La memoria torrentina, cuando pasea por la calle Cervantes y para frente a determinada fachada en recuperación, por las cercanías del galáctico mercado y la veterana torre, lo primero que recuerda es los bailoteos que aquí hubo desde los sesenta hasta 1990. Fue sucesivamente sala de fiestas y discoteca: se llamó Cervantes, Lime, Departmen y Rayas. Pero antes, y para más veteranas evocaciones, fue el teatro-cine Cervantes.
Desde el último cierre discotequero, el edificio había iniciado un desterronamiento que no fue total quizá por la protección urbanística que se aplicó ese 1990 a su fachada. Se han dado varios intentos de salvarlo, peticiones ciudadanas y políticas, incluso en el 2017 del Centre de Formació de Persones Adultes de Torrent para reubicarse allí. Pero en 2020 el Ayuntamiento anunciaba su definitiva restauración.
Un caso semejante
La vida tiene sus cosas, y este anuncio, con la promesa de destinar unos 600.000 euros a ello, llegaba en el muy prepandémico mes de febrero, dándose así una situación muy parecida al de la alicantina de Crevillent con el teatro-cine Chapí (el aviso allí, en enero). Porque, como en aquel caso, se trata de recuperar algo más que un local.
Consiste en resucitar un buen cacho de la historia de Torrent. Que el asunto posee su importancia lo determinan detalles como la visita a las obras que cursó en octubre de 2021, en plena ensalada de confinamientos y desconfinamientos, el entonces embajador de España ante la Unesco, el buñolense Juan Andrés Perelló. Quizá sea momento de repasar los comienzos del local.
El anuncio de la restauración llegaba en 2020
Variedades y zarzuelas
En su fundamental libro ‘El Cine en Torrent 1911-1996’ (2016), Enrique Carratalá Deval y Jorge Sánchez Antúnez nos informan de lo siguiente: “En 1911 cuando el cine Cervantes preparaba su apertura había diez cafés y dos tabernas en una población que no alcanzaba los diez mil habitantes”. La socialización, como recuerdan los autores, se hacía en estos establecimientos, así que la apertura de una sala de exhibición no dejaba de suponer una novedad.
Pero con un problema: al contrario que en otros países, el cinematógrafo no fue un medio que calase pronto en las plateas españolas, más receptivas ante la zarzuela y las variedades en vivo (‘varietés’) que frente a unas imágenes en movimiento enlatadas, mudas y en blanco y negro. Muchas salas que abrirán por entonces en la Comunitat Valenciana combinarán el celuloide con el teatro, el ‘café-concert’ o el cabaret.
Lo impulsa el co-fundador de la Caja de Torrent
El impulsor tras la obra
Pero su principal impulsor, el industrial torrentí Francisco Torán Fabiá (1868-1954), co-fundador en 1897 del periódico local ‘La Crónica’ y en 1906 de la Caja de Ahorros de Torrent, entre otras muchas iniciativas, no parecía temerle a nada. Cuando abrió las puertas el local, un veinticinco de noviembre, en una calle, la Cervantes, que se había inaugurado un año antes, este se presentaba ante el público con capacidad para 600 plazas.
Se trataba, naturalmente, de un cine-teatro, inicialmente más teatro que cine, con la peculiaridad de que, cuando tocaba proyección, bajaba la pantalla a modo de telón. También estaba preparado para acoger reuniones sociales. Se había construido sobre terrenos, entre otros propietarios, del propio Torán, cedidos al Ayuntamiento.
Y se convertía también el Cervantes en uno de los pioneros en la Comunitat, en un momento en que Hollywood aún no tenía la sartén distribuidora bien cogida por el mango.
El público español aún no era muy receptivo al cinematógrafo
Aún no mandaba Hollywood
De 1908 a 1915 es la época que los historiadores del llamado séptimo arte señalan como la del surgimiento de los primeros magnates hollywoodenses, es decir, quienes fundaron los estudios que tras crecimientos, hundimientos, fusiones y OPAs varias se iban a convertir en las actuales ‘majors’ que inundan de superhéroes nuestras pantallas, aunque también de cine propio y de otros países distribuido, a veces incluso financiado o co-financiado, por estas compañías.
Pero por entonces los países que marcaban el paso en cuestiones cinematográficas eran Francia (donde en cierta manera había surgido todo con la tenida como primera proyección, la de la empresa Hermanos Lumière la noche del veintiocho de diciembre de 1895), aunque comenzaba su decadencia industrial, e Italia, con sus ‘colosales’ historicistas, además de una Alemania pre-hitleriana. En España, aparte de las primeras aventuras barcelonesas, nos encontraremos con un cine popular gestado desde la provincia.
El primer film español
Bueno, aunque la documentación conservada no lo aclara, cabe la posibilidad de que se exhibiese un cortometraje como ‘El ciego de la aldea’ (1907), la cinta española más antigua conservada, filmada en Godella, en l’Horta Nord, por el pionero Ángel García Cardona (1856-1923). García Cardona o su firma, Casa Cuesta, rodaron muchos reportajes sobre València y sus alrededores, incluida Torrent. ¿Se proyectaron?
Sí lo hizo en 1933, según Enrique Carratalá Deval y Jorge Sánchez Antúnez, una ‘Revista Torrent’ presumiblemente encargada por Francisco Torán. Las emociones, risas y sonrisas, penas y lloros a moco tendido, siguieron hasta los sesenta, cuando competencia y taquillas ya no lo hicieron rentable y se tornó bailongo. Ahora se le brinda otra oportunidad.