Se sabe que los depósitos de proteína beta amiloide (A-beta) en el cerebro son una de las características patológicas de la enfermedad de Alzheimer y están implicados en la neurodegeneración tanto en pacientes humanos como en modelos animales de la enfermedad. Pero A-beta también está presente en órganos periféricos, y los niveles sanguíneos de A-beta se correlacionan con la carga de amiloide cerebral y el deterioro cognitivo, lo que aumenta la posibilidad de que la A-beta producida periféricamente pueda contribuir a la enfermedad. Probar esa hipótesis ha sido difícil, ya que el cerebro también produce A-beta, y distinguir la proteína de las dos fuentes supone todo un desafío experimental.
Un trabajo publicado en la revista Plos One sugiere que el hígado, a través de la producción de esta proteína, puede desempeñar un papel importante en la aparición o progresión de la enfermedad. Los investigadores desarrollaron un modelo animal con un ratón que solo producía A-beta en las células del hígado y demostraron que la proteína era transportada en la sangre por lipoproteínas ricas en triglicéridos, al igual que en los humanos, y pasaba de la periferia al cerebro. Los ratones desarrollaron neurodegeneración y atrofia cerebral, que se acompañó de inflamación neurovascular y disfunción de los capilares cerebrales, ambos comúnmente asociados con la enfermedad de Alzheimer. Los ratones afectados se desempeñaron mal en una prueba de aprendizaje que depende de la función del hipocampo, la estructura del cerebro que es esencial para la formación de nuevos recuerdos.
Los hallazgos de este estudio indican que la A-beta derivada periféricamente tiene la capacidad de causar neurodegeneración y sugieren que la A-beta producida en el hígado es un contribuyente potencial a la enfermedad. Si esa contribución fuera significativa, los hallazgos pueden tener importantes implicaciones para comprender la enfermedad de Alzheimer. Hasta la fecha, la mayoría de los modelos de la enfermedad se han centrado en la sobreproducción cerebral de A-beta, que imita los raros casos genéticos de la enfermedad de Alzheimer en humanos. Pero para la gran mayoría de los casos, no se cree que la sobreproducción de A-beta en el cerebro sea fundamental para la etiología de la enfermedad. En cambio, los factores del estilo de vida pueden desempeñar un papel más importante, incluida una dieta alta en grasas, que podría acelerar la producción de A-beta en el hígado.