Entrevista > Antonio Córdoba / Suboficial del Consorcio Provincial de Bomberos de Alicante
Aunque los bomberos de la diputación de Alicante se resisten todavía a hacer balances “hasta que no acabe la temporada”, lo cierto es que este verano no se ha producido por el momento ningún incendio forestal de gran envergadura en la provincia. Todo, aun habiendo sufrido en agosto una de las peores olas de calor en los últimos años.
Hablamos con el bombero Antonio Córdoba, quien ejerce el cargo de suboficial coordinador de incendios forestales en el consorcio. Si bien insiste en que la campaña de alto riesgo no acaba hasta el 15 de octubre, nuestra impresión es que esta temporada están consiguiendo vencer la batalla contra las llamas.
Alicante no ha sido portada nacional durante este agosto por incendios forestales, pero aun así habéis tenido que actuar por Pinoso, Muro de Alcoy, Relleu…
En realidad, intervenciones por pequeños incendios nos ocurren todos los días durante el verano. Es cierto que en estas zonas ha habido varios repetidos. Seguimos trabajando y, por suerte, nuestro despacho automático está funcionando muy bien.
Cuéntame eso. ¿Cómo se detecta un incendio una vez que se produce?
Existen torres de vigilancia colocadas en diferentes picos de montañas para detectar cuanto antes las columnas de humo, y también hay llamadas de ciudadanos. La primera gestión se suele producir a través del 112, desde donde se avisa a la central de coordinación de la provincia que corresponda.
En el caso de que nos toque a nosotros, se activa al instante nuestro despacho automático, que está compuesto por un medio aéreo, dos unidades de bomberos de consorcio, dos de bomberos forestales y un sargento al mando.
«Las líneas eléctricas limpias de vegetación han restado importancia a los cortafuegos»
¿Y entonces, qué sucede?
La primera unidad que llega al lugar es la encargada de valorar la extensión e importancia del incendio, así como el tipo de masa forestal implicada. Así se decide si hace falta pedir más medios, o si incluso podemos retirar algunos de los que vienen de camino porque no vayan a ser necesarios.
Gracias a esta respuesta tan potente se suele conseguir casi siempre atajar el incendio en los momentos iniciales, y que no vaya a más.
Pero no siempre pasa así…
A veces, por desgracia, no ocurre así. Una vez que el fuego coge un determinado tamaño, ya empieza a generar sus propias condiciones atmosféricas y complica mucho más su extinción.
Por eso, desde hace dos veranos ampliamos nuestro equipamiento de primera respuesta con un helicóptero Alpha 0, donde viaja un suboficial que comparte información muy valiosa, pues desde el aire se suele tener la mejor perspectiva.
¿En verano acercáis vuestras bases más a los bosques?
En la provincia de Alicante no es necesario, porque, como tenemos ciudades importantes repartidas por todo el territorio, por suerte nuestras sedes fijas cubren muy bien el terreno. Además, contamos con el apoyo de las bases de los bomberos forestales.
¿Durante la ola de calor se refuerzan los efectivos?
Sí. En el periodo estival siempre tenemos 32 bomberos más de los habituales, que están localizados y dispuestos a actuar en cualquier momento: cuatro por cada una de las ocho zonas operativas. Y durante esta última ola de calor ampliamos todavía más, con otros dos adicionales en cada área.
«El verano pasado incorporamos un helicóptero que nos proporciona mucha información antes de actuar»
¿Crees que durante los próximos años harán falta cada vez más medios, debido al aumento de temperaturas por el cambio climático?
Sí, está claro que el cambio climático está influyendo en nuestra forma de trabajar. Todos vemos que ahora los veranos son más calurosos, e incluso cada vez debemos actuar en mayor medida también por inundaciones.
Pero, en realidad, no solo es el medio ambiente; los cambios en el modo de vida nos afectan por igual. Por ejemplo, la agricultura de montaña ya prácticamente no existe en nuestra provincia. La mayoría se han jubilado y no ha habido relevo generacional.
Y eso ha sido un problema.
Esto ha supuesto el abandono de muchos antiguos cultivos, que antes suponían puntos seguros para nosotros a la hora de apagar incendios forestales, y ahora se han convertido en parte del propio bosque sobre el que tenemos que actuar.
