Ya en la época de los romanos se sabe que había asentamientos en las laderas del río Monnegre. Hasta hace algunas décadas se contaban por centenares las familias que residían en esta zona ubicada entre los términos municipales de Alicante, Jijona, Mutxamel y San Vicente del Raspeig.
Sin embargo en la segunda mitad del siglo XX fue sufriendo de forma cada vez más encarnecida el fenómeno del despoblamiento que tanto se ha cebado con los ambientes rurales en España. Actualmente apenas resisten unos pocos monnegreros, a pesar de sufrir una casi total ausencia de servicios que hoy en día consideramos esenciales. En este periódico hemos querido conversar con dos de ellos.
Esta zona comenzó a despoblarse hacia los años 60 ante el declive de la agricultura
Los buenos tiempos
Eduard Barrachina tiene 70 años y es originario de Monnegre de Arriba (Montnegre de Dalt), una de las aldeas que forman parte de esta diseminada partida y probablemente la más aislada de todas, estando ubicada en el término municipal jijonenco. Residió aquí hasta que se casó a los 24 años para establecerse en Jijona, donde trabajó primero en la industria del turrón y luego de comerciante. Ya jubilado y con sus hijos bien criados, ha decidido regresar a sus raíces.
Su vecino Víctor Blay vivió en el mismo poblado hasta que sus hijos llegaron a la edad escolar, momento en el que se trasladaron a Alicante dado que la antigua escuela ya había cerrado. Desde entonces a este agricultor, de 66 años, le ha tocado estar subiendo a trabajar sus tierras cada día hasta su jubilación.
“Recuerdo que cuando éramos niños vivíamos unas cuarenta familias en Montnegre de Dalt, y éramos una treintena de alumnos en la escuela. Todas las casas, por pequeñas que fueran, estaban habitadas. En nuestras tierras cultivábamos varios productos como patatas, espinacas, cebolletas, tomates, judías, coliflores… y los vendíamos en los mercadillos de las localidades del entorno. Además teníamos animales en casa, para no tener que recorrer kilómetros hasta la carnicería más cercana en Mutxamel o Jijona” nos relata el segundo.
Las casas no reciben ni agua potable ni luz corriente
La decadencia de la agricultura
Ambos monnegreros recuerdan cuando aquella ‘Belle époque’ comenzó a torcerse, hacia finales de los años sesenta, debido a la despoblación. “La agricultura es muy sacrificada, siempre tienes que estar mirando para arriba. Si llueve poco, demasiado o pedrea sales perdiendo. Llegó un momento en que las familias se fueron marchando a las ciudades para trabajar en la industria”, nos indica Eduard.
“Un agricultor familiar hoy encuentra muchas dificultades para vivir aún teniendo un buen terreno de unas 14 o 15 hectáreas. Esa misma extensión de tierra cuando yo era niño daba para trabajar a una docena de personas, pero ahora ni de lejos” nos señala Víctor.
Según nos indican, actualmente en Monnegre de Arriba apenas quedan ya cuatro personas durmiendo por las noches. Durante las horas del día se suman unas diez más que suben para trabajar la tierra, y luego regresan a sus residencias en Alicante, Mutxamel o Jijona.
La antigua escuela se utiliza hoy en día como centro social
Malos accesos
Lo cierto es que la indiscutible belleza natural de este emplazamiento, metido entre montañas y rodeado de naturaleza, contrasta con sus nefastas condiciones de vida.
Ya incluso para llegar hasta aquí no tienes mejor remedio que sufrir las inclemencias de una carretera plagada de baches. Y sobra decir que el coche es la única opción de transporte, dado que la parada de autobús más cercana a Monnegre de Arriba está a unos diez kilómetros, en la urbanización mutxamelera de Río Park.
“Cuando hay una urgencia médica habitualmente tiene que aterrizar un helicóptero, porque la carretera es tan mala que las ambulancias no se atreven a meterse. La última vez ocurrió recientemente con un ciclista que tuvo un accidente” nos relatan.
Según nos cuentan sus habitantes algunos accesos a esta zona llevan sin terminarse de habilitar incluso desde antes de la Guerra Civil. En los años noventa comenzó a hablarse de la posibilidad de crear una vía verde que recorriera la ladera del río Monnegre, desde El Campello hasta la presa de Tibi. Por fin en 2021 la diputación anunció la puesta en marcha de este proyecto, pero… “desde entonces no hemos sabido nada más” se lamentan.
