El premio de Ensayo e Investigación ‘Faustino Alonso Gotor’ concedido por la comparsa de Estudiantes en 2022 recayó en Vicente Prats García por su obra ‘El bar del Tío Pere el Cafetero y la Horchatería de la Feria’. Un homenaje a un emblemático bar situado frente a la Plaza del Rollo que estuvo en funcionamiento entre 1888 y 1976.
Este autor es el sobrino del último propietario del negocio, Paco ‘Cafetero’, a quienes le precedieron detrás de la barra su madre Lolica y su abuelo Pedro. Una historia de cafeteros que merece la pena recuperar y que, gracias al gran trabajo de Vicente Prats García, quedará para siempre inmortalizado en el imaginario villenense.
El Tío Pere ‘el Cafetero’
Pedro Clement Catalán nació en Villena el 30 de julio de 1858. A su vuelta del servicio militar trabajaba como ferroviario, además de ayudar a sus padres, José y Catalina, cafeteros de profesión, y contrajo matrimonio con María Dolores, con quien tuvo nueve hijos. Perico ‘el Cafetero’, como todo el mundo le conocía, era una persona afable, “de carácter autoritario, aunque amable”, tal y como le describe su descendiente Vicente Prats García.
Su gran corpulencia le sirvió de gran utilidad en el negocio para lidiar con clientes que, bajo los efectos del alcohol, pretendían subir los decibelios o crispación del ambiente. Los que le conocieron destacan su don de gentes “para ser flamenco sin dejar de ser recto”, así como su gran visión comercial para instaurar dos negocios de gran éxito: el bar El Cafetero y la Horchatería de la Feria.
Su visión comercial empujó a Pedro ‘Cafetero’ a iniciar el negocio junto a la Plaza Mayor en 1888
Inicios del bar
En el año 1888, con treinta años, Pedro Clement ya aparece dado de alta en el epígrafe de Vinos y Aguardientes del Registro Industrial, en el nuevo domicilio de calle Corredera número 2, junto a la Plaza Mayor. Un centro neurálgico, administrativo y comercial en Villena, donde adquirió un local en propiedad, tras unos meses de alquiler, y que le acompañó hasta su muerte.
Fue famoso en el lugar el café y los helados artesanos que este bar, situado junto a la carretera de paso entre Alcoy y Madrid, ofrecía a vecinos y visitantes acompañado de una amplia variedad de licores y aguardientes. Comerciales de todos los sectores, propietarios de la huerta, trasnochados bohemios y jornaleros convivían en El Cafetero entre una seleccionada discografía que mediante una gramola animaba el ambiente.
La ubicación estratégica en el acceso a la huerta, junto a la carretera que unía Madrid y Alcoy, le brindó una variada clientela
Segunda generación
Pedro ‘el Cafetero’ fallece el 20 de febrero de 1936, trece años después de la muerte de su esposa, Dolores González Ibarra, quien lo hizo en el mes de agosto de 1923. Tras el reparto de bienes en la herencia es Lolica ‘la Cafetera’, una de las hijas del matrimonio, la que se queda con el negocio y lo mantiene activo junto a su esposo Pedro García Pardo, hijo del Tío Frasquito, con quien se había casado en 1931.
En 1947 formalizaron la compraventa de la planta baja del Almudí o Pósito donde anteriormente se había ubicado el bar del Chendre, siendo la planta superior de propiedad municipal, donde estaba ubicada la Escuela del Maestro Chanzá. Este edificio fue derribado en 1953 cuando se llevaron a cabo las obras del nuevo bar, el cual adquirió el ‘reancho’ municipal que se formaba ante el edificio y que durante años había alquilado el bar para organizar conciertos.
Después de tres generaciones, el bar echó el cierre en 1976, tras lo cual se construyó un bloque de pisos
Icono en nuestra sociedad
Tras superar años muy duros y conseguir amortizar la deuda del nuevo bar, El Cafetero volvió a brillar como local que acompañaba a la población desde los churros y el ‘calentico’ con las copas de coñac de los primeros madrugadores, hasta los últimos vermús pasada la una de la madrugada. El sonido de las fichas de dominó tan sólo se interrumpía ligeramente a la hora de la comida, con las mesas de mármol como libreta para el tanteo de sus partidas.
Varias comparsas surgieron entre sus paredes, siendo incluso sede de la Comparsa de Piratas durante varios años. Y es que, además de su inmejorable ubicación para ver el desfile de La Entrada, Lolica ‘la Cafetera’ invitaba a la banda municipal de música a un refrigerio durante este desfile. Una simbólica parada frente a la Plaza de Rollo que, todavía hoy, se mantiene en la ciudad.
El adiós del bar
Tras la muerte de Lola en 1959, su hijo Paco ‘Cafetero’ se hace cargo del negocio junto al incombustible ‘Vedrines’, camarero que atendió el bar durante más de cuarenta años, su mujer Mariana y la colaboración de Ramona en la cocina. Paco puso fecha de caducidad al negocio, fijando la jubilación de ‘Vedrines’ como el adiós a este emblemático bar en la ciudad.
Esta llegó el 8 de septiembre de 1976, día señalado en la ciudad por la festividad de nuestra patrona, donde por última vez echó la reja este emblemático local que durante casi noventa años fue testigo del paso del tiempo en la ciudad. El derribo del edificio no se llevó a cabo hasta el año 1979, tras lo cual se construyó el edificio de pisos frente a la Plaza del Rollo.