ENTREVISTA> Ramón Rodríguez Illán / Párroco de la Iglesia de la Santa Cruz (Santa Faz, Alicante, 29-agosto-1970)
Se autodefine como una persona cercana y sencilla, fiel a la tradición, pero muy abierto de mente. De este modo es como se presenta el nuevo párroco de la Iglesia de la Santa Cruz, Ramón Rodríguez.
Procedente de la parroquia de San Bartolomé de la pedanía de Orihuela, no ha podido tener mejor estreno. A los pocos días de su llegada, tuvo la ocasión de vivir las fiestas patronales y comprobar de primera mano el fervor y el cariño que tenemos aquí a nuestra patrona, la Virgen del Remedio.
Sacerdote desde hace veintiséis años, la ilusión que asegura tener al pisar su nuevo destino se traduce en las ganas de predicar la Palabra de Dios con un mensaje de aliento y esperanza.
¿Cuáles han sido sus primeras impresiones como nuevo párroco de la Santa Cruz, qué tal ha sido el recibimiento?
La acogida ha sido muy calurosa. Llegué aquí el 25 de septiembre y he tenido la gran suerte de conocer las fiestas patronales.
Vengo de estar doce años en San Bartolomé, una pedanía de la huerta de Orihuela que cuenta con una población de 2.700 habitantes, a una parroquia que tiene 18.000 personas, así que la percepción que tengo es de que he llegado a una gran ciudad, con una vida muy diferente que me ha causado una impresión muy grande y muy positiva. Vengo muy feliz, con mucha ilusión y me considero ya de Petrer.
«Mi percepción es que he llegado a una gran ciudad»
¿En qué se nota el cambio de una parroquia pequeña a una más grande?
En todo. En la forma de vida y en que hay muchos más servicios. La problemática de la gente es diferente porque la vida en la huerta es más tranquila y aquí va todo más deprisa. También me ha gustado que hay muchos matrimonios y mucha población joven. Es una realidad muy rica que me llena de ilusión.
¿Es diferente el mensaje que se predica dependiendo de la localidad en la que se esté?
El mensaje es el mismo. Juan Pablo II nos decía en su primera encíclica ‘Redemptor hominis’ escrita en 1978, que “el hombre es el camino de la Iglesia”. Por ahí es por donde hay que caminar, en promocionar el aspecto integral de la persona para que abarque todos los campos: el material, el físico y el espiritual.
Al final el objetivo es el mismo, tanto en una parroquia de huerta como en una parroquia de ciudad. Se trata de anunciar a Jesucristo, decirle a la gente que se puede ser feliz y sobre todo lanzar un anuncio de esperanza. En esta sociedad tan difícil y tan competitiva que tenemos, en la que hay un capitalismo materialista pragmático tremendo, hay que dar un mensaje de aliento.
La iglesia de la Santa Cruz está situada en un barrio como es el de la Frontera, que tiene una gran masa de población joven y precisamente este colectivo es el que más alejado está de la religión hoy en día, ¿por qué cree que escasea tanto la fe entre los jóvenes?
Voy a intentar acercarme todo lo que pueda a ellos. El aspecto de la espiritualidad hay que promocionarlo, darse cuenta de que la felicidad no está solo en lo material, sino también en otros aspectos de la persona.
Me gustaría darle a esta parroquia vida, cercanía y alegría. Me ofrezco a que la gente me conozca y me pida lo que necesite. La agenda del sacerdote tiene que estar llena de actividades y no limitarse tan solo a celebrar la misa.
El 13 de noviembre vamos a realizar una convivencia en Ferrusa a la que están todos invitados. Allí haremos una misa de campaña y un concurso de gachamigas, entre otras cosas.
«En el barrio hay una realidad muy rica que me llena de ilusión»
Llegó en una época del año en la que ha podido disfrutar personalmente de las fiestas patronales. La gente de Petrer, sea creyente o no, tiene una gran devoción por su patrona la Virgen del Remedio, ¿ha tenido ocasión de notar ese cariño?
Sí y me ha conmovido mucho porque se nota esa profunda devoción. Al final de la procesión ya dije que la gente ama a la Virgen del Remedio. También he podido disfrutar de las tradiciones de la fiesta como los nanos y gegants, la mascletá o las carasses, y me han encantado.
¿Ha evolucionado mucho su forma de vivir la fe desde que se ordenó sacerdote?
Hay un dicho oriental que dice que “sabe más un hombre mayor sentado mirando a lo lejos que diez jóvenes de pie mirando de cerca”. Creo que todas las personas en general tenemos etapas en la vida en las que se evoluciona y se madura.
Yo me ordené sacerdote un 7 de septiembre de 1996 y ni la vida ni la sociedad eran entonces igual que ahora. Todo ha cambiado desde la crisis del 2008. Las parroquias y los sitios en los que uno está ayudan también a ir creciendo en tu vocación y en tu entrega a la gente.
¿Hay algún cambio que le gustaría que se realizara dentro del seno de la Iglesia?
Yo creo que el cambio es el mismo que hacía Jesús, que era estar cerca de las personas en todo momento. El Papa Francisco incide mucho en eso, en la cercanía con las personas necesitadas, en estar al lado de los pobres y de los que necesitan salvación.
«Me gustaría darle a esta parroquia vida, cercanía y alegría»
De no haber sido sacerdote, ¿qué le hubiera gustado ser?
Muchas cosas. Por ejemplo, técnico de empresas, pintor, o incluso políglota, porque me gustan mucho los idiomas. También me apasiona leer. Mi vocación al sacerdocio me viene desde los siete años y a día de hoy me siento muy feliz.
¿Cuál es su pasaje bíblico favorito?
El salmo 22: “El señor es mi pastor, nada me falta”.
¿Un personaje histórico?
Juan Pablo II y la Madre Teresa de Calcuta. Y como me gusta mucho leer, diría también el escritor Carlos Ruiz Zafón, que falleció hace unos años.