Entrevista > Carlos Juan Busquiel / Luthier (Elda, 15-febrero-1980)
Por las manos de Carlos Juan Busquiel han pasado docenas de guitarras, que moldea con esmero artesanal hasta conseguir dotarlas de esa sonoridad tan especial que demanda el cliente. Aunque su primera creación fue un violín hecho de manera totalmente autodidacta, pronto se decantaría definitivamente por las seis cuerdas.
Recibe encargos de España y del extranjero, y asegura que una de las cosas más importantes que debe tener una buena guitarra, además del sonido, es que tenga una buena estética y unos buenos detalles distribuidos de forma armónica. En su taller situado en Elda, muy cerquita de la frontera con Petrer, lo podemos encontrar trabajando actualmente en su guitarra número 184.
«Mi primera creación fue un violín hecho de manera autodidacta»
¿Cómo llegas a convertirte en luthier?
Siempre he sido un apasionado de la música y por eso estudié magisterio en esta especialidad. Tocaba el violín, y además me llamaba mucho la atención la construcción de este tipo de instrumentos, así que de manera autodidacta empecé a construirme uno.
En ese momento ejercía como maestro en la escuela de adultos de Petrer, y buscando encontré unos cursos que se hacían en Cádiz de construcción de guitarras, un instrumento que, por cierto, ya tocaba desde mi época de estudiante en el conservatorio.
Por tanto, en el año 2008 dejé de lado los violines y me fui con el maestro José Luis Porras, con el que descubrí lo que es la construcción de guitarras.
A partir de ese momento, ¿te picó el gusanillo de construir guitarras?
Cuando volví de Cádiz, terminé la guitarra que había empezado a hacer allí y se la enseñé a Pepe Payá, el director del Festival de la Guitarra de Petrer. Le gustó, y me animó a que construyera alguna más.
Después, en 2010, hice otro curso con el maestro y referente en la construcción de guitarras, José Luis Romanillos, con el que me fui perfeccionando. Dos años después, cuando llevaba ya construidas unas veinte guitarras, dejé definitivamente mi trabajo de profesor y decidí dedicarme a esta profesión.
¿Cuánto tiempo te lleva construir una guitarra?
Suelo hacer dos a la vez y tardo con ellas dos meses aproximadamente. Es decir, hago unas doce al año.
«Hago aproximadamente una docena de guitarras al año»
¿Qué maderas utilizas?
Para la tapa armónica, que es la pieza donde está el sonido de la guitarra, utilizo abeto europeo y cedro canadiense, aunque me gusta más el abeto, porque es una madera más tradicional. Para el cuerpo de la guitarra utilizo sobre todo palosanto de la India y de Madagascar, además de pau ferro, que es una madera brasileña interesante, y también maderas claras como ciprés y arce.
Después, también empleo el ébano para el diapasón. Y para el mango de la guitarra o mástil utilizo una variedad que se conoce como cedro español, aunque procede casi todo de Centroamérica.
¿Cuáles son tus principales clientes?
Por una parte, tengo clientes que son guitarristas, profesores o estudiantes de conservatorio, que buscan una guitarra de calidad que les permita un buen nivel en la interpretación de las piezas que tocan.
Y por otra, vendo a tiendas especializadas. En España trabajo con dos: una está en Madrid y la otra en Murcia, y a nivel internacional vendo a tiendas de California, Tokio, China y París.
¿Cómo te adaptas al gusto de cada cliente? Salvando las distancias, ¿es igual que hacer un traje a medida?
No construyo un instrumento totalmente a medida, porque dentro de la guitarra clásica hay muchísima variedad. El instrumento que yo hago es la guitarra española tradicional y quien viene a mí es porque quiere ese tipo de guitarra. Con este punto de partida, puedo adaptar algunas características eligiendo una madera u otra para buscar un determinado tipo de sonido.
Dentro de las que yo construyo, tengo una que es una réplica de una guitarra de Antonio de Torres, conocida como ‘La Leona’, de 1856, y otra con un sonido algo más moderno, a la que llamo guitarra de concierto, donde me inspiro en guitarras francesas del siglo XIX y XX.
«No recomiendo dedicarse a la lutería al que busque un oficio rentable»
¿En qué se diferencia la construcción de guitarras artesanal de la industrial?
El principal valor que tiene la construcción artesanal es que es una persona la única que está participando en la creación de ese instrumento, y la que aplica unos determinados criterios que no son siempre los mismos.
Aprender a sacar lo mejor de esa pieza de madera es lo que distingue el trabajo artesanal de un trabajo en fábrica, el cual, por cierto, también puede ser muy bueno, pero con el que no se puede afinar tanto, porque lo que se busca es una producción.
¿Se puede vivir de la lutería?
Llevo doce años viviendo de ella, pero no lo recomendaría a alguien que lo haga buscando un oficio rentable. Es un trabajo al que se llega por pasión y aunque hay un mercado, es un mundo difícil que no es muy rentable.
También estás muy presente en redes sociales dando clases online y colgando vídeos en YouTube. ¿Qué enseñas allí?
Debe ser por mi formación como maestro, porque desde que hice mi primer violín lo fui compartiendo en un blog. Cada vez hago menos videos, pero tuve una época muy activa en la que hice un curso online de cuarenta horas, que ha hecho muchísima gente, y en el que grabé todo el proceso de construcción de la guitarra. Es un curso del que estoy bastante orgulloso, porque con él han salido guitarreros que hoy en día están ejerciendo este trabajo.
Además, me ha servido para compartir lo que sé y a ayudarme en mi carrera, porque tengo ahí un ingreso extra. También he dado cursos presenciales, pero llevo tres años sin hacerlos, ya que estoy más involucrado en lo que es la construcción del instrumento.