Caminos sin asfaltar, calles donde no hay farolas, escombros arrojados entre los yerbajos, niños dando clases en barracones… Así es el día a día al que se enfrentan los vecinos de El Bacarot, Cañada del Fenollar, La Alcoraya, Verdegás, Tángel, Fontcalent, Monnegre, Moralet, Pla de la Vallonga o el Rebolledo.
Son las partidas rurales que están a apenas kilómetros del núcleo urbano de Alicante, pero al pasear por aquí uno tiene la sensación de estar muchísimo más lejos.
El perfil sociológico del pedáneo alicantino es más variopinto de lo que quizás muchos piensan en la ciudad. Una curiosa mezcla de valencianoparlantes de muchas generaciones arraigadas por estos lares, familias urbanitas trasladadas al campo buscando un ambiente más rural, e incluso nuevos ricos que han construido aquí sus lujosos chalets. Todos coinciden en algo, la falta latente de servicios que padecen.
La mayoría sin censar
Oficialmente 7.000 personas habitan en estas once pedanías, tan solo el dos por ciento de la población total de Alicante. La realidad es que son muchos más los que aquí pasan todo o la mayor parte del año.
“La típica excusa que nos dicen siempre desde el ayuntamiento es que somos muy pocos, pero lo cierto es que la mayoría no están inscritos. Podemos ser unos 30.000. Como los colegios están en barracones o los consultorios médicos apenas tienen medios, muchos prefieren seguir censados en el núcleo urbano de Alicante o San Vicente. Es la pescadilla que se muerde la cola”, nos explica Pepe Bonet, residente en Bacarot y concejal de Vox.
“Las últimas crisis han traído a muchos jóvenes de vuelta a las partidas rurales. Gente que ha regresado con sus padres para poner sus pisos de la ciudad en alquiler. De ellos, casi ninguno está empadronado”, comenta Dori Pastor, presidenta de la Asociación de Vecinos Santiago Apóstol, de Cañada del Fenollar y Fontcalent.
La mayor parte de los residentes en las partidas no están censados
Transporte urbano insuficiente
Ya solo llegar hasta aquí puede resultar toda una quimera si no se tiene coche, lo cual es el caso de muchos residentes sobre todo de la tercera edad. Por ejemplo: la línea 30 de autobús a La Alcoraya solo tiene cuatro horarios en todo el día de lunes a viernes, el sábado pasa dos veces y el domingo no circula.
Otro ejemplo: ninguna ruta urbana llega a Moralet. Para viajar a dicha pedanía es necesario coger el autobús que comunica Alicante con Agost, que solo sale tres veces al día entre semana, dos el sábado y ninguna el domingo.
Con la mirada en Elche
El ayuntamiento ha prometido en varias ocasiones mejorar el transporte urbano a las partidas con el nuevo pliego, el cual debería haber entrado en vigor desde 2019. Sin embargo, el contrato que se concedió a la empresa Masatusa (grupo Vectalia) en 1969, por cincuenta años, ha sido prorrogado dos veces hasta 2023.
“Seguimos esperando el nuevo pliego como agua de mayo. Ojalá se incluya por fin un servicio de autobuses o taxis a demanda para las partidas rurales, que se pueda solicitar por medios tecnológicos. Es el mismo sistema que ya existe en las pedanías de Elche. En muchas cosas estamos a años luz de ellos”, nos comenta el concejal Bonet.
Caminos impracticables
Incluso para quien posee vehículo personal, conducir por las pedanías puede resultar toda una aventura, pues el estado de algunos caminos deja bastante que desear. “Como el contrato de limpieza (otro pliego también prorrogado) solo incluye dos desbroces al año, la mala hierba crece y los senderos se van estrechando.
A veces la visibilidad es tan baja que necesitas sacar la cabeza por la ventanilla para comprobar si viene otro coche, con toda la peligrosidad que eso conlleva”, nos indica el edil de Vox.
Los vecinos piden buses, o taxis a demanda, como en el Campo de Elche
Sin arreglar desde 2019
Sin duda el caso más grave nos lo encontramos en el camino de la Molineta, de Cañada, donde la DANA de 2019 causó el derrumbe de la carretera sobre una rambla. Desde entonces permanece cortada, tanto al tráfico como a los peatones, pues los daños siguen sin repararse.
