Entrevista > Carmen Varó / Modista (San Vicente, 14-mayo-1945)
Quién le iba a decir a Carmen Varó cuando, siendo una niña -ya confeccionaba vestidos para sus muñecas-, se iba a convertir en la modista más relevante de nuestro municipio, gracias a un estilo clásico y sobrio que le caracterizó durante décadas.
Jubilada ya desde hace años, recientemente recibió el premio ‘Toda una vida’ de parte del ayuntamiento sanvicentero por su contribución al mundo de la fiesta, mediante la confección de vestidos y trajes que engalanaron y engrandecieron numerosas celebraciones.
Sus referentes siempre fueron los más grandes -Balenciaga, Pertegaz, Dior, Chanel…- además de otros más locales, de enorme trascendencia, como Pepe Botella, “quien dirigió el taller más importante de Alicante y con quien llegué a colaborar”.
¿Cómo fueron tus inicios como modista?
Es una historia chocante, porque siempre me agradó el baile y la confección, en un primer momento de las muñecas que teníamos con nueve-diez años.
Tomaba retales de los talleres y realizaba los vestidos tanto de mis muñecas como las de mis amigas. Se puede decir que con diez años era ‘mini modista’.
¿De qué modo evolucionaste?
Crecí con la misma pasión; iba cosiendo para mis amigas, antes de apuntarme a corte y confección en casa de María Soler. Seguidamente estuve en dos talleres, igualmente en San Vicente, al tiempo que cosía para vecinas, las madres de mis amigas, conocidas…
La propia María Soler, que me vio con ganas de aprender, me dijo que no podía enseñarme nada más y me recomendó una academia de Alicante, ‘Josefina Cerdán’. Eran mediados de los sesenta.
«El patrón que trabajaba, exclusivo mío, me gustaría dejárselo a una modista de mi pueblo»
¿Qué aprendiste allí?
Un novedoso tipo de patrón, fusión entre el antiguo y el nuevo. El que tengo -exclusividad mía- me gustaría dejárselo en herencia a una modista de mi pueblo, porque tomas medidas y sale exacto al cuerpo.
Trabajaba desde casa y entonces me llamó Pepe Botella para que enseñara a nuevas modistas, porque apenas había. Tuve que decirle que no porque debía ocuparme de mi hija, que estaba embarazada.
¿Te convertiste en la modista más relevante de San Vicente?
Se puede decir que estuve en la cresta de la ola, realizando vestidos para infinidad de bodas y eventos de San Vicente.
No sé si fui la más importante, pero al ver a posteriori todas las fotos, ¡he hecho trabajos de los que ni me acuerdo!
¿Hubieras disfrutado en el París de Chanel, Dior y Balenciaga?
Nunca me lo he planteado, pero los admiraba profundamente. Veía las revistas y después los hacía: trajes de Chanel, con género comprado en Alicante; chaquetitas cortas, pasamanería alrededor, solapas en los bolsillos… ¡Alguno incluso lo llevé yo misma!
«Estuve en la cresta de la ola, ¡ni siquiera recuerdo la cantidad de trajes que llegué a hacer!»
¿Cuál era tu estilo?
Clásico, aunque me lanzaba a lo que hiciera falta. Algunos de mis vestidos sí han sido más atrevidos, especialmente para las reinas de las fiestas patronales.
Recuerdo que cuando se aprobó el traje de sanvicentera por parte del ayuntamiento se diseñó un vestido, pero era demasiado rústico. Hasta entonces en San Vicente se vestían de alicantinas, de los que he hecho igualmente muchos.
¿Te especializaste en ese tipo de traje?
Más que especializarme, hice muchos. Pero no me terminaban de llenar, las chicas no estaban muy favorecidas y cambié a hacerles un moño en lugar de pañuelo, con peinetas de hueso y unas flores de almendro.
Asimismo, les quité las zapatillas e incorporé un zapato negro de medio tacón. Estaban mucho más elegantes, también con el delantal del mismo color, incluyendo un detalle de bordados de las sanvicenteras de San Vicente.
¿Cuánto tiempo empleabas en cada vestido?
Es difícil de saber, sobre todo porque hacía varios al mismo tiempo. Terminábamos uno, venían a probárselo, lo dejábamos para corregir, hacíamos una nueva prueba…
Mi día a día era muy sacrificado, sin parar de coser de día y de noche mientras criaba a mis tres hijos. Disfrutaba mucho cuando venía alguna vecina y no parábamos de trabajar mientras conversábamos.
«Mi estilo siempre fue clásico, el de mis grandes referentes (Pertegaz, Balenciaga, Chanel…)»
¿Cuáles eran los momentos de mayor satisfacción?
Al finalizar un traje. Lo colgaba en la puerta -porque eran largos- y me pasaba horas recreándome, estudiando cómo podía haberlo mejorado. ¡Pero no le encontraba errores! Miraba mi obra, como hacen los pintores.
¿Qué ha significado el reciente reconocimiento?
Una alegría y sorpresa enorme, concedido a mi trayectoria por parte del ayuntamiento, con motivo del pasado 8M.
Ahora es cuando veo y reconozco mi trabajo. Nunca lo he valorado del todo, pese a tener un alto nivel de confección en cualquier ámbito.
Finalmente, ¿qué mensaje quieres trasladar a las modistas noveles?
Por desgracia, que lo tienen muy difícil, porque hay mucho comercio que ya ofrece trajes sumamente bonitos.