Europa se movía mucho entre finales del siglo diecinueve y comienzos del veinte. La clase burguesa (de ‘burgos’, partes nuevas de una ciudad) se hacía poco a poco con el poder, a diferentes pasos y con mayor o menos intensidad según el país, y arrumbaba a la nobleza, permitiendo pero también promoviendo, lógicamente por sus propios intereses, el fin del Antiguo Régimen para abrazar totalmente la Edad Contemporánea, la actual.
Estos ‘nuevos ricos’ iban a hacer gala de su poderío, entonces, con los adminículos tecnológicos del momento, algo así como los ‘smartphones’ de la época, que diríamos. Y también con la cultura, es decir, con el patrocinio (que no dejaba de ser entonces una ‘posesión’) de grupos culturales, por ejemplo musicales, surgidos en torno a obreros, artesanos y comerciantes. En ese clima societal, aparecía en 1891 una formación como l’Orfeó Crevillentí.
Agrupaciones por la provincia
Lo cierto es que el citado orfeón, que con el tiempo, en 1941, se iba a transformar en la actual Coral Crevillentina, conseguía romper una punta de lanza para este tipo de agrupaciones musicales en toda la provincia. De hecho, no hubo que esperar mucho, hasta el año 1901 (o el nueve de enero de 1902, fecha de su presentación en público) para que se gestara, con idénticos mimbres, el Orfeón Alicante.
Algo más tardaron en fundar, en 1947, la Coral Polifónica Alcoyana. Y hasta 1958 no surgía el coro femenino Stella-Maris (entonces Orfeón Infantil del Sureste), en el seno de la Obra Social de la Caja de Ahorros del Sureste (la futura, desde 1988, y desaparecida Caja de Ahorros del Mediterráneo). Dos años después, en 1960, nacía el Coro Parroquial de Onil. Y en 1967, el Orfeón Infantil de Xixona.
Tras nacer l’Orfeó Crevillentí aparecieron otros en la provincia
Orígenes textiles
La sociedad crevillentina de finales del dieciocho y comienzos del diecinueve comenzaba ya a generar esa burguesía necesaria para poner en marcha un aparato sociocultural como el comentado. Aunque la fabricación de alfombras no arranque oficialmente, según las enciclopedias, hasta 1920, la manufactura ya existía al menos desde el siglo quince. Y de todas formas, el textil era además un sector que hilaba profundamente en Crevillent.
Así, los bordados con fines religiosos eran famosos mucho más allá de las fronteras municipales. Lo comercial comenzaba a imponerse a lo agrícola, aunque una fusión de ambos ramos se dio, patentizando ese desarrollo burgués, con el nacimiento en 1876 de la primera plaza de abastos crevillentina. Pero quizá el ejemplo más claro lo tengamos en el ánima del Parc Nou.
El mecenazgo empresarial impulsó el nacimiento de espectáculos como el teatro
Impulsos burgueses
Por un lado, la mayor parte de los terrenos fueron vivienda y fábrica del industrial y político local Pascual Mas Mas (1852-1930), quien, aparte de presidir la Diputación alicantina desde 1924 a 1929, regentó esta factoría textil de segunda generación. Las hilaturas en su caso dieron para mucho, incluida una fuerte labor como mecenas cultural. En el fondo, la quintaesencia de esa burguesía que iba a impulsar el nacimiento de varias entidades culturales.
Es la misma clase que, a petición popular, impulsó la creación, por ejemplo, del teatro-cine Chapí (1914-2008), para una sociedad, la crevillentina del momento, que ante la querencia de este tipo de espectáculo, el teatro, propiciaba el que se representasen obras en patios de casas con capacidad para ejercer las funciones de un edificio dedicado a las artes escénicas. La cultura, aquí, aunó intereses entre unos y otros estamentos.
Del primer orfeón surgió el coro Rabinos
A la par que la demografía
Lo cierto es que resulta muy fácil superponer evolución demográfica a los empujes empresariales, y con ellos un incremento de la masa obrera, de donde se alimentaron las agrupaciones culturales, como los coros, y también el auge de las hoy casi desaparecidas, en España, entidades de ahorro popular, las cuales, además de contar con la burguesía en el accionariado, canalizó esta hucha proletaria generando mecenazgos.
En Crevillent, la música coral podía abarcar cada vez más voces. Si en 1887 censaba 10.114 habitantes, frente a los 7.787 de 1857, en 1900 ya se registraban 10.726, que se convertían en 11.991 en 1930. Dos años después, en 1932, del orfeón primigenio, el del diecinueve, partieron para fundar su propio proyecto los primeros componentes del Coro Rabinos (esto es, ‘maestros’).
Proliferación de agrupaciones
El municipio crevillentino seguía estirando demografía: 14.047 habitantes para 1960. Tres años después, en 1963, comenzaban a entonar quienes formaron el Coro Cantores Alfombras La Imperial, empresa familiar que, eso sí, hilaba sus primeras esteras a partir de 1923 (en 1920 se anotaban 11.216 almas, al fin de la pandémica gripe española, 1918-1920).
En la actualidad, con 29.881 personas censadas en 2022, proliferan las formaciones, de sobresaliente calidad en general y reconocimientos incluso internacionales. A los ya citados, sumemos el coro Amistad y el Virgen de la Esperanza (ambos desde 1983), el orfeón Voces Crevillentinas (1991), el Coro Nuestra Señora del Carmen Carmelitas Misioneras Teresianas de Crevillent, surgido hace unos cuarenta años, más el de la Tercera Edad, el de Mayores del Centro Parc Nou… Y todo empezó nada menos que en 1891.