En muchos puntos de nuestra geografía, agosto es sinónimo de fiestas, verbenas amenizadas por orquestas itinerantes, trajes regionales, exaltación de los rasgos culturales propios y, en definitiva, de esos días -y noches- tan especiales en que, sobre todo en la España vaciada, pueblos y comarcas se relajan de sus quehaceres diarios para rendir homenaje a los santos patrones de cada cual.
La mayoría de esos festejos -por no decir todos- han tenido que ser cancelados, por segundo año consecutivo, en este 2021 que todos esperábamos pospandémico, pero cuyo verano ha estado marcado por la quinta ola. Aquellos que decidieron levantar un poco el cerco y celebrar las mal llamadas “no fiestas”, no acabaron bien parados.
Esto ha servido de importante y clara señal de aviso para otros municipios, como Altea, cuyos días grandes todavía están por venir. Y es que el caso de la Villa Blanca es muy particular, ya que septiembre reúne, en una sola ración, sus dos fiestas más importantes: las de Moros y Cristianos en honor a Sant Blai y las del Cristo. Ambas, salvo los actos litúrgicos e institucionales, suspendidas por segundo año consecutivo.
Altea es peculiar pues septiembre reúne sus dos fiestas principales
Triste silencio

Será un final de verano triste. Como lo fue el de 2020. Demasiado silencioso para un municipio acostumbrado a ver y oír, desde el primero al último fin de semana del mes que da paso al otoño, a desfiles y bandas inundar sus calles de color y alegría.
Actos tan arraigados en los septiembres alteanos como la Entrà de la Murta, la entrada de bandas, la embajada mora y la rendición cristiana -con la consiguiente irrupción de los primeros-, las procesiones, las mascletàs, los castillos de fuegos artificiales, los pasacalles… todo volverá, como hace doce meses, a quedar en suspenso.
El ayuntamiento, eso sí, ha preparado un programa alternativo, centrado en propuestas culturales para no olvidar el alma de las fiestas de un pueblo que, como tantos otros en la Costa Blanca, tiene en sus días grandes no solo la oportunidad de desinhibirse y relajarse, sino también -quizás, más importante-, la de reconectar con sus raíces y su historia lejana y reciente.
Los Moros y Cristianos en honor a Sant Blai cumplieron 40 años en 2019
40 años con achaques
Las fiestas de Moros y Cristianos en honor a Sant Blai cumplieron en 2019 -el último año que se celebraron con normalidad- su cuadragésimo aniversario. Desde entonces, casi como un mal chiste del destino, este cuarentón ha tenido que quedarse en casa por esos achaques que nos ha regalado la maldita pandemia.
Una celebración que, lejos de quedarse anclada en el pasado y convertirse en refugio para los mayores, había conseguido mantenerse como una fiesta joven y con un carácter muy definido. Tanto es así que fuera de Altea numerosas personas piensan que esta nuestra festividad de septiembre y desconocen que comparte fechas con la del Cristo.
El ‘descanso’ ha servido para preparar y afianzar la candidatura a Interés Turístico Autonómico
Interés turístico

Pese a este periodo de letargo, las fiestas de Altea siguen siendo de las más espectaculares, especiales y visitadas del final del verano en la Costa Blanca; por ello, el ámbito festero está aprovechando el tiempo libre que ha llegado como castigo pandémico para preparar y afianzar su candidatura para ser reconocidas de Interés Turístico Autonómico.
El documento, remitido al Consell para su estudio y, en su caso, aprobación, también incluye las ‘terceras’ fiestas, que, eso sí, no comparten fechas con las otras dos. Son las que se celebran en Altea la Vella en honor al Cristo de la Salud, que tienen lugar el Domingo de Quincuagésima (entre finales de enero y el mes de febrero).
Una declaración que, de producirse, no solo serviría para potenciar y apuntalar nuevas oportunidades para el sector turístico alteano, sino que también pondría en valor su amplio calendario festivo, que contempla 52 días -una media de uno a la semana- de fiesta a lo largo de un año, donde las tradiciones, la cultura y el patrimonio están siempre presentes.