Sol y playa. Era la principal consigna para crear un modelo turístico que, no obstante, poseía notorias diferencias con la derivación actual. Sobre esa base, y las “gentes” capaces de ofrecer el producto y al tiempo disfrutarlo (si lo disfrutaban, eran más capaces de compartirlo ofertándolo), construyó Pedro Zaragoza Orts (1922-2008), desde su querido Benidorm, un prototipo, quizá un arquetipo, sobre el que prácticamente se ha construido todo el turismo del Mediterráneo, y quizá más allá.
Sorprendentemente, un Pedro Zaragoza casi octogenario decidió que, de ese modelo que llevaba implícitamente su marca y sus desvelos, aún no lo sabía todo, así que se matriculó en la Escuela Oficial de Turismo de la Generalitat Valenciana, que se creaba en 1994 en la Universidad de Alicante (UA). El 15 de octubre de 2001, con Zaragoza ya graduado -entonces los estudios duraban dos años-, la propia institución educativa le rendía homenaje a quien había gestado los sueños sobre los que se urdió esta materia.
De universidad en universidad
“Soy uno más de la multitud de gente humilde, sin intereses grandes, que se dedicó a estos temas”. Lo decía en público y se lo repitió, ya en entrevista, a quien escribe este artículo. Supongo que también se lo dijo a todos los colegas asistentes al homenaje, pues, cansado en aquel ajetreado lunes pero exultante, con todos, sin excepción, quiso departir. Derrochaba energía. Según me contaba, se acababa de matricular en el CEU de Elche para cursar la carrera de Periodismo.
Estaba orgulloso de haber terminado ese título superior de Turismo, aunque fuera un tanto a trancas y barrancas -”¡ay, la edad!”-, y además en este centro: “La Universidad de Alicante es una realidad y un ejemplo a seguir”, aseguraba. La Escuela había sido promocionada por el Instituto de Geografía de la Universidad de Alicante (UA), cuya plana mayor se encontraba allí, ya que el homenaje también servía para arrancar el curso académico 2001-2002.
Casi octogenario, decidió matricularse en la Universidad alicantina
El milagro de Benidorm
Lo que se conoció como el milagro benidormense supuso una reordenación territorial diseñada a tiralíneas. No quería Zaragoza, que llegó de alcalde a Benidorm en 1950 para tres meses y se quedó hasta 1966, un turismo de élite. Por la época, España está fraguando lo que se llamará el ‘desarrollismo’ (el Plan de Estabilización y Liberalización, desde el 17 de julio y 5 de agosto de 1959), que permitirá una modernización en infraestructuras, pero también en costumbres.
Lo que se pretende con este proyecto, de inspiración francesa, es fraguar una clase media que alimente un fluido turismo interior (hoteles, espectáculos, restauración) que preparaba también al país para una posible avalancha, que devino real, de turistas allende nuestras fronteras. Justo lo que ya soñaba Pedro Zaragoza, quien en 1953, según la leyenda y posiblemente también la historia, cogió su moto Vespa y en unas ocho horas se plantó en El Pardo para que se permitiera a las bañistas en playas benidormenses bañarse con bikinis.
Pretendía un turismo ofertado a las clases medias
De constante promoción
Pedro Zaragoza Orts, quien por cierto fue procurador en Cortes (1961-1964, 1967-1970 y 1971-1977), además de presidir la Diputación de Alicante (1966-1970; gobernó bajo el lema de “alicantinizar la provincia y provincializar Alicante”), y uno de los fundadores del icónico Club Siglo XXI, creado en Madrid en 1969, se promocionó porque de esa forma promocionaba sus anhelos. Consiguió el plácet y hasta el traerse a su casa a Carmen Polo, esposa de Franco, para que veraneara en Benidorm. Pronto empezó a crecer el sueño.
8.000 apartamentos, 100 hoteles, 400 comercios, 1.200 viviendas, árboles, agua corriente, playas urbanizadas… hasta un Festival de la Canción gestado en 1958 junto a amigos periodistas, ‘quico’ (vino de la tierra con agua-limón) va, ‘quico’ viene. Todo entre 1955 y 1965, aunque ya en 1954 había preparado, junto al arquitecto Francisco Muñoz (1921-2005), un plan general de ordenación urbana (PGOU) que planta la tilde en un verticalismo que pretende respetar el entorno natural, un atractivo también a visitar.
Consiguió que Carmen Polo veranease en su casa benidormense
El vil metal
Pero Benidorm, en cierto modo, no respetó del todo el concepto, creciendo también en lo horizontal e invadiendo todo lo invadible. No le gustó a Zaragoza eso, y así me respondía: “Entonces aún no se adoraba al becerro de oro. ¡El vil metal lo pudre todo!”. Porque para él el turismo era “humanismo puro”. E integrador, “la base de la unión entre los pueblos; y lo digo yo, que tengo cuatro nietos con apellidos polaco, alemán y español”.
El Instituto de Geografía nombraba ese 15 de octubre de 2001 a Zaragoza colaborador honorífico de un título propio de la UA (aunque por la época el benidormense ya asesoraba a escuelas de turismo de medio mundo) y fue la base para la creación de la Cátedra de Estudios Turísticos Pedro Zaragoza Orts, en diciembre de 2010, y el hoy grado de Turismo de la UA, en pleno ‘top 10’ de estos estudios, tras la Carlos III de Madrid y las de Granada, Murcia y Valencia. El sueño continúa.