Qué tipo de esculturas se van a encontrar los visitantes del Jardín Escultórico Klein-Schreuder?
A nosotros nos ha encantado siempre el tema de las personas y los animales y, por lo tanto, es lo que hemos representado en el jardín. Sólo hay una excepción, que es el molino. Por desgracia, en estos momentos no está en funcionamiento porque a causa de los fortísimos vientos que hemos sufrido en los últimos tiempos, ha sufrido una avería.
Imagino que mantener un jardín escultórico, por su condición de estar a merced de la climatología, le habrá dado más de un disgusto.
Más de una vez se han caído y se han roto algunas obras, lo que nos ha obligado a volver a repararlas. Es mucho trabajo.
¿Considera que en la comarca existe un gran interés por propuestas como la suya?
No tenemos muchas visitas que procedan de fuera de l’Alfàs del Pi. Los que nos visitan de fuera son, mayoritariamente, neerlandeses.
«Uno de los éxitos de este jardín es que lo diseñamos con la intención de que el recorrido te mostrara tanto las plantas como las esculturas»
¿Qué cree que atrae más a sus visitantes, el jardín, las esculturas o la combinación de ambas cosas?
Depende mucho de cada persona. Viene mucha gente con un gran interés en las plantas, pero también los hay que vienen casi en exclusiva por las obras de arte. Uno de los éxitos de este jardín es que lo diseñamos con la intención de que el recorrido te mostrara las dos cosas. Eso hace que, vengas a ver una cosa o la otra, acabes viéndolo todo.
Más allá de las esculturas, ¿no ha explorado nunca incluir otro tipo de arte como la pintura?
Por desgracia no podemos hacerlo. Lo intentamos en una ocasión, pero nos dimos cuenta de que cada día teníamos que transportar cada cuadro del interior al exterior y viceversa. En realidad, era demasiado trabajo para nosotros. ¡Teníamos unas 30 pinturas! Cada día teníamos que moverlas, tener cuidado de que no las tirara el viento…
«Nos gustaría que fuera el ayuntamiento el que se hiciera cargo de la fundación y del jardín cuando ya no estemos»
Hace apenas dos meses han recibido ustedes el Premi L’Alfàs del Pi 2021.
Ha sido muy bonito porque es la primera vez que hemos recibido un tipo de reconocimiento así. Fue importante porque, además, poco a poco empezamos a pensar ya en qué pasará con el jardín cuando nosotros no estemos. Mi marido ya tiene 86 años y, evidentemente, eso te hace pensar que estás ya en la parte final de tu vida.
Quizás este premio sirva para explorar un camino que nosotros hemos planteado y que nos gustaría ver cumplido, y que es que sea el ayuntamiento el que se haga cargo de la fundación y del jardín cuando ya no estemos.
¿No han encontrado interés por hacerse cargo de este lugar tan maravilloso por parte de otros miembros de su familia?
Mira, yo todavía tengo energía para hacerme cargo del trabajo diario, pero esa energía también se agota poco a poco. Nosotros no tenemos hijos y para hacer este trabajo tienes que ser un gran entusiasta. Por ello, consideramos que lo ideal sería que sea el ayuntamiento el que se quede con el jardín.
Volviendo a la cuestión del premio, ¿qué supuso para ustedes recibir ese reconocimiento por parte del municipio?
¡Fue importante y emocionante! De alguna manera, supuso una muestra de reconocimiento a tantos años de trabajo. Debo reconocer que para nosotros fue muy importante que, con motivo del acto de entrega del premio, nos visitó mucha gente que nunca antes había oído hablar de este jardín.
Eso nos ayuda mucho porque, pese a que tenemos mucho contacto con las comunidades de residentes de otras nacionalidades, sigue siendo muy complicado hacerte un hueco en el panorama cultural y darte a conocer.
Antes le he preguntado qué despierta mayor interés entre los visitantes. Si yo le dijese que tiene que elegir entre las plantas y las esculturas porque una de las dos tiene que desaparecer, ¿qué me diría?
(Ríe) Que no te atrevas ni a pensarlo. En serio, no podría elegir. Por un lado, le tengo mucho cariño a las plantas porque las he plantado y trabajado yo; pero las esculturas también forman parte de nuestra obra. Sería como elegir entre papá o mamá. No podría hacerlo.
«Una visita media tiene una duración de una hora, pero nosotros invitamos a la gente a que la alargue y disfrute de ese tiempo de relax»
¿Cuánto tiempo debe invertir un visitante para ver el jardín en su totalidad y de una forma provechosa?
Una visita media tiene una duración de una hora, pero nosotros invitamos a la gente a que se traiga un termo de café o té o, incluso, algo de comer, y alarguen la visita y disfruten de ese tiempo de relax.
Si alguien no dispone de una hora de tiempo y, aún así, quiere visitar el Jardín Escultórico Klein-Schreuder, ¿qué es lo que no se debe perder bajo ningún concepto?
Para mi, ‘Ausencia’ es la escultura más bonita de todo el jardín. Sería la pieza a la que yo te llevaría de forma inmediata. Dicho esto, y como ya te comentaba antes, considero que el propio jardín también es espectacular. Además, al ser un elemento vivo, en cada momento del año te muestra una cara distinta.
«En 2020, con la pandemia, sucedió algo extraño porque recibimos más visitas nacionales que nunca»
El año 2020 fue excepcional para todos. ¿Cómo les ha afectado a ustedes?
Fue extraño porque hemos recibido más visitas nacionales que nunca antes.
¿Cómo fue la experiencia? ¿Los intereses de los visitantes españoles son distintos a los internacionales?
Lo que más me sorprendió es que el nivel de comprensión e interés de los españoles era muy alto. Eran personas que visitaban con frecuencia museos o jardines botánicos. En definitiva, visitantes con un gran interés por esta propuesta, y es algo que me encantaría que perdurase en el tiempo.
Usted y yo llevamos hablando algo más de media hora y aquí todo transmite calma. Me parece que este jardín puede ser un lugar espectacular para que artistas vengan a crear y dejar que las musas hagan su trabajo. ¿Han tenido experiencias en este sentido?
Es algo que ha ocurrido en algunas ocasiones. Sobre todo, nos han visitado pintores. El problema es que el trabajo del escultor genera mucho ruido. Ten en cuenta que, por ejemplo, para trabajar con piedra hace falta maquinaria, golpes, residuos…
«La mera existencia de un galardón como el Premi L’Alfàs es algo extraordinario para un municipio tan pequeño»
L’Alfàs del Pi es reconocida en la Marina Baixa como una población referente en lo que a la cultura se refiere. En ese sentido, ¿cree que la existencia del Jardín Escultórico Klein-Schreuder podría ser posible en otro municipio?
Esa condición de municipio volcado en la cultura fue muy importante para que nosotros comenzáramos con este proyecto en 1998. Mira, la mera existencia de un galardón como el Premi L’Alfàs, que reconoce anualmente el legado histórico y cultural del premiado, es algo extraordinario para un municipio tan pequeño.
Jardín Escultórico Klein-Schreuder
Dirección: Camino del Pinar, 23 – L’Alfàs del Pi.
Horario: sábados y domingos de 10 a 14 horas. Fuera de ese horario, se pueden concertar visitas con cita previa.
Precio: 5 euros.
Web: www.klein-schreuder.com