Si hay una imagen, siempre en blanco y negro y acompañada de esa característica voz nasal e inconfundible cadencia del NO-DO, que quedó para la posteridad de Francisco Franco, el dictador que gobernó España durante cuarenta años, fue la suya inaugurando obras públicas. En el archivo de RTVE existen, al menos, 55 de esos reportajes datados entre 1960 y 1969 de los que un gran número pertenecen al Generalísimo inaugurando un pantano.
El vastísimo fondo documental de la época, en cualquier caso, cuenta tanto por lo que recogió como por lo que nunca se grabó -o emitió-. A punto de cumplir los sesenta años del arranque de sus trabajos, una de las grandes obras de la Marina Baixa, el embalse de Guadalest, es una de esas raras excepciones que el Régimen, por el motivo que fuera, dejó pasar para hacerse autobombo.
Por inaugurar
Efectivamente, el caudillo nunca se dejó caer por una presa que hoy en día, más de medio siglo después de que se echara la última palada de hormigón, sigue siendo una infraestructura crucial para garantizar el acceso al agua de buena parte de la comarca de la Marina Baixa.
El de Guadalest es, no cabe duda, un pantano con mucha historia que, como lo hiciera siglos atrás la Séquia Mare -todavía muy usada en aquellos años 50-, transformó la vida de toda la comarca permitiendo su desarrollo turístico; pero que, por alguna razón, nadie ha inaugurado oficialmente casi sesenta años después.
Pese a que se llegó a preparar un acto, ninguna autoridad inauguró jamás la infraestructura
Trece años de obras
Lo cierto es que tiempo tuvieron las autoridades franquistas para programar esa nunca celebrada inauguración, ya que las obras de construcción del embalse, con una capacidad de trece hectómetros cúbicos, comenzaron en febrero de 1953 y no concluyeron hasta agosto de 1966.
Los más viejos del lugar recuerdan que planes hubo, porque se llegó a instalar una placa conmemorativa y se hicieron todos los preparativos necesarios para que alguna autoridad, que nadie puede confirmar que fuera el propio dictador, pronunciara aquel manido “este pantano queda inaugurado”. Aquello, simplemente, nunca sucedió.
Hoy en día sus aguas siguen siendo vitales para regar y abastecer a toda la Marina Baixa
Sin accidentes mortales
Tampoco se puede buscar el motivo de ese olvido en el hecho de que la obra fuese pequeña en dimensión y en costes. La construcción del embalse supuso el desembolso de 166 millones de pesetas de la época, lo que equivaldría a algo menos de treinta millones de euros actuales, sin duda, una cantidad que justificaría -y más en aquella coyuntura económica- que, como mínimo, algún ministro hubiese cortado una cinta.
Fueron trece años de trabajos en los que se usaron métodos muy rudimentarios, moviendo la tierra con carros arrastrados por caballos y una tecnología que en nada se puede comprar con la que se usaría hoy en día, pese a lo que los lugareños destacan que no se produjo ningún accidente mortal en aquella construcción.
Su construcción, junto a la del vecino Amadorio, permitió el desarrollo turístico de la comarca
El agua es riqueza
Cerca de un centenar de personas fueron necesarias para ejecutar todas las obras de lo que hoy es el principal pantano, junto al del Amadorio, de la comarca. Fue una infraestructura hidraúlica de extrema complejidad para la época y, por ello, la mano de obra no sólo fue local, sino que se contó con el aporte de profesionales de Murcia, Andalucía, Albacete y otras localidades valencianas.
Todo ello hizo que la población en la comarca aumentara de 100 a 400 habitantes, y que pequeños núcleos urbanos se convirtieran en pueblos transformando rápidamente la economía de la zona en una suerte de prólogo de una frase que años después, cuando Benidorm tuvo que hacer frente a la escasez, se convirtió en un mantra: el agua es riqueza.
Situación estratégica
Propiedad de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), el embalse de Guadalest abastece desde aquel año de 1966 una zona de regadío de más de 3.000 hectáreas repartidas por los municipios de Benidorm, La Vila Joiosa, Altea, l’Alfàs del Pi y Finestrat; abasteciendo de agua potable también a Polop, La Nucía y Callosa d’En Sarrià.
La elección del emplazamiento del pantano no fue causa del azar. Su vaso recoge el agua de la cuenca de recepción de 65 kilómetros cuadrados y su ubicación en alto permite regar toda la costa usando, casi exclusivamente, la fuerza de la gravedad. Así, la infraestructura recoge las aguas pluviales de las sierras de Aitana, Xortà y Confrides.
Además, en aquella decisión también tuvo un peso muy importante el hecho de que en la zona existiera abundancia de piedra caliza, ideal para almacenar agua y que algo más abajo cambia su composición convirtiéndose en yeso al contacto con el líquido elemento.