La gente no estaba muy acostumbrada a votar en libertad y por sufragio activo (una persona física, un voto, y no restringido, por ejemplo, a “cabezas de familia”). En varios colegios electorales españoles se repite la imagen de la señora mayor que pregunta: “¿Cuánto es esto?”. Incluso en Tarragona, en un recuento, aparece un voto con quinientas pesetas (hoy unos tres euros, pero entonces un capitalito).
Lo cierto es que las votaciones del miércoles seis de diciembre de 1978, las terceras tras el periodo franquista, iban a quedar bien marcadas. Se votaba sí o no a la primera Constitución democrática en décadas. Que la gente se ilusionó lo demuestra por el hecho de que, de los 26.447.878 de personas que podían participar, según censo, en todo el país, lo hicieron 17.746.532, de los que dijeron sí 15.600.197, el 91,83 por cien.
Reguero de anécdotas
En la actual Comunitat Valenciana, electores censados había 2.545.481, de los que ejercieron el derecho a voto 1.887.143, con 1.676.680 afirmativos, el 92,72 por cien. Y eso que el referendo por aquí, como por el resto de la nación, había tenido sus cosas, aunque en un clima bastante moderado. Lo que no impidió que en una mesa electoral en la alicantina Elda (Medio Vinalopó), se encontraran con una papeleta usada como papel higiénico.
Todavía quedaban resabios del franquismo: solo unos meses antes, en julio de 1978, desde el valenciano Ayuntamiento de Massalfassar (l’Horta Nord), se requería a los aspirantes a encargado pesador de la báscula municipal que, al ganar el cargo, jurasen los Principios del Movimiento Nacional, que habían sido eliminados desde el Parlamento central, en Madrid. Ya en el plebiscito, desde la alicantina Benidorm (Marina Alta), unos belgas querían votar sí, pese a no poder censarse.
En Elda apareció una papeleta usada como papel higiénico
El empuje publicitario
Hubo mucho esfuerzo publicitario. Como los folletos ilustrados por el dibujante cántabro José Ramón Sánchez, quien también se encargó de la misma labor en parte de la propaganda del PSOE para las elecciones de 1977 y 1979. Estos cuadernillos juveniles a todo color los editaba la Comisión Interministerial del Referéndum, y en veintiocho páginas contaban un montón de cosas.
Así, cómo se gestó el texto, que el Rey aseguraba que él debía ser el primero en acatarlo, cuántas cartas magnas hubo aquí, las elecciones del año anterior y cómo se había llegado a estas. Para muchos, la recién estrenada democracia todavía tenía que perder sus dientes de leche, por ejemplo con este plebiscito, anhelado por un País Valenciano (así se llamaba entonces) efervescente en ilusiones.
En estas tierras apoyó el texto el 92,7%
La Comunitat era País
No todo pintaba con los mejores pinceles, en un año en que disminuía la exportación de cítricos debido a una falsa acusación de vender fruta con mercurio. Quizá por ello, para hacer fuerza, nacía en ese mismo 1978, en septiembre, la Corporación Financiera del País Valenciano, con la decisiva aportación de la Caja de Ahorros de Valencia, el Banco de Alicante, Promobanc y el Banco de la Exportación.
Se le sumará en diciembre la Corporación Industrial del País Valenciano. Nuevos cauces para la inversión en una pre-comunidad que aceleraba vías de comunicación, como la autopista del Mediterráneo, cuyas obras horadaban entonces los túneles de la montaña alicantina del Mascarat, entre Altea y Calp. La tasa regional de desempleo alcanzaba el 4,7 por ciento en diciembre, cuando la primera encuesta de población activa del año, en marzo, había anotado un 4,6.
Ese mismo año se reunía el primer Consell
Nace el Consell
Las anteriores elecciones, el miércoles quince de junio de 1977, las primeras desde la República en que podían competir varias formaciones políticas, ganaba la UCD, con 165 diputados en el Congreso, frente a 118 del PSOE, veinte del PCE, dieciséis de Alianza Popular, once del efímero Pacte Democràtic per Catalunya y ocho del PNV, el Partido Nacionalista Vasco.
En la hoy Comunitat Valenciana no habían permanecido ociosos los políticos locales, ya que se creaba el Plenari de Parlamentaris del País Valencià, el Consell desde abril, formado por los 41 diputados y senadores valencianos, alicantinos y castellonenses surgidos en las urnas de 1977. Se afanaban con el actual estatuto de autonomía, aunque desconocían aún qué se cocía en los calderos de los padres de la Constitución.
Sables en lontananza
Se habían reunido por primera vez los miembros del Plenari, veintinueve diputados y doce senadores, el seis de agosto de 1977, en València. Estaban el PSOE (trece diputados y siete senadores), la UCD (once y cinco), el PCE (dos diputados), el Partido Socialista Popular (uno), la Candidatura Independiente de Centro (otro) y AP (otro más). Cimentaban las bases de la actual autonomía.
No iba a ser, de todas formas, un viaje fácil. En lontananza, avivado por un navegar entre ruido de sables que comenzaba a recogerse incluso desde los medios de comunicación, asomaba el 23-F, el golpe de estado del veintitrés de febrero de 1981, con los tanques apuntando al Ayuntamiento de València y el miedo por todas partes, cuando aún faltaba un año para la aprobación del Estatut. Pero eso ya son otras historias.