Sin servicios básicos
Una vez que por fin se consigue llegar a la citada aldea, tampoco uno se encuentra precisamente con muchas comodidades sino más bien con un retorno involuntario al siglo XX… o se podría decir que incluso al XIX. La cobertura telefónica es ínfima e internet no llega. Por no haber, las casas ni siquiera reciben luz eléctrica ni agua corriente potable, por lo que los vecinos han tenido que instalarse placas solares y aljibes que recogen el agua de lluvia.
“Hasta que la Administración no otorgue estos servicios tan básicos, cualquier tipo de repoblación es imposible. ¿Cómo viene una familia hasta aquí si dependes de que llueva o de que una empresa te traiga una cuba de agua para fregar un plato?” nos exclaman.
Por si todo esto fuera poco, curiosamente esta escandalosa falta de servicios públicos no impide a las administraciones solicitar numerosas exigencias a los propietarios de terrenos si quieren construir. “Yo tengo tierras heredadas de mis padres aquí, pero no puedo hacerme una casa porque siempre nos ponen mil pegas para edificar” nos señala Eduard.
Lucha vecinal
Ante esta penosa situación algunos de los monnegreros que aún resisten en el enclave se han movilizado para reivindicar unas condiciones más dignas. Eduard fue concejal de Medio Ambiente y Caminos Rurales en Jijona, mientras que Víctor es miembro de la asociación vecinal. Desde sus trincheras han logrado algunos pequeños avances, sin embargo nos reconocen que históricamente aquellas pocas actuaciones públicas realizadas en Monnegre han tenido que ser financiadas por los bolsillos de los propios vecinos, como ocurrió con la construcción de los puentes que cruzan el río.
“Ahora estamos contentos con la alcaldesa de Jijona ya que por primera vez en mucho tiempo hemos recibido una ayuda económica para reformar el antiguo colegio. Aquí es donde hacemos nuestras reuniones sociales” nos señala Víctor.
En otros tiempos el poblado celebraba tres días seguidos de fiestas por la Virgen de los Dolores. Actualmente los vecinos se juntan durante un rato cada 2 de agosto, día de su patrona, en las antiguas escuelas para tomar un vino de honor y al menos conservar algo de esta sentida tradición monnegrera.
Los vecinos tienen claro que seguir reivindicando lo que otra persona residente en casi cualquier otro lugar de España daría por hecho… es el único camino. No en vano hace algunos años los residentes de la aldea de Monnegre de Abajo (Montnegre de Baix) sí consiguieron que la red eléctrica llegara por fin hasta sus casas… aunque también tuvieron que contribuir de sus propios ahorros para financiar dicha instalación.
En Monnegre de Arriba ya apenas quedan unas cuatro personas durmiendo cada noche
Invisibilidad
Desde hace años nuestros entrevistados han llegado a la triste conclusión de que el verdadero problema que tiene este enclave es que se ha vuelto invisible para el resto de la población de la comarca.
“Normalmente la gente no sabe que existimos. Incluso nos encontramos con políticos o personas con estudios universitarios que desconocen completamente que estamos aquí. Hay alicantinos, mutxamelers, sanvicenteros y jijonencos que todavía buscan las patatas y demás productos agrícolas de Monnegre en los mercados de sus municipios… pero que no saben ni dónde estamos. Todo esto nos duele en el alma” nos apuntan.
«Sentimos que la población de la comarca se ha olvidado de que Monnegre existe»
Para saber más
Quien quiera realizar una visita a Monnegre encontrará en su recorrido fantásticos paisajes, antiguos molinos de agua en la cuenta del río, ermitas, una importante variedad de especies arboladas, senderos geológicos y por supuesto… el pantano de Tibi. Si el día se queda corto precisamente en Monnegre de Arriba hay una casa rural, el único negocio privado que aún persiste en dicho caserío.
Igualmente para conocer con mayor profundidad la riquísima historia, sociedad, naturaleza e idiosincrasia que alberga este peculiar lugar recomendamos la imprescindible lectura del libro ‘Montnegre. Un río, un territorio, un paisaje’ escrito recientemente por Assumpció Brotons y Jorge Payá, y publicado por la Universidad de Alicante.