Históricamente, la Orden de los Pobres Compañeros de Cristo del Templo de Salomón (a lo francés, del Temple) impregna parte del pasado urbano en la ciudad de València, pero en la ficción sus componentes, o son buenos, puros y nobles, o malos, ladinos y conspiradores. En los videojuegos de mundo abierto ‘Assassin’s Creed’ (2007-2020) se convertían en una tecnificada megacorporación.
También Dan Brown, en su novela ‘El código Da Vinci’ (‘The Da Vinci Code’, 2003), basándose en libros pseudohistóricos como ‘El enigma sagrado’ (‘The Holy Blood and the Holy Grail, 1982) y ‘La Revelación de los Templarios’ (‘The Templar Revelation’, 1997), los enredaba en cuestiones conspiranoicas. Pero antes de entrar en la València templaria, aclaremos que templarios y masones no son lo mismo.
Normativas en el vivir
La francmasonería arribó luego, entre los siglos diecisiete y dieciocho, aunque una leyenda del dieciocho atribuye su creación al mítico Hiram Abif, arquitecto del bíblico Templo de Salomón (entre el 832 y el 422 antes de Cristo). De la orden templaria existen referencias de su fundación hacia 1118, tras la primera Cruzada (1096-1099, ganaron los cristianos), por el ex religioso y militar francés Hugo de Payns (1070-1136).
Fue uno de los primeros nueve caballeros templarios e impulsor del conjunto de preceptos que iba a regir su conducta, la ‘Regla latina’, convirtiendo a los templarios en monjes guerreros. Religiosidad, sencillez vital (“aquellos que sirven a la Iglesia sólo pueden tener comida y ropa, y no pueden atreverse a aspirar a nada más”), educación, frugalidad, vida en comunidad, obediencia “al comendador y al maestre”… y castidad más misoginia.
Su fundador impulsó unos preceptos que los convertían en monjes guerreros
Huellas europeas
Lo cierto es que la Orden se extendió por Europa un poco más allá de la última Cruzada (la novena, 1271-1272, con victoria musulmana). Fue el rey Felipe IV de Francia y Navarra, Felipe el Hermoso (1268-1314), quien, asustado por sus deudas con la Orden más la creciente popularidad y poder de esta, presionó al papa Clemente V (1264-1314) para que en 1312 la finiquitara.
Dio tiempo para que su huella se extendiera no solo espiritualmente, sino también físicamente, si bien hoy, cargada la historia con mitos fraguados sobre todo en el pasado siglo, es difícil separar realidad de imaginación. Se habla de las plantas circulares u octogonales. De simbologías en clave. De secretos conectados con lo divino y quizá antidivino. A la que te descuidas, hasta ‘illuminati’ y reptilianos agazapados.
En València los miembros de la Orden serán apresados en 1307
La catedral y su torre
La catedral basílica de la Asunción de Nuestra Señora Santa María de València, iniciada su construcción el veintitrés de junio de 1262, al ser receptora de la reliquia a la que se atribuye ser el mismísimo Santo Grial, carga con el sambenito templario, pese a su planta gótica (esto es, basilical, inspirada en las basílicas romanas, lugares de encuentro poblacional) de tres naves con crucero.
Estuvo conformándose hasta el siglo cuarto, por lo que posee desde elementos románicos hasta neoclásicos, y sí un elemento de planta octogonal, la torre del Micalet (1381-1429), interpretada, como nos hicimos eco aquí, de modo iniciático. Pero no existen en realidad muchas más referencias a un posible pasado templario, aparte de las propiciadas por las hordas de ‘cazatemplarios’ sembradas por Dan Brown.
Los Caballeros Hospitalarios fueron sus herederos ‘espirituales’
De una orden a otra
¿Y no hay más huellas? Anotemos que en València los miembros de la Orden serán apresados en 1307, finalizando obviamente sus actividades. Como ya señalamos, la actual Delegación del Gobierno, a cuatro pasos de la catedral, fue iglesia y palacio del Temple. Por desgracia, del edificio original, luego monasterio, casi nada quedó tras un terremoto. La obra neoclásica actual es de 1761 a 1770, aunque su pasado sigue asociado al nombre (Santa María del Temple).
No muy lejos de la catedral, por donde la parroquia de Santo Tomás Apóstol y San Felipe Neri, en la calle Trinquete Caballeros, tenemos otro templo que haría las delicias de los conspiranoicos. La iglesia San Juan del Hospital (se accede curiosamente junto a su parte trasera), del siglo trece, patentiza quizá esa pervivencia del Temple más allá de resurrecciones como The Ancient and Noble Order of The Knights Templar (la Antigua y Noble Orden de los Caballeros Templarios).
Los herederos
La Orden de San Juan de Jerusalén, o de los Hermanos o Caballeros Hospitalarios, la fundaron en 1084 unos mercaderes napolitanos (de Amalfi), que construyeron un hospital para peregrinos junto a la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén. La relación entre templarios y hospitalarios resultó tan estrecha que a los primeros se atribuye el castillo sirio del Crac de los Caballeros (1140-1170), que realmente levantaron los segundos.
Y hay más relaciones: tras la disolución oficial del Temple, se consideró a los Hospitalarios sus inmediatos herederos ‘espirituales’. Para los bienes materiales se creó en 1317 la Orden de Santa María de Montesa y San Jorge de Alfama, cuya sede acabó siendo Santa María del Temple. Por cierto que San Juan del Hospital fue restaurada en 1967 por la prelatura del Opus Dei. ¿Lo sabía Dan Brown?