El proyecto era ambicioso. Abrochar toda la costa alicantina, quizá hasta la levantina, mediante un ferrocarril de vía estrecha o de trocha angosta, el luego popular ‘trenet’, inaugurado el veintiocho de octubre de 1914 desde Alicante a la Vila Joiosa y Altea, y ampliado el once de julio de 1915 hasta Dénia.
Pero Santa Pola quedó fuera de este engarce que abrochan hoy seis líneas operativas de tranvía y tren ligero. Con todo, la ciudad nunca ha padecido de aislamiento.
Dos carreteras y un camino finalmente asfaltado se han convertido con el tiempo, y sucesivas remodelaciones, en el engarce del municipio con el resto de la provincia y más allá. En cambio el mar, tan abierto pero de tan escasa profundidad, que antaño quizá saludó la entrada de buena parte del contingente romano a la provincia, se ha dedicado a la pesca y no al transporte de pasajeros, salvo en los viajes a la isla Tabarca.
La N-332 llegó a conectar Valencia con Almería
Guardianes de obra
La ‘carretera general’, la N-332, ha sido siempre la forma más importante para acceder a la ciudad. Si venías desde el sur, al pasar el coche entre las salinas daba la impresión de circular entre pequeños mares, o allá por esa Florida estadounidense de las películas. A la izquierda, la torre Tamarit, sembrada en 1552 (no se restauró hasta 2008) y como a punto de naufragar entre pantanos. Si se venía por el norte, el vigía era más moderno.
David Rubio describió para AQUÍ en Santa Pola en abril de 2019 (‘El fantasma de seis plantas que antaño fue un hotel de ensueño’) la atribulada vida del hotel JM o Rocas Blancas. Construido en 1973 y abandonado desde 2010 (siguió promocionándose en Internet, con opiniones sobre sus servicios), en julio de 2021 se ponía a la venta vía Wallapop por 4.247.857 euros. Bien, el caso es que el complejo hotelero de lujo, a mano derecha, servía para anunciar que te acercabas a la ciudad.
Hasta los ochenta la carretera a Elche enlazaba también Novelda
Entre Almería, Cartagena y Cádiz
La N-332, que hoy conecta Cartagena, Alicante y Valencia, pero que antaño incluyó también Almería, no hizo sino, como muchos otros viales, aprovechar antiguas rutas, en buena parte incluso heredadas de calzadas levantadas por el Imperio Romano.
Porque si bien hoy los imaginamos guerreros, y lo eran los romanos, ejercieron sobre todo de grandes comerciantes, y necesitaban vías para transportar las mercancías. Por la época en que Santa Pola era Portus Ilicitanus, la preautovía que triunfaba era la Vía Augusta.
La portuaria Gades (Cádiz) o Augusta Urbs Julia Gaditana y Narbo Martius (Narbona) quedaban enlazadas por una calzada de 1.500 kilómetros que a su vez irradiaba otros viales que la unían a puertos como Carthago Nova (Cartagena) y Portus Ilicitanus, al tiempo que se generaban vínculos entre ciudades.
Habrá que recordar que el ‘garum’, la salsa de pescado que conquistaba al Imperio, de posible origen fenicio y que se fabricó sobre todo en Gades, tuvo sus muy solicitadas versiones en Carthago Nova y Portus Ilicitanus.
Los ilicitanos Arenales del Sol unen con la alicantina Urbanova
Hasta Elche, Aspe y Novelda
Otra manera de arribar a este puerto, y no desde el mar, ha sido el llegar desde Elche (Ilice o Iula Ilici Augusta). La CV-865, doce kilómetros trufados de rotondas y, en las cercanías ilicitanas, escoltados por chalés a lo Hollywood, formó antaño parte de una vía más larga, la C-3317, que enlazaba Santa Pola con Novelda. 24,628 kilómetros hasta que, al cederse la titularidad a la Generalitat, en los ochenta, esta la dividió en el tramo comentado y la CV-84.
La CV-84 enlaza Novelda (más villa medieval, aunque en La Mola hay restos romanos) y Elche. Popularmente se la conoce como la carretera a Aspe (Aspis para el Imperio), al bordear este municipio por barrios chaleteros como Montesol, o el parque industrial de Tres Hermanas, para rodear a continuación Novelda y acercarse hasta la misma autovía a Madrid o A-31, una más que posible huella, a trazos, de esa Vía Augusta que, desde su última parada, Narbona, conectaba, entre otras, Santa Pola con Roma y el Imperio Romano.
Camino junto al mar
Hubo vínculo marítimo con el Imperio, cuando el Portus era isla a uno de los flancos del Sinus o golfo Ilicitanus. El Mediterráneo continúa ahí, bien presente en otro enlace, el más modesto, que hasta entrada la primera década de este siglo era en su mayor parte camino de tierra, el camino del faro. Desde la ciudad, una serie de avenidas, como la costera Santiago Bernabéu, confluyen en las de Catalanet y de la Armada Española.
La primera gana aquí y, coincidiendo con el fin del paseo marítimo Vicealmirante Blanco G, se transforma en el camino. No es muy largo, unos mil cuatrocientos metros, pero como el ancho es de unos cinco, esta conexión entre Santa Pola y la turística pedanía ilicitana de los Arenales del Sol, conectada con la alicantina Urbanova por la carretera del Saladar, toca disfrutarla. Aislados de las prisas.