De pronto no sabías algo, quizá sobre las Fogueres de Sant Joan. Así que cogías el teléfono y llamabas. Al otro lado, te hablaba con total amabilidad, pero contundencia en la respuesta, Arturo Tresáncoras Reig (1935-2015). Muchos periodistas nos beneficiamos del saber enciclopédico del festero a propósito de las celebraciones alicantinas. En especial, aquellas en las que Tresáncoras participó directamente.
Ahora que se acercan nuestras efemérides mayores, desde el mundo festero preguntan para cuándo la inauguración de la prometida calle Arturo Tresáncoras. Bueno, ya existe. Se encuentra en el Nuevo Benalúa y conecta la avenida Catedrático Soler con la N-332 (avenida de Elche). Si se quiere afinar más, prolonga la calle Alberola, la del colegio diocesano San Juan Bautista.
Calle con historia
El vial se encuentra aún en proceso de crecimiento, con edificios ya anunciados por las inmobiliarias, aunque por terminar o incluso por construir. Flanquean parques y las museabilizadas chimeneas de Benalúa, vestigio de la cerámica que el empresario de la cerámica, Francisco Ramón-Borja Gadea, hoy de apagada biografía, plantó en 1923.
En una parte de ese Alicante por el que Arturo Tresáncoras luchó desde su posición de inquieto festero y también ingenioso creador de sainetes. Nacido en la calle San Vicente Ferrer cuando -eran otros tiempos- esta se llamaba Manuel Azaña, hijo del albaceteño (de Bonete) Francisco Tresáncoras Sánchez, guardamuelles en puerto de Alicante, y de la alicantina Marina Reig Díaz, la semilla de las Fogueres ya había quedado sembrada en su familia.
Su padre fue fundador de la Barraca Los Gorilas
Semilla sanjuanera
Efectivamente, para cuando nació, un 10 de enero, su padre ya se había implicado en la fundación de la Barraca de Los Gorilas, que plantaba por vez primera en 1933, pero que había sido gestada, curiosamente, en 1925, antes de crearse las mismas Fogueres (1928). Creció por tanto viviendo fiesta y ciudad. En las que también encontró tanto su afición como su destino laboral.
Cursó la titulación de perito mercantil en la Escuela Profesional de Comercio alicantina, compaginando al final estudios con trabajo, que se desarrolló en las agencias de aduanas y consignatarios de buques. Esto le permitió dedicarse a las celebraciones, porque Arturo Tresáncoras llevaba eso de las conmemoraciones en el alma. En las de junio, estuvo ligado, entre otras, a las comisiones de Santa Isabel y Plaza Galicia.
Llegó a presidir una hoguera, la de Santa Isabel
Cargos y devociones
La primera llegó a presidirla, en 1978, tras haber entrado en ella en 1963. En la segunda fue desde secretario hasta delegado artístico. Pero, como decíamos, no fue la única fiesta en la que participó. El periodista y escritor, Ismael Belda (1953-2018), en el ‘llibret’ de la Hoguera Sèneca Autobusos de 2010 (titulado precisamente ‘El llibret’), afirmaba que Tresáncoras era un “alicantino integral en estado permanente de gracia y, sobre todo, de fiesta”.
También “ferviente devoto de la Semana Santa, aunque piadoso en exclusiva de la Santa Faz”. En todo caso, las Fogueres eran para él algo más que una simple fiesta. Desde estas páginas (mayo de 2023), la sexóloga Aitana G. Tresáncoras, nieta de Arturo, lo comentaba: “para nosotros las fiestas son esa segunda familia donde poder compartir intereses culturales, tradición. Mi abuelo siempre supo inculcarnos ese amor por la fiesta, ese respeto por la tradición y la cultura”.
En la actualidad, el certamen de sainetes foguerers lleva su nombre
Los impulsos
Fue el primer festero en vestir lo que iba a llamarse “traje de etiqueta del foguerer”, que sería aprobado por el pleno de Fogueres el 18 febrero de 1971. “En la fiesta, era un purista”, me señalaba el técnico y gastrónomo, Salvador Gómez Bueno, yerno suyo. “Ahí no había réplica. Era así y ya está”. Este amor a las fiestas mayores se tradujo en distinciones varias. Como el Emblema de Oro y Palmas de la Comisión Gestora de la Festa.
Pero Tresáncoras, fundador además de la Filà Alfaquíes, el 24 de junio de 1975, de los Moros y Cristianos del barrio de San Blas, dejó también un importante legado escrito, con ramillete de sainetes (que servían para las presentaciones de las Belleas), como ‘Un cabàs amb quatre anses’ (1988), ‘Per Sant Joan, coca amb tonyina’ (1996) o ‘Tot un orgull per a un pare’ (1999).
Herencia creativa
En la actualidad, el certamen de sainetes foguerers lleva su nombre. Eso sí, la asignación económica con que se le dotó, con Paula Tomás como delegada de Cultura de la Federació de Fogueres, desapareció después. Con todo, no deja de ser un creativo homenaje para quien, tras fallecer un 5 de enero, legaba tres libros repletos de ciudad: ‘Escritos de nuestra tierra’, ‘La historia de nuestros barrios’ y ‘Entrañable Alicante’, coescrito con el foguerer José Ángel Guirao (1945-1998).
Este último fue el único publicado, y aun así, como señala su hija Amparo, cuando lo propuso al ayuntamiento no hubo interés ni por reeditar este ni por los otros, que continúan inéditos como libros, aunque las temáticas tratadas ya las deslizó Arturo Tresáncoras a través de múltiples artículos en prensa o en sus textos en la desaparecida revista quincenal ‘Vive Alicante’. Y todos coinciden en ello: merecería la pena rescatarlos.