Entrevista > Esperanza Durán / Artista (L’Alfàs del Pi, 12-marzo-1979)
La alfasina Esperanza Durán es una de las principales representantes a nivel local de esa nueva generación de mujeres que, aparentemente de manera definitiva, han desembarcado en el circuito artístico para ocupar ese espacio que durante siglos, y salvo muy contadas excepciones, les fue negado por su género.
Reciente protagonista de la exposición [D]Ones, la artista alfasina reflexiona en esta conversación con AQUÍ en L’Alfàs sobre su obra y cómo su condición de mujer influye en ella, sobre sus incursiones en otros géneros como la literatura y sobre la realidad actual del mundo de la cultura a nivel local.
Recientemente tres de sus obras han sido seleccionadas para formar parte de la exposición [D]Ones del Colegio Mayor Rector Peset de la Universidad de Valencia. ¿En qué consistió ese proyecto?
Es un juego de palabras con dones, mujeres, y ones, olas. Se trata de una exposición que surge a través de la Asociación Blanco, Negro, Magenta, que es una asociación nacional formada por un grupo de artistas que nace con el leitmotiv de la mujer y el mar, y de la necesidad de sensibilizar a la sociedad de la relación que a lo largo de la historia se ha establecido entre las mujeres y el mar.
En este caso, se hace a través del diálogo que se establece entre las diferentes obras que componen la exposición en diferentes formatos y disciplinas. Encontramos pintura, fotografía, vídeo, collage, que es lo que llevo yo.
«Lo que eres es lo que te lleva a hablar de lo que te interesa y de lo que te remueve por dentro»
¿En qué consisten las obras que usted ha aportado?
Llevo una serie de tres collages tematizados sobre las Haenyeo, que son unas buceadoras de la isla Jeju, en Corea del Sur, y que son Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Son unas buceadoras que se ganan el sustento sumergiéndose en el mar hasta diez metros de profundidad sin oxígeno ni nada para pescar, y las que llevan la economía de la isla. La mayoría de ellas son octogenarias y forman una suerte de comunidad en la que las mayores enseñan a las más jóvenes.
Parece que por fin ha llegado el momento de que la mujer, y no sólo en el ámbito del arte, dé el paso definitivo para romper esos muchos techos de cristal a los que se ha tenido que enfrentar desde que el mundo es mundo. ¿Hablar sobre la mujer en sus obras es algo que sale de forma natural o es una temática escogida de forma consciente, precisamente, para ayudar en ese proceso?
En este caso, ha sido porque leí un reportaje sobre las Haenyeo, me llamó mucho la atención y esta exposición me venía como un guante a la mano. Dicho esto, personalmente pienso que cada uno habla de lo que es y yo soy mujer y hablo de mí como mujer, de mi entorno como mujer, como madre… Lo que eres es lo que te lleva a hablar de lo que te interesa y de lo que te remueve por dentro.
En el pasado he hablado de violencia de género y de otras muchas temáticas femeninas, pero no es algo que haya surgido porque un día me dijera que me tenía que subir al carro para buscar mayor visibilidad de mi obra o de mí misma como artista. Yo soy lo que soy y hablo de lo que soy.
«Los referentes en el mundo del arte con nombre de mujer son, hoy en día, un poco más numerosos»
Echando la vista atrás, y de nuevo no es algo exclusivo del arte, existen muy pocos ejemplos de mujeres cuyos nombres aparezcan como grandes referentes. ¿Cree que eso ha podido echar para atrás a otras mujeres a la hora de buscarse un camino en el arte?
Obviamente, los referentes en el mundo del arte con nombre de mujer son, hoy en día, un poco más numerosos, pero cuando yo estudié Bellas Artes los referentes eran escasísimos. En la asignatura de Historia del Arte sólo recuerdo a Frida Kahlo. Al resto, o se han silenciado, o se han borrado o se han lapidado.
Hoy en día es verdad que tanto en las Universidades como a nivel artístico existe un interés por recuperar todo eso que estaba en lo más profundo de los cajones. El año pasado terminé un Master en la Universidad Miguel Hernández (UMH) y mi Trabajo de Final de Máster (TFM) fue un trabajo de recuperación, interpretación y creación sobre Amparo Segarra, una artista valenciana olvidada, ninguneada y silenciada. Me pareció algo muy interesante.
Hay quien dice que las exposiciones monográficas dedicadas y protagonizadas por mujeres pueden ser un arma de doble filo ya que, si bien les dan visibilidad, podrían interpretarse como que son una herramienta necesaria porque que su nivel no llega al de los hombres. ¿Usted cómo lo interpreta?
Desde luego, es un arma de doble filo que puede presentar esa dicotomía. Como se hacía antiguamente: ‘esto de las flores que lo pinten las mujeres’, pero que los temas más importantes y los bélicos los pintasen los hombres. En cualquier caso, considero que todo lo que sea visibilizar y salir a mostrar lo que haces, sea acompañado de otras mujeres o no, es bueno.
Luego estará cómo se interprete eso o con qué intención lo interprete cada uno. Creo que es bueno que se exponga y que el público y la gente vea lo que haces.
«Todo lo que sea visibilizar y salir a mostrar lo que haces, sea acompañado de otras mujeres o no, es bueno»
Ya me ha dicho antes que estos temas femeninos le salen por su propia condición de mujer, pero ¿hay alguna otra temática en la que se encuentre cómoda?
