Entrevista > Román Rodríguez / Músico (Neuchatel, Suiza, 11-septiembre-1966)
Román Rodríguez lleva toda la vida dedicado a la música. Ha formado parte de algunas de las formaciones más conocidas de nuestro país como, por ejemplo, los Café Quijano, Maná, Ariel Roth, Rosario… Esa parte de su actividad, aunque pueda ser la que más visibilidad le ha dado entre el gran público, es sólo la punta del iceberg de un hombre que, como cada verano desde hace tiempo, dirige diversos cursos de temática musical en la Seu Universitaria de La Nucía.
Además, es doctor ‘cum laude’ en Ciencias de la Salud en la especialidad musicoterapia, licenciado en Interpretación Musical en la especialidad saxofón, y también compositor. Y es precisamente sobre ese trabajo, en una especialidad tan desconocida como la musicoterapia, en la que ha trabajado de forma muy intensa en el área de la oncología pediátrica, en la que nos centramos en esta extensa charla con un hombre que, entre actuaciones, cursos e investigaciones, consigue hacerle un hueco en su agenda a AQUÍ en La Nucía.
¿Qué beneficios tiene la música para la salud?
Muchos. Podríamos decir que ofrece beneficios de forma holística, a nivel emocional, social, físico, fisiológico, cognitivo. Bueno, algo impresionante.
¿Cómo un músico que ha tocado tantos palos, desde el pop al rock, y que domina tantos instrumentos, empieza a darle vueltas a esta idea?
En el año 2000 estaba trabajando como profesor en un conservatorio de la Junta de Castilla y León, y apareció un curso de formación de profesorado en iniciación a la musicoterapia y me pareció muy interesante.
Ahí empecé a moverme en este apasionante mundo de los beneficios de la música para la salud y de la musicoterapia, evidentemente. Posteriormente, cuando me trasladé a esta zona, realicé un máster de Musicoterapia en Barcelona y, como sabes, hace cinco años realicé el doctorado.
«La música ofrece beneficios de forma holística, a nivel emocional, social, físico, fisiológico y cognitivo»
Una tesis de la Universidad de Alicante que aborda la relevancia de la musicoterapia en oncología pediátrica, que no se había hecho esto nunca. ¿Cómo se te ocurre la idea?
En ese momento tenía dos objetivos. Por un lado, estudiar este tema en oncología pediátrica con la musicoterapia y, por otro, en educación especial, que llevo también años trabajando en ese campo.
Finalmente, me decanté por esto porque realmente me di cuenta de que no había, a nivel nacional, nada de estas características. Fue en ese momento cuando me decidí a investigar sobre un tema nuevo como este.
¿De qué manera se empieza una tesis? Lo digo porque cuando uno se sienta delante del primer folio, todavía en blanco, la pregunta siempre es la misma: ¿por dónde empiezo?
Primeramente, claro, en la Universidad de Alicante me asignaron mis directoras de tesis, que una de ellas es de la Universidad de Alicante y la otra es de la Politécnica de Valencia, en la Facultad de Ciencias de la Salud.
Así, con las ideas que tenía y con la profesionalidad de estas personas, llegamos a la conclusión de, lo primero, hacer una revisión de la literatura, a ver qué es lo que había publicado a nivel internacional. Después, al darnos cuenta de las necesidades de estos niños y adolescentes con cáncer y lo que podía ofrecer la musicoterapia, nos encaminamos en un principio por investigar la expresión de las emociones en estos pacientes.
«Tenía dos objetivos: estudiar la musicoterapia en oncología pediátrica y en educación especial»
Porque esto no estaba estudiado.
No. Nos dimos cuenta de que había estudios por todo el mundo que estudiaban aspectos fisiológicos, el afrontamiento de la enfermedad, a nivel social, con los padres, profesionales…
Nadie había caído en las emociones.
Eso es, nos dimos cuenta de que no había estudios centrados en las emociones. Ese fue el inicio de mi trabajo de investigación.
Y te pusiste manos a la obra ya sobre el terreno, con los niños, con los pacientes oncológicos.
Efectivamente. Primeramente, hicimos un estudio de los veinte últimos años, una revisión amplia de la literatura que estaba ya publicada. Después, en el Hospital General de Alicante, realizamos el trabajo de campo gracias al jefe del servicio de Pediatría, que nos abrió las puertas para poder ir a realizar las sesiones de musicoterapia con los pacientes y sus familiares.
Ahí iniciamos unas sesiones en las que también nos pilló la época de la covid. Tuvimos que hacer sesiones online, que fue algo también novedoso, porque, evidentemente, no se había trabajado, y fue una experiencia maravillosa. Ahora, los resultados se han plasmado en artículos científicos, que también han sido muy valiosos e interesantes.
«Nos dimos cuenta de que no había estudios centrados en las emociones. Ese fue el inicio de mi trabajo de investigación»
Durante ese trabajo de campo, mano a mano con los chavales y sus familias, ¿qué sentiste?
Las sesiones eran individuales. Entonces, llegábamos a las habitaciones de los niños, previas entrevistas con el equipo médico para saber el estado clínico de los pacientes, y ya después realizábamos las sesiones. Hubo muchas percepciones, pero lo que sí observábamos en ellas es que había cambios y aumentos de emoción. Eso quedó reflejado en las entrevistas a los padres, porque hacíamos entrevistas después de cada sesión de musicoterapia tanto a los niños como a los padres.
