Quién da más: Fallas en San José, Hogueras en San Juan (con monumento en La Cala), Moros y Cristianos en octubre y Patronales en noviembre, al finalizar la faena en la almadraba.
En realidad, es solo un aperitivo del menú de festejos que ofrece una ciudad cuyas mimbres turísticas iban a tejerse supervisadas desde las alcaldías (1950-1966) de Pedro Zaragoza Orts (1922-2008). Se trataba de acercar el municipio a un público familiar, tanto mayores como la chavalería.
Tres monumentos falleros
Pero no todo lo creó Pedro Zaragoza. La propia población benidormense recogía el relevo incluso durante su época como regidor. Un notorio ejemplo de ello lo constituyen las Fallas de Benidorm, orbitando, como en las valencianas, el día de Sant Josep o San José, el diecinueve de marzo.
Tres monumentos, fiesta en la calle, fuegos artificiales, carrozas. El programa de 2019, las últimas celebradas antes de la pandemia, comenzaba las celebraciones el día quince y las apostillaba ya en la madrugada del veinte.
Estos festejos se generan en Valencia en el siglo XVIII
De arcanos orígenes
¿De qué va eso de las Fallas? Aparte del claro trasfondo de fiestas de saludo a la primavera, lo que no deja de tener su punto agrario, señalemos que se originan en la ciudad de Valencia en el siglo XVIII, oficialmente del quince al diecinueve de marzo, y que, recurriendo a las derivaciones filológicas, lo de ‘fallas’ o más bien ‘falles’ (de Sant Josep) viene del latín ‘facula’, diminutivo de ‘faxcis’, ‘antorchas’.
Puesto que la devoción a San José está documentada en la capital comunitaria desde finales del siglo XV, falta encontrar el eslabón perdido entre la devoción josefina y lo de la ‘plantà’ y ‘cremà’ de los monumentos efímeros elaborados con materiales incendiables.
La primera referencia a tal relación procede de una queja de 1784 para pedir que se quemasen en lugares abiertos, y no en calles estrechas, dado el peligro que suponían para la integridad de la ciudad del Turia.
Son tres los distritos responsables de las actuales fiestas
Exorcismos de fuego
Tanto éxito tuvieron que se han ido extendiendo prácticamente a un centenar de localidades de la Comunidad. En la provincia, el sortilegio de Sant Josep, aparte de en Benidorm, puede disfrutarse en Calpe, Dénia y Pego. Como en los orígenes, pero con mayor elaboración artística, de lo que se trata es de reflejar, a ser posible con humor, la vida cotidiana, en su envés político incluso, y luego exorcizarla con la cura del fuego.
En Benidorm, todo lo descrito acontece intentando abarcar, con las tres ‘plantaes’, al máximo el Benidorm más céntrico: la de Els Tolls, en la calle Tomás Ortuño, relativamente cerca del parque de la Aigüera; la Centro, antes por la rotonda donde se inicia, al sur, la avenida del Mediterráneo, pero en 2019 más al sur, junto al parque de Elche, en la avenida del alcalde José Such Ortega; y la del Rincón de Loix por la avenida Ametlla de Mar.
Un grupo de valencianos plantó el primer monumento
Iniciativa valenciana
En un municipio abierto al mundo, resultaba lógico que tarde o temprano se propagasen semillas de fuera. Pueden traerlas familias benidormenses residentes en Cataluña, como las suscritas a aquel pionero ‘El Canfali’ editado entre 1883 y 1893.
O los señoritos de allende los mares, como los descritos en la cinta colombiana ‘Carne de tu carne’ (1983), de Carlos Mayolo, ambientada en los años cincuenta del pasado siglo, donde los pudientes marchan todos los veranos al Viejo Continente, a Benidorm.
En este caso la inspiración llegaba no tan del exterior, sino desde la misma Comunitat Valenciana. Concretamente, a un grupo de residentes de origen valenciano se les señala como impulsores de esta festividad. Fue la falla de Centro la que abría los festejos, en 1972. Le siguieron la del Rincón de Loix en 1979, aunque la comisión se funda un año antes, y la de Els Tolls en 1981, tras constituirse la asociación festera durante el año anterior.
Caminando poco a poco
Había que coordinarse, así que en 1985 se crea la Junta Local Fallera, con cuatro miembros de cada falla, hasta sumar desde entonces los doce que aún la conforman. Estas festividades han ido creciendo con tranquilidad, pero sin pausa: en 2002 había Fallera Mayor, como representante de las fiestas benidormenses, a la que se acompañaba a partir de 2005 con el cargo de Fallera Infantil.
Mientras tanto, ha ido llegando la mayor implicación de las fallas con el entramado festero y societal benidormense, como cita ineludible incluso.
Los estamentos oficiales no son muy generosos con la información a propósito de estos festejos, pero sí lo son para inundar los mundos físico y digital de llamadas a acudir. Seis monumentos, tres adultos y otros tres infantiles, que comprenden la parte alta de la ciudad y los ensanches norte y sur de la misma, plantan la mañana del quince y queman en la noche del diecinueve al veinte de marzo. Benidorm, te aseguran, ya lo tiene como necesidad.