“El ayuntamiento y la Confederación Hidrográfica del Júcar no se aclaran sobre quién debe arreglar esto. Mientras tanto, nos toca dar una vuelta enorme para llegar al otro lado. Un abuelito me dijo el otro día que antes tardaba quince minutos en comprar el pan y ahora necesita dos horas”, se lamenta Dori.
Curvas y baches
Recientemente Unidas Podemos (UP) pidió al consistorio un proyecto integral para reparar los caminos de las partidas. “Carreteras como el Camí Vell de La Alcoraya, Lo Lucas o el Moncayo están en un estado impracticable. La tónica general es encontrarse surcos de hasta medio metro de profundidad y escombreras ilegales”, expresó Xavier López, portavoz de la formación morada.
Bonet también nos advierte de problemas similares en El Bacarot. “La calle Magnolia está tan abandonada que los autobuses deben meterse por otro camino con muchas curvas, poniendo en peligro a los paseantes y ciclistas. Igual que la carretera que conecta con el barranco de El Estanco, ir por ahí es jugarse la vida”, afirma.
“A veces pedimos que nos asfalten un camino de tierra, y el ayuntamiento responde que no les consta que dicho camino exista. Esta es nuestra realidad”, nos comenta la presidenta de la asociación Santiago Apóstol.
Alumbrado y señalización
Al mal estado de ciertos trayectos se añade la evidente falta de señales de tráfico -algunas incluso están caídas en el suelo- y de alumbrado público.
“Yo vivo en el camino del Caserío, una calle cortada y sin farolas. Como no hay ninguna señal, los coches se meten por aquí y luego se ven obligados a dar la vuelta. Por no haber, ni siquiera tenemos una placa con el nombre. Los carteros se vuelven locos para encontrar las casas”, aduce Amparo, vecina de Cañada.
De hecho es fácil encontrarse señales y placas ‘caseras’ colocadas por los propios vecinos. Algunos también han instalado faroles apuntando hacia los caminos, para iluminar puntos que, si no, por la noche estarían totalmente ciegos.
«Cuando pedimos que asfalten un camino el Ayuntamiento nos dice que no consta su existencia» D. Pastor (vecina)
Suciedad
La limpieza es otra de las reivindicaciones históricas. Por los campos abundan todo tipo de residuos como botellas, muebles, podas, escombros, colchones… Al tiempo que se advierte una notable falta de papeleras y contenedores.
“Desgraciadamente la suciedad es un problema general de Alicante, pero si ya se barre poco en la Rambla, pues no digamos en Rebolledo. Además, resulta que el único ecoparque está en Aguamarga, la otra punta del término municipal, y en el vertedero solo admiten residuos si tienes justificante”, explica Bonet.
“Así que cuando algunos quieren deshacerse de muebles o escombros de obras ilegales, los arrojan por ahí. Como tampoco hay apenas vigilancia policial, no tienen mucho problema”, añade.
Las ratas esparcen la basura
Jacinto, residente en Cañada, nos cuenta su situación particular. “Mi calle es un auténtico basurero. Por mucho que reclamamos, los operarios solo pasan de cuando en cuando. Los residuos se acumulan durante semanas. Al llegar la noche, las ratas y los gatos los esparcen”, se queja.
Caminando por la zona es fácil darse cuenta de que este no es precisamente un caso aislado. “El dueño de esta casa paga 1.000 euros de IBI y fijaos la que tiene aquí montada”, nos indica Dori mientras señala un enorme montón de poda seca amontonada ante una vivienda.
«Falta seguridad, cada vez hay más robos y okupaciones» P. Bonet (Vox)
Los vertederos de Fontcalent
En cuanto a residuos se refiere no hay duda alguna de que la situación más dramática es la de Fontcalent, donde además de ubicarse el vertedero municipal también proliferan numerosos basureros particulares.
El caso más sonado es el de la sociedad Llegando a la Cima, SA. Diversas asociaciones vecinales y ecologistas han denunciado que es una montaña de basura ilegal, que incluso está invadiendo las fincas colindantes, mientras la empresa lo define como “una planta de residuos”. La Policía lo ha precintado varias veces y el asunto ha llegado a debatirse en el pleno municipal. Actualmente el conflicto está en los tribunales.
