Si Toledo, de recomendable visita, es conocida como la Ciudad de las Tres Culturas, su equivalente en nuestra provincia debe ser la villa de Chelva, donde fueron capaces de convivir musulmanes, judíos y cristianos en un ambiente de tolerancia hasta el siglo XVII.
Hoy, esta pequeña localidad del interior de València, de alrededor de 1.600 habitantes, reúne gran interés histórico y cultural, al conservar en sus calles, plazas y demás rincones la huella de todos los pueblos que la habitaron.
Chelva, declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico, está formada por una serie de barrios de gran complejidad, de trazado sinuoso y enigmático. Ofrece al turista muchos otros atractivos, como las diferentes rutas que les vamos a descubrir.
Musulmanes, judíos y cristianos convivieron en Chelva en ambiente de tolerancia durante siglos
Ruta de las Tres Culturas
La primera, precisamente la de las Tres Culturas, permite conocer su riqueza histórica, conservada intacta tanto en su urbanismo medieval como en su joyas arquitectónicas y artísticas.
Sin duda, la interculturalidad histórica es el motivo vehicular del itinerario, que enlaza con la propia variedad de la sociedad actual. Son numerosos los puntos que evocan a un pasado de coexistencia, dando lugar a una cultura floreciente y sentando las bases de un desarrollo socioeconómico durante el Renacimiento y Barroco.
Ruta del Agua
El agua es, sin duda, el tesoro de Chelva. Así, a lo largo de su término municipal podremos disfrutar de las aguas del río Tuéjar con un apacible paseo por la Ruta del Agua, además de constantes manantiales y fuentes.
Se trata de una vía turística de trazado circular que combina naturaleza y cultura con una agradable caminata de unas dos horas, con áreas de descanso que la hacen idónea para toda la familia.
Durante esta ruta nos encontraremos con la zona recreativa de Molino Puerto, donde disfrutar de un pícnic junto a instalaciones deportivas y juegos infantiles. También espacios tan singulares como la Playeta -en cuyas cascadas y aguas es habitual bañarse- o el túnel de Olinches, excavado en la montaña y que nos transporta a un abrupto paraje del río.
Declarada Bien de Interés Cultural, está formada por una serie de barrios de enorme complejidad
Ruta de los Lavaderos
Los lavaderos públicos son construcciones de uso comunitario, generalmente realizados al aire libre y cubiertos con techumbre para proteger de los rigores meteorológicos. Estas edificaciones de carácter popular tuvieron un papel determinante en el desarrollo de las condiciones higiénico-sanitarias de la sociedad del siglo XIX y parte del XX.
Cumplían, asimismo, una destacada función en las relaciones sociales, al ser un punto de encuentro y reunión, sobre todo de las mujeres. En Chelva se conservan en la actualidad siete lavaderos, la mayoría de ellos todavía en uso.
Senda de los Pescadores
Ruta que discurre desde el área recreativa Puente de Barraquena, a través de antiguos campos de algarrobos, hasta la ribera del río Túria, también conocido como río Blanco. Se puede apreciar en esos 1,2 kilómetros la fauna y flora que el paisaje presenta y la simbiosis que entre animales y plantas se crea en el seno de este singular ecosistema.
Tradicionalmente el camino ha sido empleado por los pescadores para llegar al lecho del río y ejercer las labores de pesca bajo la sombra que brinda la frondosa vegetación del bosque.
Una de sus rutas más recomendables es la del Agua, que atraviesa cascadas, manantiales y lugares donde bañarse
Barrios históricos
El barrio andalusí ‘Benacacira’ es la antigua medina musulmana de los siglos XI y XII, en la que se preserva hoy en día el trazado intacto: callejones sin salida, casas encaladas, soportales que oscurecen sus estrechas y tortuosas calles…
La medina se asentaba sobre un promontorio, desde el que se controlaba las huertas próximas al río, rodeada por una muralla que la unía al alcázar.
Por su parte, el barrio cristiano ‘Ollerías’ fue conformándose durante el siglo XIV y recibe su nombre de los hornos de producción de cerámica que se fueron instalando en sus calles. Su configuración urbana es mucho más amplia y ordenada.
El judío ‘Azoque’ es un barrio que conserva la estructura de la aljama medieval: el aire recoleto y misterioso de sus callejones -con sus portales de entrada- lo convertían en una isla entre las zonas cristiana y mudéjar.
Lugar con encanto
Finalizamos el amplio recorrido por el barrio mudéjar-morisco de ‘Arrabal’, creado a partir del siglo XIV en los arrabales de la ciudad amurallada. De trazado serpenteante que mantiene sus elementos históricos, le convierten en uno de los lugares con mayor encanto de la localidad.
Muestra recovecos llenos de recuerdos y monumentos, donde gozar del sonido del agua de las acequias, del fresco de las fuentes, de las piedras talladas en la muralla y de la mezquita de Benaeca, hoy rehabilitada como ermita de la Santa Cruz.