Desconocido. Hoy el barrio alicantino de Altozano está desconocido. Apenas si queda ya algún chalé, de los más modestos, de aquella barriada de fotos en sepia y blanco y negro que eligió una burguesía que alimentó estómagos, pero, sobre todo, bolsillos del vino fondillón (por aquí hubo viñedos) o del salazón. Por ejemplo, por la calle Rosello, por donde l’Escola de l’Harmonia Societat Musical. Pero siguen desfilando sus ya veteranos Moros y Cristianos.
Los de Altozano son los segundos en irrumpir en las calles alicantinas tras los de San Blas (1948), herederos todos, incluidos los de la pedanía de Villafranqueza (1976, marzo), el sector Miguel Hernández de Benalúa Sur (1978, agosto) y la partida del Rebolledo (1992, también en julio), de los originales de la ciudad, en 1599.
No son de boato, de lujo, sí de cuarteles en la calle, como barracas foguereras, de devoción a su patrona.
La barriada que veía el mar
Dicen que el nombre se lo proporcionó, a este barrio que entonces dependía de la entonces pedanía (hoy barrio) de Los Ángeles, una clínica llamada Alto-Sano, en uno de los chalés, pero en realidad buena parte se encuentra erigido precisamente sobre un altozano, un monte desde el que aquella burguesía que eligió el lugar en muchos casos como reposo vacacional oteaba ciudad y mar.
La barriada fue creciendo. Así, antes de la Guerra Civil, en 1928, se inauguraba la avenida Conde Lumiares, que hoy por tamaño parece más una calle ancha, y la zona de recreo comenzaba a convertirse en una nueva área de promisión para familias de trabajadores. Poco a poco, empezaba a gestarse un nuevo barrio obrero que buscará contar con su fiesta.
Comenzaron como un desfile humorístico antes del arranque oficial
Comienzos humorísticos
Comercios, viviendas… y descampados. La calle Martin Luther King, que semeja avenida cuando desalojan los coches para los desfiles, ¿puede que figurase en la mente de algún urbanista, o la avenida que la ciudadanía alicantina conoce como Gran Vía y que en este tramo responde al nombre de calle Colombia?
Oficialmente los Moros y Cristianos de Altozano comienzan a desfilar en 1952. Pero esto habría que matizarlo, porque el nuevo vecindario ya llevaba un buen tiempo recorriendo las calles, desde 1945, pero con un desfile humorístico con no pocas referencias a estas fiestas de vocación histórica o cuanto menos historicista. Son “escuadras” de “ensabanaos”, con el paso marcado por ‘dolçaina’ (dulzaina) y ‘tabalet’ (tamboril).
Con los desfiles se homenajea a la patrona de la barriada
Solo del bando moro
Pero la cosa pica, y lo que comenzó de cachondeo, complementando la veneración a la patrona del lugar, la Virgen de la Asunción (15 de agosto), acaba volviéndose más serio, y con el alma ya impregnada en los orígenes pese a un largo parón que entonces no cabía imaginárselo
Los Moros y Cristianos de Altozano, efectivamente, comienzan a desfilar como tales a partir de 1952, aunque, según recoge el llibret, no hay Cristianos. Tal y como ocurría en el relativamente cercano San Blas, al principio todo el mundo apuesta por desfilar en el bando moro.
Así pues, la Asociación de Comparsas de Moros y Cristianos de Altozano es una “Cabalgata” de, y ahí el punto, “Moros y Moras”. Pero eso no quita para que el vecindario comience a enorgullecerse de sus nuevos festejos. Son más modestas las celebraciones, el presupuesto no da para más, pero no por ello menos divertidas.
Estuvieron sin salir desde 1959 hasta 1970
El primer apagón
En 1959 el Ayuntamiento, sin embargo, continúa erre que erre con que Moros y Cristianos y Fogueres de Sant Joan (por entonces, en castellano, era la época, Hogueras de San Juan) deben estar unidos en la ciudad. El alcalde es por entonces el farmacéutico Agatángelo Soler (1918-1995), y el presidente de la Gestora de las fiestas, el escultor, grabador, pintor y constructor de monumentos fogueriles Gastón Castelló (1903-1986).
Agatángelo Soler está considerado hoy como uno de los alcaldes más queridos que haya tenido la ciudad, y a Gastón se le venera como persona y artista, pero digamos que con esta decisión no anduvieron finos, así que, antes de la pandemia, ya hubo otro parón, pero este bien largo. Las economías altozanas no darán para participar entonces casi como una gran barraca de la hoguera correspondiente, y cierran cuarteles.
De nuevo en las calles
Los Moros y Cristianos de Altozano permanecieron mucho tiempo en barbecho, arrumbados en el baúl de las causas perdidas. Tanto como para que se los citase como irrecuperables. Pero volvieron. En 1970. Y en 1978, el del refrendo a la Constitución, Fogueres y comparsas comenzarán, con permiso municipal, a recorrer viales en fechas distintas.
Un año después, con los primeros ayuntamientos democráticos, se ratificará la independencia de ambos tipos de festejos. Pero ahora se ha dado de nuevo un parón, y no poco importante. Ni 2020 ni 2021 han visto desfilar a los integrantes de la Asociación de Comparsas de Moros y Cristianos de Altozano. Pero en marzo de este año ya hubo, del uno al tres de abril, Medio Año. Ahora lo que toca es que la alegría vuelva a impregnar las calles.