La medicina moderna, además de para encontrar solución a enfermedades y problemas que antiguamente podían suponer una muerte segura, ha servido para despejar ciertas incógnitas relativas al nivel de desarrollo de las sociedades del pasado.
Así, del estudio de la documentación que ha sobrevivido al paso del tiempo y a los restos de nuestros antepasados, se han podido dilucidar aquellos elementos comunes que llevaron a grandes pandemias o avances y retrocesos sociales.
Espejismo de prosperidad
Esos descubrimientos han permitido, en ocasiones, reescribir o reinterpretar algunos momentos concretos de la historia, como ocurre con el supuesto buen momento que se vivió en el siglo XVIII en toda Europa y, en concreto, en la comarca de la Marina Baixa.
El profesor Paco Amillo explica que “la historia tradicional ha considerado el siglo XVIII como un siglo de prosperidad porque aumenta la población, lo que significa que también crece la producción agrícola, el comercio y, por lo tanto, las cosas van de maravilla”.
Un reclutamiento militar desveló que la estatura de los habitantes de la Marina Baixa era inferior a la media valenciana
Robustos y fuertes
Una idea generalizada que también se había instalado en la comarca de la Marina Baixa donde, como explica Amillo, “en 1793 tenían esa misma idea”. Así lo demuestra que cuando “el botánico Antonio José Cavanilles visita la ciudad y hace su informe, recogió informaciones de personas que conocían muy bien el pueblo y afirma que, como los habitantes de Benidorm son muy trabajadores y disfrutan de un aire muy puro, todos, hasta los más ancianos, anuncian robustez y fuerza”.
Sin embargo, con el paso de los años y los siglos aquel espejismo de prosperidad se fue poniendo en duda y “a partir de 1970, se comienza a estudiar el bienestar de la gente desde otro punto de vista y se incluye la variable de la estatura, ya que es algo que depende de varios factores como son la alimentación, el nivel de higiene, el sanitario o educativo de un grupo. Especialmente, durante la infancia”.
El trabajo infantil lastró la mejora de las condiciones físicas de muchos jóvenes de la época
Reacios al cambio
Por ejemplo, “si un niño no tiene estos niveles adecuados de alimentación, higiene y atención sanitaria, la estatura va a ser más baja que en el caso contrario”. Aunque España fue uno de los primeros países de Europa en abolir el trabajo infantil, algunas sociedades se mostraron más reacias al cambio. De hecho, en la Marina Baixa “se tenía la idea de que si los adultos habían trabajado desde niños, sus hijos tenían que hacer lo mismo, por lo que les ponían a trabajar muy pronto”.
Tanto es así que en pleno siglo XX, “en época de Pedro Zaragoza”, todavía los había que mantenían aquellas tradiciones antiguas, haciendo que “el alcalde tuviera que poner multas a las familias de algunos niños que estaban trabajando en lugar de estar en la escuela”.
Los vecinos de la Marina Baixa eran considerados, erróneamente, robustos y fuertes
Crecimiento desigual
Sea como fuere, actualmente se sabe que “la estatura depende en un 80% de factores genéticos, por lo que eso no se puede tocar; pero el 20% restante depende de esos factores que he comentado antes”. Con todo ello, se ha sabido recientemente que “en el siglo XVIII se produce una reducción de la estatura generalizada, lo que indica que la gente estaba malnutrida. Pero esa situación se prolonga en España hasta 1875, cuando comienza a notarse de verdad la Revolución Industrial”.
Como ejemplo, el profesor Amillo expone que “en 1850 los neerlandeses miden, de media, 164 centímetros, mientras que la estatura media de los españoles es de 162 centímetros, es decir, casi igual. Sin embargo, en 1920, los primeros han crecido 10 centímetros, mientras que los españoles han crecido sólo tres centímetros; y en 1980 los neerlandeses estaban en 182 centímetros y los españoles en 175 centímetros”.
Por debajo de la media
Pero ese crecimiento, incluso dentro de España, también fue desigual. Así, la Marina Baixa se quedó un pasito por detrás que el resto del país, algo que ahora sabemos porque “el 15 de abril de 1762 el alcalde de Benidorm reúne a todos los hombres solteros de 16 a 40 años. Eran 62 varones e iban a ser sorteados para entrar al ejército. Carlos III quería mantener una política de neutralidad, pero los continuos ataques de Inglaterra le obligaron a participar en la guerra, para la que tuvo que crear un ejército a toda prisa”.
Entre los requisitos para ser reclutados, aquellos hombres “debían medir, al menos, cinco pies y una pulgada. En el acto en el que se talla a los jóvenes de Benidorm solo 23 hombres cumplieron ese requisito. La estatura media de Benidorm, de acuerdo a esos datos, es de 161,26 centímetros, más baja que el resto de Valencia, que era de 163,5 centímetros. Es decir, los valencianos, en su conjunto, eran un poco más altos que en Benidorm, lo que demuestra que aquí no estábamos tan bien”.