En la actualidad, para explicar los orígenes de la primeras moléculas orgánicas en nuestro planeta existen esencialmente dos hipótesis enfrentadas. La primera de ellas postula que la vida en la Tierra podría haber surgido en nuestro propio planeta. La otra gran alternativa, por el contrario, aboga por que las moléculas orgánicas pudieron haber llegado desde el espacio exterior: es lo que se conoce como la hipótesis de la panspermia. Pero, de haber sucedido de esta manera ¿Cómo podrían haber llegado a este pequeño planeta azul las moléculas responsables de la vida?
Para formar el ADN y el ARN se requieren dos tipos de bloques de construcción básico: las llamadas bases nitrogenadas, las cuales se pueden clasificar en purinas (guanina y adenina) y pirimidinas (citosina, uracilo y timina). Hasta el momento, los científicos habían identificado en meteoritos hallados en la Tierra las llamadas purinas, y una de las pirimidinas, el uracilo. Sin embargo, pese a que la simulación en modelos de laboratorio siempre ha llevado a especular que era igualmente posible encontrar citosina y timina en el medio interestelar, la detección de pirimidinas como la citosina y la timina en meteoritos se ha hecho de rogar durante mucho tiempo.
Las moléculas de la vida en un meteorito
Ahora, no obstante, gracias al empleo de técnicas analíticas de última generación especialmente adaptadas para la cuantificación a pequeña escala de estas bases nitrogenadas, el equipo de Yasuhiro Oba, profesor de la Universidad Hokkaido, acaba de informar del hallazgo de las piezas del puzle restantes para construir en su totalidad las moléculas de la vida. El hallazgo se ha producido en 3 meteoritos diferentes y ricos en carbono llamados Murchison, Murray y Tagish Lake.
Los resultados de la investigación se recogen en un artículo titulado Identifying the wide diversity of extraterrestrial purine and pyrimidine nucleobases in carbonaceous meteorites que se publica esta semana en la revista Nature Communications. Además de los compuestos detectados previamente en meteoritos, como la guanina, la adenina y el uracilo, los autores identificaron por primera vez varias bases de pirimidina (citosina y timina). Lo hicieron, además, en niveles de concentración de hasta partes por billón, es decir, concentraciones similares a las predichas por los experimentos que replican las condiciones que existían antes de la formación del sistema solar.
Los autores concluyen que sus hallazgos sugieren que tales compuestos pueden haber sido generados en parte por reacciones fotoquímicas en el medio interestelar. Esto más tarde conduciría a su incorporación de los asteroides cuando se formó el sistema solar, cuya posterior llegada a la Tierra en forma de meteoritos podría haber desempeñado un importante papel en la aparición de la vida temprana en nuestro planeta.