Las contigüidades provocan esas cosas. Que si en Murcia dicen, por ejemplo, ‘adivinalla’ por nuestro ‘endivinalla’, o ‘esclafar’ (chafar), ‘perola’ (cacerola) o ‘charrar’ (charlar), nosotros usamos términos como el murciano ‘cascaruja’ (por cascajo, y alude obviamente a las cáscaras) para denominar al conjunto de frutos secos, ya pelados o no, que, aunque triunfan durante todo el año en los supermercados, dominan especialmente en las mesas navideñas.
Añadamos que lo de frutos secos, en los que nuestra Comunitat tiene mucho que decir, no corresponde exactamente a una clasificación biológica, ni gastronómica, a lo sumo puramente física, porque alude a aquellos que de forma natural poseen menos de un cincuenta por cien de agua en su composición. Como decía el cómico Luis Piedrahita, en su hoy célebre frase: “Un cacahuete flotando en una piscina, ¿sigue siendo un fruto seco?”.
Variedad alimenticia
La contestación a su pregunta retórica, por cierto, sería sí, ya que aludimos a su constitución original, pero no se trata de arruinar el chiste. La cascaruja se ha convertido en parte importante de nuestros festivos ágapes, servidos antes, después o durante el consumo de dulces, o sea, turrones y demás. Almendras, anacardos, avellanas, cacahuetes (o cacahuates, maní o como prefieran, saben igual), nueces, nueces de macadamia (o de Queensland), pistachos…
Cabe decir que en la lista anterior faltarían castañas, también muy consumidas en Navidad, pero con un papel protagonista propio: compradas crudas para asarlas, adquiridas ya asadas o conseguidas en su cara versión dulce, confitadas (el ‘marron glacé’, marrón glaseado, brillante). Y las pipas, de girasol o calabaza, picoteo ya habitual durante todo el año. Algo a lo que tienden los pistachos.
En España se producen almendras, pistachos, avellanas, castañas, nueces
Poderosa almendra
Está claro que consumimos frutos secos a cascoporro. Sobre todo almendras, aunque de ello ya hablamos (‘Sabor, naturaleza, historia y mercado’, febrero de 2004), pero siguen pasando por ser lo más consumido mundialmente. Ya vimos que España ocupaba el segundo puesto productor mundial, con, en el ámbito nacional, la Comunitat Valenciana en sexta posición, tras Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha, Cataluña y Extremadura.
Detalle importante si tenemos en cuenta que, en un informe de octubre de 2022 del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, este señalaba que la utilización de tierras en 2021 para cultivar la cascaruja por tierras patrias se distribuía entre almendras (un 86%), pistacho (8%), avellano (1%) o algarrobo (2%).
Estas tierras son las principales productoras de cacahuetes, junto a Andalucía
Un poco de maní
Bien, es la primera vez que veo incluido como seco a este fruto, la algarroba o ‘garrofa’, del que en realidad lo comestible es la vaina. El incompleto informe se ultima incluyendo al castaño (otro 2%) y el nogal (1%). Aunque las cifras, como está pasando mucho últimamente y especialmente desde la pandemia, resultan hasta contradictorias según fuente, coinciden bastante con lo consumido en los hogares españoles.
Añadamos, según datos de las asociaciones de consumidores, el cacahuete como el más deglutido (a la par que la nuez). Y tengamos en cuenta que, si bien China y la India se encuentran al frente de la producción mundial, los indicadores económicos colocan a España en un noveno lugar, con 31 millones de toneladas de cacahuetes en 2021. Y en el ámbito nacional tenemos al frente a la Comunitat Valenciana y Andalucía.
Estamos en segundo puesto, tras Cataluña, en cultivo de avellanos
Del ‘cacau’ al pistacho
Al cabo, fue por estas tierras por donde se introdujo el cultivo del cacahuete (el ‘cacau’), hasta el punto de que un botánico internacional, pero autóctono, como Antonio José Cavanilles (1745-1804) resaltaría la importancia de estas siembras en tierras de la hoy Comunitat. Lo cierto es que, pese a que ya no se alcance la intensidad de antaño, aún se reparten el mercado con Huelva y Málaga.
También se laboran, por estos pagos, aparte de la sempiterna almendra, otros frutos secos, como las nueces, o los pistachos. Aunque el cultivo de estos últimos por estos lares es aún reciente, su producción, unas cincuenta toneladas de media, no ha arraigado todavía como en Castilla-La Mancha, donde se concentra prácticamente el 82% del cultivo pistachero nacional. Dicha comunidad, por cierto, también lidera el cultivo y producción de los nogales nacionales.
De sagrados orígenes
Estas tierras son, además, las segundas en España en la producción de avellanas, aunque, eso sí, quedan a bastante distancia de Cataluña, principal comercializador, sobre todo de las tarraconenses. También es verdad que la abundancia de grandes superficies con sus propias cadenas de distribución nos ha dado parte, en ocasiones generosa, en cuanto a la distribución de otros frutos secos, chinos, de Oriente Próximo (sobre todo turcos).
Así que la cascaruja, como aquellas ‘nueces y almendras’ con que obsequiara Jacob a Egipto, en el bíblico ‘Génesis’, o las almendras, anacardos, avellanas y nueces tenidas como alimento ‘dulce’ para el Ayurveda (la supuesta medicina tradicional india, aunque no está recogida en los ‘Vedas’, del indoeuropeo ‘weid’, ver, escritos entre el segundo y el primer milenio antes de Cristo), continúa teniendo una importancia capital, cuanto menos en nuestra economía.