Hablar de alfombras y moquetas es hablar de Crevillent, una de las banderas económicas más importantes de la localidad, cuyo sector se ha ido adaptando a las circunstancias para lograr mantener su tradición. Desde 1977 la Unión Nacional de Fabricantes de Alfombras, Moquetas, revestimientos e industrias afines y auxiliares (UNIFAM) ha velado por los intereses del sector y por afianzar la consolidación de las firmas, a pesar de los avatares políticos, sociales y económicos.
Superada la pandemia, el sector había comenzado a estabilizarse y 2021 fue un año excepcional con un incremento de la actividad del 35% y un aumento de las exportaciones superior al 40%, pero la subida de costes en dicho ejercicio y la invasión de Ucrania han vuelto a crear una situación extremadamente delicada.
Aumento de costes
“Ha subido el coste de las materias primas, suministros energéticos, logística, aprovisionamientos y tributos, provocando un descenso acusado de los márgenes empresariales, lo que afecta negativamente a los procesos de I+D+i, sostenibilidad, mejoras de las condiciones laborales y pone en riesgo la financiación y la liquidez para afrontar situaciones adversas como la actual”, explica Eduardo Díaz, presidente de UNIFAM.
Sin duda, el periodo entre 2012 y 2019 fue clave para el sector con un incremento de las exportaciones del 170%; un momento de estabilidad y crecimiento que permitió que las firmas se adaptaran a los cambios en el mercado por la competencia feroz de China, India y, especialmente, Turquía y Egipto.
“En 2019 detectamos una ralentización de la economía mundial. Nuestras exportaciones sólo crecieron el 2% cuando durante los siete años anteriores lo hacían con doble dígito, observando cómo la economía estaba sobrecalentada”, asegura Díaz.
El 50% de la producción se dirige a la exportación
Reactivación del sector
Tras la pandemia se volvió a equilibrar el consumo y se reactivaron las inversiones en el sector, generando un escenario equilibrado que ha dado paso ahora a una atmósfera de incertidumbre por la contienda en Europa. De hecho, en el último ejercicio los efectos de la invasión y de la caída de la demanda por los aumentos de los tipos de interés se han traducido en un descenso de la actividad del 15%, y una reducción de las exportaciones en la provincia del 9,3%.
A ello se suma la inflación y la inestabilidad financiera de algunos bancos. Las empresas de este sector, y de otros, viven en los últimos años en una auténtica montaña rusa que afecta directamente a sus cuentas de resultados. “Las consecuencias que los factores externos, pero fundamentalmente una política de la UE laxa hacia las importaciones de países en ‘vías de desarrollo’, han provocado una pérdida de tejido productivo”, remarca Díaz.
Las empresas emplean a medio millar de trabajadores
Firmas y empleo
En Crevillent hay actualmente unas cuarenta empresas que trabajan en toda la cadena de valor del proceso, empleando a medio millar de personas frente a los más de 3.300 de los años 70.
Díaz destaca que “no cabe un solo reproche al sector, ya que durante estas décadas, y hasta hace poco, ha debido luchar ‘solo’, sin apoyo de las administraciones. Es un auténtico logro haber subsistido a estos envites y alcanzar las cotas de prestigio actuales”.
“Nos hemos adaptado al entorno, apostando por la diferenciación que aportan nuestros valores añadidos, cubriendo las necesidades de cada cliente. Eso lleva a una especialización del producto y ahí podemos destacar frente a la competencia”, explica el presidente de UNIFAM.
La personalización del producto es la baza para el futuro
Poder adquisitivo
El valor diferencial es el que está sosteniendo a las empresas en las últimas décadas, dirigiendo su producción a segmentos concretos de la población con cierto poder adquisitivo donde se valora la personalización, investigación, desarrollo e innovación, diseño, tendencias de moda o la calidad, y para quienes el precio no es determinante.
Uno de los caballos de batalla del mercado nacional es lograr que el público doméstico deje de asociar la alfombra al clima y la vincule a la decoración, algo en lo que se avanzó con el ‘encierro’ en la pandemia.
“El producto estrella de Crevillent era la alfombra de lana, pero la sociedad y sus gustos han evolucionado. Ahora se trabaja con materias como acrílicas, coco, yute o bambú, e incluso fibra de madera y acero”, dice Díaz, quien pone énfasis en la I+D+I, la digitalización, la sostenibilidad, los materiales nuevos y los productos innovadores.
Precisamente, en la diversificación de los procesos, productos y mercados reside el futuro de las empresas. Por ello, el objetivo del sector pasa por consolidar las estrategias de personalización para acceder a los mercados y a los segmentos donde se aprecie ese factor. “No podemos competir por precio, pero sí con nuestro producto acabado y en los servicios de atención cercana y personalizada”, subraya Eduardo Díaz.
Exportaciones
La mayor parte de la producción nacional de alfombra y moqueta se dirige a países como Francia, Portugal, Italia, Reino Unido, USA, República Checa o Irlanda. “Queremos aumentar la presencia donde ya exportamos y abrir mercado donde aún no nos conocen”, reconoce el presidente de la asociación. El 50% de la producción se dedica a la exportación.
El presente está rodeado de gran incertidumbre y el futuro es impreciso, pero no cabe duda que las empresas del sector han demostrado durante siglos, y más en esta década, que con su arraigo, conocimiento, talento, experiencia, innovación, adaptación e ilusión han sido capaces de afrontar situaciones muy adversas.
Según Diaz, “en Crevillent contamos con una tradición de seis siglos en la fabricación de alfombra y moqueta y el objetivo es que lo siga siendo durante muchos siglos más”.