La disciplina que más utilizo es el collage. Ha sido fruto de la pandemia ya que es una técnica que te permite, en poco espacio y con poco material, hacer cosas muy interesantes.
La otra disciplina que más me interesa y motiva es la instalación artística. En ella, lo que haces es ocupar un espacio con diferentes materiales y objetos. Eso da una tridimensionalidad que te permite recorrer la pieza.
Eso me deja hablar de muchísimas cosas. Sí, yo hablo de la mujer como mujer, pero como te decía antes, acabas hablado de todo aquello que te interesa y de las cosas que te remueven.
¿Y qué cosas remueven a Esperanza Durán?
El dolor, la alegría, la felicidad, los sueños que tienes… ¡me remueve todo! También he tocado temáticas como la violencia de género o la maternidad. Supongo que son cosas que también suceden en otros ámbitos. Imagino que un escritor termina escribiendo sobre aquellas cosas que está sintiendo en ese momento.
Como artista, tienes diferentes etapas, momentos y ciclos en los que estás más reivindicativa y te apetece ser más crítica con la sociedad y lo que te rodea, y luego hay etapas en las que estás más sensible y te apetece contar las cosas de una forma más liviana y con otra ternura.
«Si tienes la enorme suerte de llegar de alguna manera a la persona que se enfrenta a tu obra, es un privilegio»
Supongo que eso no es algo que se pueda planificar.
No me guío pensando en que quiero hacer una cosa determinada y que, para ello, me tengo que dejar llevar por un lugar determinado. Es un poco lo que te va saliendo y lo que me apetece contar. El relato que quiero mostrar. Se trata de dejarte llevar por lo que sientes y por lo que los materiales y el discurso que quieres dar te va dando.
Ahora que ya ha pasado un tiempo, cuando repasa lo que ha hecho en los últimos años, ¿reconoce en su obra el influjo de la pandemia y de los momentos vividos?
Sí. Cuando echas la vista atrás te das cuenta de cómo estabas en el momento en el que creaste una obra concreta. Te das cuenta entonces de que en ese momento estabas tan cerrada, tan metida y tan introvertida en esa emoción o esa vivencia, que cuando lo miras con el prisma del tiempo, parece que esa obra no es tuya o, al menos, lo notas como algo muy lejano.
Todo lo que yo cree en la pandemia, si lo miro con ojos actuales, lo veo muy diferente e, incluso, lo recuerdo de una manera muy distinta. Ya no estás en ese momento ni con esa energía. La pandemia nos ha hecho vivir muchos momentos que, al menos, espero que nos hayan hecho evolucionar.
«Cuando echas la vista atrás te das cuenta de cómo estabas en el momento en el que creaste una obra concreta»
A la hora de crear, el artista, o al menos en su caso, ¿se mueve por la necesidad de provocar una sensación en el futuro espectador o se limita a sacar aquello que tiene dentro?
Los artistas creamos para nosotros. Para sacar aquello que llevas dentro. Si, además, tienes la enorme suerte de llegar de alguna manera a la persona que se enfrenta a esa obra, es un privilegio.
Es verdad que la obra la creas con una motivación y una intención que puede ser cercana o no a la que perciba el espectador, pero al final eso da igual, lo importante es remover y tocar al espectador.
Hace algún tiempo usted realizó también una incursión en el mundo de la literatura. ¿Cómo fue esa experiencia?
Publiqué un libro infantil: ‘Lula, la ballena con pecas’. Yo ya escribía antes y sigo haciéndolo. El verano pasado escribí un poemario y estamos a ver si en algún concurso literario salta la liebre. Es algo que he hecho desde siempre. Tuve la suerte de que ‘Lula, la ballena con pecas’ pudo salir a la luz y, además, con ilustraciones de mi amiga Montserrat Gisbert.
Una vez más, ese libro fue fruto de la etapa en la que estás. Tenía dos hijos pequeños y la historia surgió un día en la ducha con ellos. Luego, editarlo y poder publicarlo y tenerlo en la mano es un gran privilegio.
«En L’Alfàs no sólo existe la infraestructura para promocionar la cultura, sino que también existe la voluntad de hacerlo»
¿Cree que L’Alfàs en particular, y la comarca y el resto de la provincia en general, tienen las infraestructuras culturales suficientes como para promocionar de forma eficiente a los artistas locales?
Concretamente en L’Alfàs, sin duda. No sólo existe la infraestructura, sino que también existe la voluntad de hacerlo. A nivel provincial es verdad que salas como la Delso que tenía la Fundación Frax, que era un palacio para cualquier artista, era una maravilla haber podido disfrutar de ella mientras estuvo abierta.
En Alicante también hay muchas salas. ¿El nivel expositivo? Ahí hay un poco de todo. Hay exposiciones fantásticas. ¿Puede haber más nivel? Obviamente.
Más allá de lo que tenemos más cerca, ¿la Cultura, con mayúsculas, está bien tratada en nuestro país?
Lo hemos visto en la pandemia, está un poco maltratada a nivel general. Sin embargo, hemos visto que en la pandemia ha sido nuestro salvavidas y como ejemplo tenemos la literatura, las series, las exposiciones virtuales… Los museos han removido cielo y tierra para que todas esas colecciones nos llegaran de forma virtual.
La pandemia fue una experiencia muy dura, pero a nivel cultural ha hecho que las instituciones públicas y privadas se den cuenta de que el arte no sólo es posible disfrutarlo físicamente, sino que había que ponerse las pilas y darle una nueva vuelta de tuerca.