Cuando a principios de 2021 las empresas de transportes dedicadas a la recepción de turistas en los principales destinos de la Costa Blanca vendieron sus servicios para la campaña de 2022 a los principales touroperadores europeos, lo hicieron con el precio medio del diésel a 1,236 euros por litro.
Doce meses más tarde, cuando tienen que empezar a cumplir esos compromisos, la misma cantidad de combustible se ha situado, según datos oficiales, en los 1,544 euros por litro, lo que supone un incremento del veinticinco por ciento.
La situación es, por lo tanto, dramática para los empresarios del sector, tal y como reconoce Juanjo Pérez Parker, presidente de la Asociación Empresarial de Agencias de Viaje de Benidorm y la Costa Blanca (AVIBE) y propietario de Beniconnect, una de las principales empresas de transporte de turistas en la provincia de Alicante.
Una subida de locura
“El combustible es nuestra segunda mayor partida de gasto solo superada por los costes salariales de los empleados”, explica Pérez Parker. “Por lo tanto, es evidente que se trata de un coste muy significativo y muy importante a tener en cuenta en el presupuesto anual y que repercute directamente en la cuenta de resultados”.
En ese mismo sentido, el presidente de AVIBE subraya que “hacemos comparativas mensuales y anuales y, en comparación con el precio que se tenía en enero del año pasado, la subida que se ha producido es una locura, algo que, insisto, influye de forma muy directa en la rentabilidad de los negocios”.
El incremento de los costes no puede ser trasladado a las tarifas, pues los precios de venta se cerraron en 2021
Un sector desunido
El mayor problema al que se enfrentan los empresarios del sector es la imposibilidad de repercutir esa subida en los precios de venta de sus servicios, ya que “trabajamos principalmente con touroperadores y agencias.
En este mercado, los precios que tú das para el año 2022 los has fijado a principios de 2021, que es cuando ellos comienzan a comercializar sus propios paquetes. Por lo tanto, ya tenemos contratos firmados y no podemos variarlos por la subida de los combustibles”.
Una traba que podría tener su solución con la inclusión de cláusulas en los contratos que permitieran esa variación en las tarifas, pero que tampoco sería viable porque “sabemos que alguien de la competencia acabaría manteniendo los precios”. Por ello, Pérez Parker hace autocrítica y asegura que “somos los propios empresarios los que nos tiramos piedras sobre nuestro propio tejado”.
Desde el sector se alerta de que la única forma de cuadrar las cuentas es mermando la calidad del servicio
Necesidad de trabajar
Y todo ello, en una coyuntura en la que “no solo suben los precios de la gasolina, sino también los salariales… sube todo y, pese a ello, hay empresas que hacen ofertas muy agresivas para poder captar nuevos clientes”.
Algo que, aunque va en contra de los intereses generales del sector, este empresario llega a comprender, ya que “venimos de pasar una situación muy complicada y lo que todo el mundo está precisando y buscando es llegar a un cierto volumen de trabajo, sea más o menos rentable, que aporte una determinada estabilidad al negocio sin pensar en los costes que eso conlleva”.
La necesidad de mantener la rentabilidad puede acabar teniendo efectos negativos en el empleo
Calidad comprometida
El presidente de AVIBE reconoce que esa manera de funcionar es “darse un tiro en el pie”, ya que, si no se puede repercutir la subida de costes en los precios y, además, se vive una guerra de tarifas en el sector, la única forma de cuadrar las cuentas “es mermando la calidad del servicio”, algo que tiene también un impacto directo en el empleo, pues “acabas dando servicio con menos personal”.
Desde su sede central de l’Albir, Pérez Parker no esconde que “el principal problema del sector somos los mismos empresarios, que muchas veces pensamos más con el corazón que con la cabeza. Deberíamos pensar más en si lo que hacemos es rentable y no centrarnos tanto en trabajar por trabajar”.
Y avisa: “si acabamos repercutiendo todo esto en la calidad del servicio, el día de mañana el cliente se pensará si sigue viniendo a este destino u opta por otro. Por lo tanto, creo que es una obligación moral ponernos las pilas e incrementar los costes a los que tienen que ser”.
A la espera de una bajada
Obligados a trabajar en el mercado de los futuribles, los empresarios turísticos tratan de averiguar qué ocurrirá en los próximos meses con el precio de los combustibles y, para ello, mantienen contacto constante con las principales empresas de hidrocarburos.
“Ellos predicen que de cara al próximo verano se reducirán los precios”, explica Pérez Parker. “Pese a ello, no podemos olvidar que llevamos cuatro o cinco meses se subidas muy acentuadas” y alerta de que “todo lo que está sucediendo en Rusia y Ucrania no beneficia en nada a la estabilidad social, política y financiera. Por todo ello, estamos a verlas venir”.