“Fontcalent soporta el impacto de las canteras, los vertederos y la cementera. Además de la brecha que supuso el paso de las vías del AVE. Esta zona padece un auténtico colapso ecológico”, denunció recientemente UP.
Seguridad
Cuando subimos hacia la ermita de Cañada nos percatamos de que a este sacro edificio, bastante mal conservado por cierto, le falta algo. Resulta que en el campanario… no hay campana. Fue robada en junio y todavía no ha llegado una de repuesto.
“Solo tenemos dos patrullas de Policía por la zona, y no dan abasto. Por la noche incluso una suele desviarse al centro urbano de Alicante y nos quedamos aún más desprotegidos. Tenemos problemas graves de okupas y robos en casas, especialmente por La Alcoraya, Moralet o Fontcalent”, se lamenta el concejal Bonet.
Una unidad móvil
“Nos dicen que no aumentan la presencia policial porque apenas reciben unas pocas denuncias al año. Lo que pasa es que muchos vecinos no lo hacen, por no bajar al centro de Alicante y perder un día entero”, sigue diciendo Bonet.
Por ello el edil de Vox propone crear una unidad móvil administrativa del ayuntamiento que rote cada día por una partida distinta, para así poder realizar distintos trámites burocráticos sin necesidad de grandes desplazamientos.
El CEIP Cañada del Fenollar lleva 15 años dando clases en barracones
15 años en barracones
Desde 2006 los alumnos del colegio público La Cañada dan clase en barracones. Sus familias siguen esperando a que se construya el nuevo centro, cuyas obras ni siquiera han empezado aún aunque el terreno está asignado, e incluso la financiación de 4,7 millones de euros consta en el Plan Edificant de la conselleria de Educación. Ayuntamiento y Generalitat se culpan mutuamente de la situación.
Al lado de los terrenos donde, presumiblemente, algún día se edificará el futuro colegio, hay un campo de fútbol sala. Los vestuarios nunca se usan porque nadie tiene la llave. Hace poco, incluso fueron asaltados por okupas durante varios días.
Viviendas irregulares
Gran parte de los daños causados por la DANA de 2019 sobre las partidas se debió a que numerosos chalets fueron construidos en las ramblas, aun sin la pertinente licencia.
Tener una vivienda en situación irregular es otro clásico de la zona. Una vecina nos cuenta que la mitad de su propiedad consta en terreno de calificación rústica y la otra en urbanizable. “Es como si el capó y el maletero de mi coche fueran considerados de dos vehículos distintos. En estas condiciones no puedo ni vender mi propia casa. Necesito que el ayuntamiento regularice mi situación”, demanda.
«Fontcalent padece un auténtico colapso ecológico» X. López (UP)
Futuro incierto
Podríamos escribir unas cuantas páginas más de demandas y demandas que tienen estos vecinos. Por ejemplo, ni siquiera pueden comprar pescado fresco sin coger el coche. “No tenemos tienda con pescadería ni vendedores ambulantes, así que nos toca ir a San Vicente o Agost”, nos cuenta una mujer de Verdegás.
La conclusión es que todos se sienten muy abandonados; como alicantinos de segunda. Desde hace algunos años ni siquiera tienen ya alcaldes pedáneos que les representen, pues el ayuntamiento suprimió esta figura política. Sí existe un concejal de Partidas Rurales, Manuel Jiménez (PP), al cual no hemos podido entrevistar para este reportaje por problemas de agenda.
Promesas
En la pasada campaña electoral, el alcalde Luis Barcala prometió una inversión de 7,2 millones de euros para las partidas rurales. Varias asociaciones vecinales le recordaron esas palabras a principios de este año, solicitando que esa cantidad fuera incluida en los presupuestos municipales de 2021. UP y Compromís también lo han pedido de forma pública.
Desde Vox reclaman además una apuesta por recuperar la agricultura. “Si queremos que esta zona no se acabe despoblando, debemos fomentar los cultivos ecológicos. Esto ayudaría a crear empleo y comercio, así como a crear un gran pulmón verde para la ciudad. Los fondos europeos son una buena oportunidad”, propone Pepe Bonet.