Si en nuestros tiempos la política semeja terreno convulso, cabe imaginarse cómo debió de ser por el siglo XV en estas tierras, más o menos por la actual Comunitat Valenciana. El lío de propiedades era tal, entre nobles y generosos, caballeros y ciudadanos, con cesiones, ventas, enajenaciones y demás, que Fernando El Católico (1452-1516) dictó una Real Orden, fechada en mayo de 1493, para intentar paliar una situación que creaba malestar general.
Efectivamente, sobre los habitantes de una zona, la que fuera, pesaba finalmente una incertidumbre total sobre qué pasará mañana. Nuevos señores, amos o lo que tocase, nuevas reglas. Un resultado práctico fue el encargo de recopilar lo hipotecado o alienado (enajenado) y que se vino a llamar el ‘Llibre de jurisdiccions de certs barons’ (1498), donde quedaban registrados todos los señoríos del territorio.
Entre dos eras
Realmente todo esto no dejaba de tener un sentido muy funcional. El XV está marcado como el del fin de la Edad Media (que había comenzado en el siglo V) y en el fondo el comienzo de la Edad Moderna, hasta el XVIII. El primer viaje transoceánico de Cristóbal Colón (1451-1506), con el descubrimiento de un nuevo continente, es la fecha que se marca en los calendarios históricos.
Pero en realidad este paso del Antiguo Régimen, del feudalismo, a una nueva sociedad basada en el comercio, con la aparición progresiva de otra clase social, la burguesía (por los burgos, nuevos barrios en las ciudades, al principio fortificados, donde asentaban artesanos y comerciantes), iba a darse poco a poco, preocupando a los antiguos estamentos, que hubieron de adaptarse o desaparecer.
La centuria está marcada por el declive del Antiguo Régimen
Un siglo terrible
En esta convulsa centuria, la del XV, de terribles guerras, desgarradoras hambrunas y letales pandemias, lo que de paso le aceleraba la fecha de caducidad al feudalismo, es cuando se culmina esta obra conservada (en tres tomos) en el Archivo de Valencia con el título completo de ‘Libre de jurisdiccions de certs barons de les Vales y Llocs del Regne de Valencia, desde 23 d’maig 1493 fins 13 de setembre 1498’.
La feudal, recordemos, es una sociedad fuertemente estratificada, en lo que podríamos llamar una pirámide del vasallaje (vínculos de dependencia y fidelidad de una persona hacia otra), donde desde la base (los esclavos o siervos) se van estableciendo una serie de contratos con el estamento superior en busca de protección y techo. De abajo arriba, seguiría la plebe o el Tercer Estado (sin privilegios, pero pagan impuestos).
Los registros abarcan desde mayo de 1493 hasta septiembre de 1498
Pirámide feudal
Más arriba, bajo clero y baja nobleza. Encima, alto clero y alta nobleza. Sobre todos ellos, el rey, el CEO (‘chief executive officer’, el mandamás) de la época. Las Ofertas Públicas de Adquisición (OPA; o sea, voy a por tu firma, sobre todo si es OPA hostil) de la centuria, fraguadas en los altos estamentos, tejían una maraña de adquisiciones y fusiones entre señoríos. Y encima, sí habían OPAs hostiles: entonces se practicaban a mandoble y tentetieso.
En todo caso, lo de ‘certs barons’ podría confundir: no solo se anotaron en el encargo las propiedades de los nobles, es decir, quienes por herencia o méritos propios poseían exenciones de impuestos (aunque pagaban tributos extraordinarios, las ‘derramas’ de la época) y poder de gobierno o mando. En el Reino de Valencia el tener antepasados que lucharon junto a Jaume I (1208-1276) era algo más que un buen punto.
Destruir archivos buscaba el borrón y cuenta nueva sobre propiedades
Estamentos valencianos
Entonces, ¿quiénes eran a quienes Fernando El Católico, también Fernando II de Aragón, Fernando V de Castilla, Fernando II de Sicilia, Fernando III de Nápoles, Fernando II de Cerdeña y Fernando I de Navarra, llegó a exigir que presentasen los títulos de propiedad ante el “portantveus de general governador” o directamente ante el baile, bayle o batle general (administrador del rey)?
Nobles eran sobre todo ricohombres y mesnaderos (caballeros) descendientes de quienes acompañaron a Jaume I, o quienes ganaron el título por méritos propios, seguidos de caballeros armados directamente por el monarca que tocase. Los nobles de sangre valenciana eran denominados generosos, a los que seguían los ciudadanos, quienes permanecieron en las ciudades renunciando a ser armados caballeros, ejerciendo de jurados o regidores, o los intelectuales de València, Alicante y Xàtiva por respectivos privilegios reales (1420, 1687 y1689).
Documentos en peligro
El esfuerzo de Fernando El Católico quedó, sin embargo, deslucido con el tiempo. Si bien el ‘Llibre de jurisdiccions de certs barons’ es hoy un importante objeto de consulta, peligró su actual presencia. El Reino valenciano fue pasto de más trifulcas, de batallas sin fin, donde los papeles de propiedad acabaron valiendo poco menos que nada.
La batalla de Gandia o del río Vernisa, por ejemplo, el 25 de julio de 1521, inscrita en la llamada rebelión de las Germanías (1519-1523), entre los reinos de Valencia y Mallorca, llevó a que los contendientes se lanzaran a destruir cuanto archivo hallasen: se buscaba, y en muchos casos se consiguió, el borrón y cuenta nueva sobre propiedades, tierras y señoríos. Como se dijo, una OPA de la época.