La Audiencia Nacional ha dictaminado que el 3 de octubre tomará declaración a cinco antiguos jefes de la extinta banda terrorista ETA, investigados como supuestos autores intelectuales del atentado que se perpetró en Santa Pola hace veinte años.
En este horrible crimen resultaron asesinadas dos personas: Una niña y un prejubilado llamados Silvia Martínez Santiago y Cecilio Gallego Alaminos. La explosión también provocó 56 heridos y daños materiales valorados en más de seis millones de euros.
El caso judicial fue reabierto en abril de este año
Objetivo Costa Blanca
Era el 4 de agosto de 2002. ETA todavía mataba, si bien había reducido en algo su intensidad en relación a las tan sangrientas décadas anteriores. En marzo habían tiroteado al concejal socialista Juan Priede en un bar de Orio (Guipúzcoa) mientras se tomaba unas copas, siendo hasta entonces la única víctima mortal de este año.
Alicante ya había sido objetivo de la banda terrorista en diversas ocasiones, la mayoría de las veces en verano con el claro objeto de mermar el turismo de la Costa Blanca. En total se tienen constancia de hasta 21 intentos de atentados en nuestra provincia hasta esa fecha. Sin duda el más horripilante fue el ocurrido en 1991 cuando un coche bomba ocasionó tres muertos en Mutxamel.
El último atentado se había producido en el verano anterior. Fue en Torrevieja, donde una etarra trató de colocar un artefacto pero éste explosionó mientras lo manipulaba, matándola en el acto. Eso ocurrió el 24 de julio de 2001.
El atentado
Regresando al día de los hechos en Santa Pola. Fue el comando etarra ‘Argala’ el encargado de llevar a cabo la habitual “campaña de verano” -como ellos mismos frívolamente la denominaban- de 2002 en la costa mediterránea. Ya en junio habían colocado bombas en Fuengirola, Marbella y Sevilla. Afortunadamente todas estas explosiones se saldaron sin víctimas.
Para agosto el comando puso sus ojos en la Costa Blanca, concretamente en una de sus localidades más turísticas como es Santa Pola. El lugar escogido fue la casa cuartel de la Guardia Civil donde residían varias familias, una zona además muy transitada en aquella fechas veraniegas. Para ello cargaron un coche Ford Escort, robado en Francia, con más de 50 kilos de explosivos.
En los recientes atentados de Andalucía los terroristas dieron un aviso de bomba apenas unos minutos antes de que explotaran, lo cual contribuyó decisivamente a que no causaran víctimas mortales. No lo hicieron así aquel 4 de agosto en Santa Pola. El coche explotó hacia las 20:30 horas, sin previo aviso, en la calle Pintor Sorolla.
Cientos de santapoleros acudieron al lugar espontáneamente para homenajear a las víctimas
La explosión
Silvia -de seis años de edad- era la hija única de uno de los guardias civiles que residían en la casa cuartel. Cecilio era un torrevejense prejubilado de Telefónica de 57 años y expresidente del Club Balonmano Torrevieja. Ambos fallecieron a causa de la enorme explosión. La primera sobrevivió en un primer momento, pero perdió la vida en el traslado al hospital. El segundo en el acto. Hoy tendrían 26 y 77 años respectivamente si siguieran con vida.
El atentado también causó 56 heridos, entre ellos un niño de dos años llamado Borja que era el primo de Silvia. Afortunadamente pudo recuperarse de sus heridas, al igual que el resto de trasladados al centro de salud o al hospital de Elche.
La explosión fue de tan magnitud que también causó destrozos en varias viviendas de alrededor, por lo cual fue necesario realojar provisionalmente hasta a 180 vecinos en hoteles o casas de familiares.
Siguientes horas
Durante las siguientes horas que siguieron al sangriento crimen se produjeron varios avisos de bombas que resultaron ser falsos, causando cierto caos en la localidad. Por una de estas llamadas tuvo que ser desalojado el club náutico esa misma noche así como otros edificios residenciales.
Al día siguiente, de forma espontánea, varios cientos de santapoleros acudieron a la plaza de la Diputación junto a la casa cuartel atacada para protestar por el atentado criminal. Varios niños depositaron flores y muñecos de peluche en la rotonda como homenaje a las dos víctimas.
También muchas personas en Mutxamel acudieron al entierro de Silvia que se produjo en dicha localidad, ya que su familia materna era mutxamelera.
Una segunda bomba colocada en Gran Playa no llegó a estallar
Segunda oleada
A pesar de todo el dolor causado, la ofensiva terrorista en la Costa Blanca no se detuvo ahí. Apenas seis días más tarde una nueva bomba hizo explosión en Torrevieja destrozando una hamburguesería, sin víctimas.
Igualmente la banda terrorista colocó un nuevo artefacto en Santa Pola, esta vez en Gran Playa junto a la discoteca Elcano. Aunque esta vez sí hubo aviso telefónico, la bomba no llegó a explotar por un fallo en el sistema de detonación. En un primer momento las autoridades pensaron que se trató de una falsa alarma, hasta que el artefacto fue encontrado tres días después enterrado junto a unas palmeras. Mientras tanto cientos de familias tuvieron que ser desalojadas.
Consecuencias
La consecuencia política más inmediata que trajo el desgraciado ataque de ETA a Santa Pola fue la aceleración de la ilegalización de Batasuna. El 26 de agosto Baltasar Garzón, magistrado de la Audiencia Nacional, decretó la suspensión total de las actividades de este partido político. Apenas un año después sería definitivamente ilegalizado.
Aún así los atentados continuaron produciéndose durante algunos años más. De nuevo al verano siguiente la banda golpeó nuestra provincia con dos bombas colocadas en hoteles de Alicante y Benidorm causando varios heridos.
Finalmente el comando Argala acabaría siendo desarticulado. Sus miembros Óscar Zelarain y Andoni Otegi fueron detenidos y condenados en 2012 a 843 años de cárcel, como autores materiales del atentado de Santa Pola.
Esta pasada primavera la Audiencia Nacional reabrió el caso a instancias de la asociación de víctimas Dignidad y Justicia, para determinar la posible vinculación de varios exdirigentes de ETA como autores intelectuales del crimen.