En la vida del alicantino Adrián Fauro conviven diversas facetas. En su día a día es librero en la librería 80 Mundos, codirige, edita y publica en el medio digital Poscultura, forma parte de la antología Árboles Frutales y ha publicado su primer libro ‘Odio la playa’.
Además, es colaborador en diferentes medios informativos y este año formará parte de algunas colecciones en libros y revistas culturales, así como en eventos nacionales.
Tu poemario ‘Odio la playa’ es actual, sin tapujos, directo. ¿Se trata de un reflejo personal casi biográfico? ¿Qué has pretendido transmitir con el mismo?
He pretendido escribir poesía solamente. Puede que haya elementos personales, referencias biográficas y muchas ideas que parten de ellas, pero lo que he intentado, desde que se me planteó la escritura del libro, ha sido entender al máximo el ritmo y la escritura.
El ‘Yo poético’ se contextualiza rápido y fácil, por eso era importante para mi editor, Rodrigo G. Marina, y para mí, que se pueda expandir, que se entendiera desde las diferentes voces que se plantea quien lo lee. No quiero pensar que lo único importante es el lugar desde el que escribo, aunque hay un componente crítico, de precariedad y de pena muy concreto.
«Escribir es un juego muy divertido y bonito»
¿En qué otros proyectos te encuentras trabajando actualmente?
Este año me han surgido diferentes propuestas, como colaborar en la Revista Casapaís, un medio precioso, con cuatro poemas, en el festival de poesía de Altavoz Cultural como padrino o moderar una mesa redonda de poesía y precariedad en el Festival de Poesía Joven de Alcalá.
También saldrán cosas este año más centradas únicamente en la escritura, que son antologías o proyectos conjuntos, y que hasta que no estén cerrados no sé muy bien cómo explicarlos. Escribir es un juego muy divertido y bonito.
¿Dónde y cómo encuentras la inspiración para escribir?
Primero digo que escribir es un juego divertido y bonito y ahora que escribir es un trabajo. Es las dos cosas. No hay un momento concreto para escribir. Primero porque estamos constantemente trabajando y para escribir hay que quitarse horas de descanso o vida, y segundo porque la idea de inspiración me da un poco de grima.
Hay que sentarse, escribir, probar, leer lo que escribes y a los demás, y trabajar. Escribir es un trabajo después del trabajo.
«Existe la consciencia de etiquetar la escritura y eso es absurdo»
¿Existen estilos y géneros literarios nuevos para nuevas generaciones?
Existe la consciencia de querer etiquetar la escritura, y eso es absurdo. La poesía, por ejemplo, puede ser prosa, contener narrativa, se relaciona con la música, con el baile o con el teatro, como dice Carla Nayman. Me gusta pensar en que se están cayendo prejuicios sobre la escritura y estamos dejando de magnificar o endiosar todo lo que la engloba.
Cada vez que me preguntan por estilos o algo así pienso en el Alligators de C. Tangana, cuando dice “mi estilo es todos los estilos”, porque coincido con mucha gente, con la que comparto espacio y escritura, en que cerrarse a etiquetar es perderse cosas. Y porque esa época de C. Tangana la recuerdo con cariño (risas).
«La idea de inspiración me da un poco de grima»
¿Qué tipos de contenidos abordáis en el medio digital Poscultura y cuáles son los contenidos que más os interesan?
Ahora mismo estamos en un ritmo bajo de trabajo porque un medio sin dinero, sin remuneración para nadie y sin ingresos, es insostenible. Empezamos escribiendo sobre todo lo que nos interesaba y, a medida que entraban colaboradoras, nos dimos cuenta de que la narrativa y la poesía estaban ocupando todo el espacio.
De ellas salían todas las cosas que ocupaban nuestro tiempo y nos abría a nuevas amistades, espacios y formas de leer y escribir. Lo que más nos interesa es que la gente que no tiene donde publicar sepa que nosotros les vamos a dar un hueco. Que hay que quejarse, reivindicar y tener espacios seguros en los que disfrutar de lo que haces.
¿Cómo interfiere tu profesión de librero con tu condición de escritor? Además de tener acceso a libros, o formar parte de esa atmósfera literaria. ¿Qué te aporta?
Interfiere en absolutamente todo. Ya no solo porque me dedique a leer, vender y escribir sobre libros, sino porque me llegan constantemente clientes descubriéndome títulos, me llegan referencias, conversaciones y oportunidades.
Me aporta ansiedad porque es imposible leerlo todo, pero también un interés, que ya no sé contener, por escritoras que he ido perdiéndome por no estar tan dentro de las editoriales, autoras y editoras como estoy ahora.