Era un día aparentemente normal para María Ángeles Aliaga de finales de los años 90. Esta vecina sanvicentera acudía una tarde más al gimnasio donde estaba matriculada, cuando, de pronto, vio un cartel anunciando clases para realizar bolillos en la antigua escuela para adultos que en aquella época estaba frente a la piscina municipal. “Aquello me llamó la atención, y me gustó bastante más que el gimnasio” nos cuenta entre risas.
Poco podía sospechar entonces que apenas unos años más tarde, junto a aquellas compañeras a las que conoció en las clases de bolillo, acabarían fundando la Asociación de Mujeres Bolilleras de San Vicente del Raspeig ‘Bolisanvi’, siendo la propia María Ángeles su presidenta. El Ayuntamiento les cedió incluso un local en la calle Lillo Juan. Aquello ocurrió en 2002, así que ahora celebran su vigésimo aniversario.
Despierta la vocación
“Aquellas clases en el colegio de adultos les gustaron tanto que querían seguir aprendiendo nuevas técnicas de bolillo. Por eso se constituyeron como asociación y contactaron conmigo” nos explica la profesora Encarna González.
En el caso de Encarna, ella aprendió este arte siendo niña aunque luego lo dejó aparcado durante muchos años. Hasta que un buen día decidió apuntarse a un curso impartido por el Ayuntamiento de Alicante. Aquí recuperó la vocación hasta el punto de que se continuó formando en escuelas de Almagro, Barcelona y Bélgica. Así fue como se hizo profesora.
Hace ya dos décadas se unió a María Ángeles y al resto de bolilleras sanvicenteras para fundar esta asociación donde imparte clases. “Empezamos siendo unas veinte socias y ahora somos el doble” nos indican.
Algunos alumnos aprenden bolillo como rehabilitación para mejorar la movilidad de las manos
Alumnos de muchas edades
El perfil de la persona que se anima a aprender bolillo es muy diverso. Por este local de Lillo Juan pasan alumnos jóvenes y mayores, así como de muy diferentes trabajos. La mayoría son mujeres, aunque de vez en cuando también acude algún hombre interesado en conocer esta técnica. En verano incluso han dado clases a niños y niñas.
Todo ello a pesar de que nos reconocen que todavía existen ciertos prejuicios hacia el encaje textil. “Antes había bastante tradición en nuestra zona, hasta que hacia finales del siglo XX se empezó a considerar que esto era una cosa antigua de abuelas. La mayoría de gente sigue pensando que el bolillo es solo hacer puntillas para guardarlas en un cajón y no sirve para nada más” se lamentan.
Lejos de ello, en Bolisanvi realizan todo tipo de productos como abanicos, complementos para vestidos o trajes de bautizo, tocados, cuadros artísticos, corbatas, toallas, manteles, etc. Muchas de sus obras se exponen en los ciclos de ‘Art al carrer’ que se organizan los últimos domingos de cada mes por la mañana en la avenida de la Libertad, cerca del Mercado. Además en noviembre montarán su clásica exposición anual en el Centro Social con sus trabajos realizados durante todo el año.
«Todavía hay quien considera que el bolillo es solo cosa de abuelas»
En la historia
Si bien en nuestra provincia existe una importante tradición textil, normalmente San Vicente ha sido una localidad donde se ha estilado sobre todo la técnica del bordado. No así en otros pueblos cercanos como Agost o Monóvar, donde sí hay mayor costumbre por realizar bolillos.
“Tradicionalmente estas técnicas textiles se practicaban en las clases bajas como complemento a la economía familiar. Por ejemplo, en Galicia existía la costumbre muy arraigada de que las esposas de los pescadores realizaban bolillos para luego venderlos y sacarse algún dinero extra. En la provincia de Alicante igual, muchas veces incluso las madres obligaban a sus hijas a bordar cuando regresaban del colegio. De hecho se sabe que hasta en el Titanic hubo puntillas realizadas en Monóvar” nos explican.
Las obras de Bolisanvi se exponen cada mes en los ciclos de ‘Art al carrer’
Articulaciones y mente
En los tiempos actuales las bolilleras de San Vicente practican este arte más bien como un hobby o incluso con fines terapéuticos. “Tenemos una alumna que sufrió una grave pérdida familiar y con el bolillo se animó a salir de casa para estar ocupada y no sentirse sola. U otra que debido a un accidente sufrió un daño cerebral que le redujo su movilidad en las manos, por lo que se animó a aprender esta técnica como forma de rehabilitación. Es un arte muy matemático que te hace ejercitar tanto las articulaciones como la mente” nos apunta Encarna.
“Cuando haces ganchillo puedes estar hablando o cantando al mismo tiempo… pero con el bolillo no. Aquí tienes que concentrarte. A veces ocurre que vienes de casa con un dolor de cabeza, y al ponerte con el encaje se te pasa de golpe” nos asegura María Ángeles.
Clases semanales
Actualmente la asociación Bolisanvi cuenta con tres grupos de alumnos que dan clase una vez a la semana en horarios de martes por la mañana y tarde, y miércoles por la mañana.
“Los grupos son bastante reducidos porque aquí vienen al mismo tiempo personas que ya tienen bastante experiencia y otras que quieren iniciarse. Así que las clases se hacen muy personalizadas. Nosotras les enseñamos a todos” nos aseguran.