Toni Mayor / Presidente de Hosbec
Que el sector turístico ha pasado los peores momentos de su historia durante los últimos dieciocho meses es una obviedad manifiesta, aunque es necesario recordarlo porque algunos parece que lo olvidan con facilidad.
Hablamos de una industria que no sólo aporta el 14% del PIB de la Comunitat Valenciana, que realmente es más del 30% por su efecto tractor para otros sectores, sino que es referente para un progreso económico y social que no se hubiera producido: en su origen el turismo trajo los vientos de democracia a España conectándonos con una Europa moderna y liberal a la que nos subimos sin dudarlo.
Imposible de deslocalizar
Una industria que no se puede deslocalizar. Ningún empresario turístico puede fabricar su producto en otros países donde se pueda producir más barato. Ningún hotel puede decidir trasladarse el próximo año a otro país donde le ofrezcan mejores condiciones, suelo gratis y toda una serie de prebendas por su negocio.
El compromiso de las empresas con el territorio en el que se instalan es indisoluble: nadie más implicado en el cuidado del entorno que aquellas empresas turísticas que se instalen con una vocación de permanencia indefinida. Y este cuidado y potenciación van más allá de una sostenibilidad medioambiental. También es social y económica.
Dañados e ignorados
Dejamos atrás una pesadilla de la que hemos aprendido mucho. Hemos aprendido que el turismo importa bastante poco desde el punto de vista de los Gobiernos y que, salvo algunas excepciones puntuales como los planes de ayudas que puso en marcha Turisme Comunitat Valenciana y los ayuntamientos de Alicante y Benidorm de sus propios presupuestos ordinarios, no hemos contado para nada en las políticas estratégicas.
Y salimos de esta dura etapa dañados empresarialmente, pero sin que hayamos visto caer a ninguna empresa turística, aguantando la mayor parte de ellas con cargo a su patrimonio personal y familiar.
«El turismo es nuestra fuente de energía renovable, nuestra fuente de riqueza inagotable»
Optimismo moderado
El futuro se abre con moderado optimismo: todavía nos quedan muchos meses de dificultades, pero la pandemia no ha modificado las ganas de viajar. Todo lo contrario, las ha potenciado quizá por tantos meses que nos hemos pasado encerrados en casa.
La sociedad se ha dado cuenta de que poder viajar forma parte de nuestra libertad y que el turismo va asociado al estándar de vida occidental y está considerado como un producto de primera necesidad.
Nada será igual
Una nueva oportunidad se abre ante nosotros: nada será igual después de la crisis del coronavirus y hay que aprovechar este momento para consolidar a medio plazo cambios estructurales y mejoras necesarias.
Para este futuro dos son los grandes retos que se nos plantean: los recursos humanos y la energía. Ambos deben ser tratados con criterios de sostenibilidad y responsabilidad porque ambos son necesarios para ese futuro que ya tocamos con las manos.
Y un tercer elemento de valor: cuidar a nuestros clientes como si fuera la primera vez que nos visitan. Volver a saborear el valor de la fidelidad y de la satisfacción.
No nos cansaremos de decirlo: el turismo es nuestra fuente de energía renovable, nuestra fuente de riqueza inagotable. No desperdiciemos esta oportunidad.