La vida es lo que tiene, que a veces no permite más. ¿Qué quedó en la recámara creativa del periodista y comediógrafo crevillentino Ramón Asencio Mas (1876-1917)? Cuando apenas había cumplido los cuarenta, la tuberculosis se lo llevó. No ha trascendido mucho hoy su nombre, pero sí buena parte de su obra, escrita solo o en colaboración.
Fue, por ejemplo, el coautor del libreto de la zarzuela ‘El puñao de rosas’, estrenada el 30 de octubre de 1902 en el madrileño Teatro Apolo (1873-1929), en plena calle de Alcalá. Las otras letras las ponía el alicantino Carlos Arniches (1866–1943) y la música el villenense Ruperto Chapí (1851-1909). Entre alicantinos en la capital del reino.
La reina regente
Bien, un reino era: el monarca oficial, Alfonso XIII (1886-1941), desde el mismo día de su nacimiento, el 17 de mayo de 1886. Aunque es cierto que hasta el 17 de mayo de 1902, con la mayoría de edad de su hijo, ejerció de reina regente María Cristina de Habsburgo-Lorena o de Austria (1858-1929), tras haber sido reina consorte de Alfonso XII (1857-1885) desde el 29 de noviembre de 1879.
Al contrario que la anterior reina regente, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias (1806-1878), esta (aunque las crónicas transoceánicas le adjudiquen indistintamente a ambas la cancioncilla ‘María Cristina nos quiere gobernar’) resultó mucho más positiva, buscando acercar monarquía y pueblo. Pero se enfrentó a una dura sombra: la pérdida de las colonias españolas. Lo que no fue obstáculo para que el Madrid de la época fuera hervidero de realidades y posibilidades.
La familia marchó a Madrid con el autor siendo aún muy pequeño
En pleno centro
Ir a “hacerse los madriles” era un pensamiento recurrente en quien, desde provincias, quisiese medrar, por ejemplo, en las letras. Allí se encuentran los grandes teatros, las imprentas de los libros más leídos, de allí podías volver con el prestigio y la fama a tu tierra de origen. En aquellas tierras, en suma, estabas en el mismísimo ombligo societal y político de España.
Ramón Asencio Mas, nacido un 7 de noviembre en la crevillentina calle San Pascual, 20, hoy pleno centro histórico y a pocos pasos de la Iglesia de Nuestra Señora de Belén, donde se le bautizaba cinco días después, vivía en el seno de una familia que, precisamente, buscaba un nuevo horizonte. No es que Crevillent en aquellos tiempos no tuviera nada que ofrecer. La industria comenzaba a arrancar maquinarias por la época.
Entabló pronta amistad de cuanto paisano alicantino hallara
La marcha a la capital
La ciudad del Vinalopó ha visto cómo durante el siglo XIX pasó, por ejemplo, de censar 7.787 habitantes en 1857 a registrar 10.114 en 1887. En 1876 se abrió, de hecho, la primera plaza de abastos crevillentina. El municipio enfilaba ya hacia el nacimiento oficial de la industria alfombrera, como planteamiento industrial, en 1920. Pero Madrid continuaba ofreciendo mucho atractivo.
El caso es que el matrimonio de Ignacio Asencio Candela y de Francisca Mas Mas, padres de Ramón Asencio Mas, marchaban a la capital nacional con su hijo aún bien joven. No desdeñó en absoluto su pasado el futuro periodista y escritor. Incluso allí, en la ciudad del oso y el madroño, entabló pronta amistad con cuanto paisano alicantino hallase. Como Arniches, a quien atribuyen la invención del habla castiza.
Escribió casi toda su obra en colaboración con otros autores
Vespertinos y tauromaquias
Como redactor, trabajó en muy diversos medios, como el vespertino (ediciones de tarde) conservador ‘La correspondencia de España’ (1859-1925) o la revista taurina ‘La Lidia’ (1882-1900), para muchos la más importante sobre tal temática. En la parte comediógrafa, eso sí, la cosa iba a costar un poco bastante más, hasta que, por fin, le llegó el éxito, compartido, con ‘El puñao de rosas’.
El Madrid de la época se encontraba en plena metamorfosis: se construía obra nueva por doquier, empezando por una Gran Vía que no se inaugurará, por tramos, hasta 1924 y 1925. Reivindicó entonces su papel como centro político, social y cultural. Los aspirantes a proporcionarle contenido a esto llegan en masa. De los 400.917 habitantes registrados en 1877, pasamos a los 556.958 en 1900, y los 728.937 en 1920. Quien quiera medrar ha de peleárselo.
Arranque y parón
Tras su éxito con Arniches y Chapí, llegarán otras zarzuelas, casi todas escritas en colaboración, como ‘El pelotón de los torpes’ (1903), con Antonio Paso (1870-1958) y música de Ángel Rubio (1846-1906) y José Serrano (1873-1941). E incluso melodramas como ‘La misa del gallo’ (1913), con Luis Mariano de Larra (1830-1901) y partitura del alicantino Tomás López Torregrosa (1868-1913). Comenzaba a despegar la carrera de Ramón Asencio, incluso como dramaturgo.
Por desgracia, la vida le tenía preparada la zancadilla. La tuberculosis, la llamada tisis o peste blanca, enfermedad pulmonar, campaba a sus anchas en una ciudad en escalada poblacional. Aunque desde comienzos del pasado siglo se vigila su evolución en el país, esto no puede evitar que, en ocasiones, se desboque. Un informe municipal hablaba de 35 y 48 fallecidos por cada mil. Y uno de ellos fue, un 10 de abril, el crevillentino Ramón Asencio Mas, casi cuando tocaba la gloria.