Da la sensación de que algunos cortafuegos están un tanto abandonados, ¿no?
Este es un tema que lleva la conselleria de Medio Ambiente. La verdad es que desde hace algún tiempo no se ha seguido trabajando tanto; sobre todo a raíz de la legislación que obliga a las compañías eléctricas a limpiar las zonas, incluso talando los árboles cercanos.
Básicamente estos cortafuegos han sido sustituidos por los espacios donde discurren las líneas de la electricidad. Ya no tiene tanto sentido mantenerlos como antes.
¿Qué os viene mejor, veranos cortos aunque con días de mucho calor, o largos pero con temperaturas moderadas?
Si el calor se mantiene mucho, seca los combustibles del bosque y el peligro aumenta. Pero si no son temperaturas extremas y caen por la noche, al entrar viento de levante los humedece y así dificulta la acción del fuego. Estas olas de calor tan concentradas, como la de agosto, resecan muchísimo los materiales y los ponen en disposición de arder.
«La desaparición de la agricultura en las montañas nos ha dificultado nuestro trabajo»
No sabe uno a qué atenerse.
En resumen, al final el resultado viene a ser el mismo. Los combustibles son materias microscópicas que pueden perder su humedad tanto por periodos largos de calor moderado, como por temperaturas extremas en unas jornadas.
Por supuesto, durante una ola de calor el peligro es mayor. Y más en este verano, pues tras pasar estos días vino una tormenta, por la cual cayó un rayo que provocó el gran incendio que hubo en la provincia de Castellón.
¿Cuándo se acaba exactamente la temporada de riesgo?
La campaña oficialmente finaliza el 15 de octubre. Por supuesto, todo depende de las condiciones meteorológicas. Si tenemos un nivel normal de lluvias al comienzo del año acabará ahí, pero ha habido temporadas donde no ha llovido y se ha mantenido el calor, así que hemos tenido que prolongarla.
La climatología es la que lo marca todo. Por ejemplo, los permisos de quema se vuelven a conceder en principio a partir del 16 de octubre. Sin embargo, si la situación no es buena, pues toca retrasarlos.
¿No fue una medida un poco exagerada prohibir la entrada de público al Maigmó para ver la etapa de la Vuelta Ciclista a España? ¿A partir de ahora ya no podremos verlas si son en agosto?
No creo que se generalice para siempre, dependerá de las condiciones climatológicas que nos encontremos en cada momento. Este año, La Vuelta comenzó antes de lo habitual por las Olimpiadas de Tokio. De hecho, si la etapa del Balcón de Alicante hubiera sido una semana más tarde seguramente se hubiera permitido el acceso, pues los siguientes días tuvimos lluvias.
Tenemos que entender algo: se trata de un ascenso con un solo camino de salida. Cualquier emergencia puede provocar problemas a la hora de realizar una evacuación, si hay mucha gente. Y encima ese día hacía mucho calor.
«En verano tenemos 32 efectivos más y en la última ola de calor otros 16»
El riesgo parece inasumible…
Mucha gente desconoce la cantidad de incendios que se producen por vehículos estacionados en el campo, porque llegan con el motor y el tubo de escape muy calientes a la montaña. Luego aparcan encima de zonas de pasto, se van tranquilamente… y a veces los catalizadores provocan la quema del matorral que hay debajo.
Por eso, en estos casos lo mejor que se puede hacer es no permitir el acceso de vehículos, y que los espectadores suban a pie.
¿Por qué otras causas se suelen producir los incendios forestales? ¿En nuestra provincia es distinto a otros lugares?
Son siempre las mismas en todo el mundo. En un 95 por ciento se deben a la acción humana, como imprudencias, accidentes o intencionalidades. Es decir, caídas de líneas eléctricas, quemas que no se apagan bien, usos de chimeneas o barbacoas sin matachispas, colillas, siniestros de tráfico, disputas entre vecinos, enfermedades mentales, etc. El otro cinco por ciento son las caídas de rayos.
Siempre digo que, cuando vayamos al campo, todo lo que llevemos en la mochila debe volver a casa en la mochila, para luego tirarlo a la basura. Así no ensuciamos el monte ni nos arriesgamos a provocar un incendio.