Vivimos en uno de los países más bonitos del mundo, con ciudades y espacios naturales de incalculable belleza. Para muchos la provincia más espectacular es la de Girona, por su Costa Brava y municipios como Cadaqués, Tossa de Mar o Calella de Palafrugell. Otras extremadamente hermosas son las de Cádiz, Málaga, Huesca, León o Cáceres.
La nuestra está entre las más atractivas, gracias a lugares tan singulares como las calas naturales, un regalo de la Costa Blanca. Mantienen un estado lo más natural posible -al margen de urbanizaciones y alteraciones-, y ofrecen aguas cristalinas, con fondos de posidonia oceánica y ricos en biodiversidad marina.
Algunas son sumamente conocidas y concurridas -como la Cala Moraig o La Granadella- mientras otras serán todo un descubrimiento, por su ubicación (en ocasiones de difícil acceso) o singularidad. Van de amplios arenales hasta pequeñas calas recoletas al abrigo de imponentes acantilados.
Sur
El espacio entre la Cala de la Mosca y Punta Prima es el único suelo no urbanizado en Orihuela Costa, zona en la que hallaremos especies de flora y fauna amenazadas y protegidas por ley, como la pequeña planta Jarilla de Cabeza de Gato. También es un área con pradera de posidonia, siendo rica en biodiversidad marina e idónea para la práctica de snorkel.
La preciosa Cala Ferris, de aguas cristalinas, es uno de los pocos reductos vírgenes de la costa de Torrevieja, un lugar perfecto para igualmente hacer snorkel y sumergirse, además de pasear a orillas del mar. Otras calas del municipio son la del Moro o la de la Higuera.
Tabarca
La isla de Tabarca merece mención especial, como demuestra que las aguas cristalinas que la envuelven fueron declaradas Reserva Marina en 1986, siendo el primer espacio protegido de su categoría en España.
Así, a lo largo de casi dos kilómetros, este antiguo refugio de piratas nos permitirá nadar y hacer snorkel en alguna de las aguas más limpias y repletas de biodiversidad de la Costa Blanca, con fondos llenos de posidonia oceánica y fauna marina.
Ofrecen un estado lo más natural posible, aguas cristalinas y fondos de posidonia oceánica
Alicante y alrededores
Entre las playas de la Albufereta y la de San Juan, el Cabo de la Huerta de Alicante es un espacio natural de gran relevancia ambiental y paisajística, donde se ubican la Cala Cantalars y la Cala Palmera, entre otras.
El Campello dispone de más de quince calas y playas, repartidas en sus veintitrés kilómetros de costa. Las hay para todos los gustos, destacando los Baños de la Reina, en el extremo de la pequeña península de la Illeta dels Banyets.
Otro imprescindible es La Vila Joiosa, con calas como la del Xarco, de unos 350 metros, dominada por una torre vigía del siglo XVI, o el Racó del Conill, de tradición naturista, en una zona de pequeños acantilados y hermosas aguas cristalinas.
Algunas serán todo un descubrimiento, por su ubicación de difícil acceso o su singularidad
Benidorm, Altea y Calpe
Al norte de la provincia se localizan las calas más bellas y demandadas. En el extremo más natural de Benidorm, junto al Parque Natural de la Serra Gelada, nos sorprenderán dos pequeñas calas de fina arena y lecho rocoso como son la de l’Almadrava y la del Tío Ximo.
La Cala de la Barra Grande, por su parte, en la zona norte de Altea, está protegida por la Punta del Mascarat. Esta diminuta cala es naturista y mide apenas cincuenta metros de ancho, con acceso complicado por una senda con pendiente pronunciada.
Llegamos al Morro de Toix, frontera natural entre la Marina Baja y la Alta, zona abrupta que ha dado rincones tan fascinantes como la Cala del Racó del Corb. Ya en Calpe, la Cala El Racó, de grava, cantos rodados y algo de arena, muestra una panorámica del Peñón de Ifach.
Norte
El litoral de Benissa brinda varias calas realmente bonitas, como la de la Llobella, Cap Blanc o Punta Estrella. Muy cercana, El Portet de Moraira puede ser una de las playas favoritas, por el color azul turquesa de sus aguas, en una bahía protegida por la península del Cap d’Or.
Benitatxell presume de tener algunas de las calas más hermosas de la provincia, entre ellas, la Cala de Moraig -con aforo limitado-, custodiada por imponentes acantilados y rodeada de maravillas de la geología como la Cova dels Arcs.
Xàbia enamoró al pintor Joaquín Sorolla por su luz mediterránea y recovecos, como la Cala Barraca o Portitxol, ahora de gran popularidad en buena parte por sus casas de pescadores de puertas azules.
Finalmente, la Cala Granadella es la icónica de muchos: preciosa cala de grava y agua turquesa, flanqueada por cantiles de color verde radiante. En ella se han rodado películas de Hollywood y ha sido galardonada como una de las diez mejores playas de nuestro país.