Todas las sesiones se grabaron en vídeo para ver sus expresiones y luego analizar todos sus gestos. También llevábamos un termómetro de emociones con unos emoticonos, un sistema desarrollado en Estados Unidos que nos mostraba, especialmente, las reacciones emocionales de los más pequeños. Con las caritas nos decían cómo se encontraban antes de la intervención y después.
¿Cómo mejoró la música la calidad de vida de los pacientes?
Observamos los cambios de enfado, alegría, de tristeza, alegría… Esos resultados son lo que hemos reflejado. Hemos observado que hubo una transformación de las emociones. Pudieron expresar sus emociones con la música. Entonces, claro, además de mejorar emocionalmente, eso les ayudó a afrontar mejor ese periodo hospitalario, su enfermedad y, en consecuencia, mejorar su calidad de vida.
«Todas las sesiones se grabaron en vídeo para ver las expresiones de los pacientes y luego poder analizar todos sus gestos»
Después, llegaba el momento de hablar con las familias de los chavales. De conocer sus impresiones y las de los sanitarios.
Eso es. Decidimos hacer un estudio porque nos dimos cuenta de que en la literatura se habían realizado estudios y encuestas con profesionales sanitarios; pero muchos nos decían que no conocían lo que es la musicoterapia. Por eso, y con todo lo que habíamos leído en la investigación previa, nos dijimos ‘¿y por qué no hacemos una sesión previa con los profesionales?’.
Entonces, se trasladaron médicos, enfermeras, técnicos sanitarios a la Universidad de Alicante… Hicimos un estudio con grupos focales en donde, primeramente, los profesionales cantaron con nosotros, evidentemente. Tocaron percusión, hicimos actividades de improvisación, hicimos relajación con música. Así, ellos tuvieron un punto de partida para después explicar lo que para ellos era la musicoterapia.
La experiencia para los profesionales sanitarios de participar en sesiones de musicoterapia, ¿cómo fue?
Les mostramos vídeos de cómo se trabajaba con la musicoterapia en el ámbito hospitalario. Ese estudio también está publicado; y los resultados y las descripciones de los profesionales fueron sorprendentes; porque ellos mismos expresaron que en esa sesión se les quebraba la voz al cantar, que les había saltado una lágrima. Para nosotros fue impresionante ver cómo valoran los profesionales la musicoterapia.
Cuando terminaste ese trabajo, ¿cómo te quedaste?
Con una sensación muy placentera, muy emotiva, porque ya sabes que en esto de la investigación se va mucho tiempo. Renuncias a cosas. Te das cuenta del tiempo que le has podido robar a tu familia, a tus hijos… Todo eso provoca un montón de emociones.
Así pues, la satisfacción de haberlo terminado es un cúmulo de emociones. Pero si me quedo con algo es con la satisfacción, porque realmente es una etapa. Has acabado esa etapa y estás con otra. Finalizar esta tesis para mí ha sido un lujo. Y luego, sobre todo, me quedo con todo el camino que he tenido que andar.
«Muchos profesionales nos decían que no conocían lo que es la musicoterapia»
¿Cuántos músicos de la primera plana, de los que por ejemplo suenan en Los 40 Principales, crees que cuando preparan algo están pensando en las emociones?
Creo que hay grandes artistas, en España tenemos muy buenos artistas. Y si el artista es artista de verdad y crea una canción desde dentro, pienso que eso lo transmite al oyente. Y prueba de ello es que muchas de las canciones conmueven, bien por la letra, por la melodía. En España tenemos artistas y piezas musicales muy buenos.
¿Qué canción que esté sonando ahora le pondrías a un grupo de niños con cáncer, a un paciente oncológico?
Hay que tener en cuenta que nosotros siempre, y dentro de la musicoterapia, atendemos mucho a las preferencias musicales de cada paciente.
Depende del paciente, irías por un lado o por otro.
Claro, es que normalmente no llegas y dices ‘te voy a poner a Fito, una canción de Fito que a mí me gusta mucho’, porque esa canción a un paciente le puede provocar alegría, pero a otro enfado; porque la música nos transporta. Sabes que la música, en segundos, tiene ese poder.
Lo que hacemos es hacer una historia musical, igual que la historia clínica. Lo que buscamos es tener una historia musical de cada paciente. Me he encontrado con pacientes a los que les gustaba Rosalía, esa era su música favorita; pero también me encontré con adolescentes a los que les encantaba Supertramp.
«Si el artista es artista de verdad y crea una canción desde dentro, creo que eso lo transmite al oyente»
Además, este verano estás impartiendo los cursos de música de la Seu Universitaria de La Nucía. ¿De qué versan esos cursos?
El pasado mes de julio hicimos el cuarto curso de Música y Salud, que se realiza online. Es un curso que está teniendo mucha aceptación y con mucha matrícula, porque interesa tanto a los educadores de todos los ámbitos como a profesionales sanitarios, estudiantes de educación, de ciencias de la salud, del ámbito social… A todos les interesa conocer el poder de la música.
Se centra en eso, en mostrar herramientas a los asistentes de cómo podemos utilizar la música tanto para el aula, para nuestros pacientes, nuestros amigos o con el sector que trabajemos. Pero también para cada uno de nosotros, para el autoconocimiento y autocuidado.
Pero también hay un segundo curso.
Es un curso de música moderna que ya llevamos dieciocho años con él. En ese curso trabajamos pop, rock, jazz y se realiza de manera presencial en el Auditori. Ahí, los que asisten son músicos de grupos que quieren perfeccionar y quieren ampliar conocimientos en estos estilos que te comento.