Corrían los inicios de los años 60, España superaba la dura Posguerra y comenzaba a abrirse al mundo a pesar de la Dictadura Franquista. El boom turístico se adueñaba de nuestras tierras, y los grandes edificios de apartamentos iban conquistando todo el litoral.
Era de esperar que, más tarde o más temprano, los especuladores de la construcción llegaran hasta el Tossal de Manises, con el propósito de convertir nuestro más valioso yacimiento íbero-romano en urbanizaciones sin ninguna piedad. Sin embargo no contaban con algo, la presencia de una sueca que este 25 de noviembre celebró ya sus 95 años de edad.
Desde Suecia a Alicante
Empezando desde el principio, Solveig Nordtröm nació en Estocolmo y estudió Arqueología en la universidad de la capital sueca. Siempre sintió especial fascinación por las antiguas civilizaciones del Mediterráneo. Por esto un buen día cogió los pocos ahorros que tenía y se trasladó al levante español.
Sin apenas dinero ni saber español, se mudó a Alicante para estudiar la arqueología íbera, romana y cartaginesa
Sin conocer el idioma, Sol (como la gustaba que la llamasen en España) sobrevivió durante sus primeros meses dando clases particulares de francés. En sus comienzos vivía en una pensión ubicada junto al Mercado Central. Poco a poco fue aprendiendo español, e incluso actualmente asegura poder expresarse hasta en catorce idiomas.
Los círculos locales de historiadores acabaron aceptándola, y Solveig trabajó con todos los grandes de la época. El padre Belda, Figueras Pacheco, Lafuente Vidal, Enrique Llobregat, etc. Escribió numerosos estudios que contribuyeron a internacionalizar la arqueología íbera, romana o cartaginesa que tenemos en Alicante, hasta entonces muy desconocida en el resto del mundo. Algunas de las piezas que se pueden ver en el MARQ, fueron halladas por ella.
Cuando iban a arrasar Lucentum para construir una urbanización, Solveig logró que las excavadoras dieran media vuelta
La heroína de Lucentum
Aún con todo esto, Solveig Nordtröm es especialmente recordada por su heroica gesta en el Tossal de Manises. Aquel día en el que las excavadoras llegaron para derribar el yacimiento de Lucentum y construir una urbanización, la sueca organizó todo un piquete de defensa. Llegó incluso a tumbarse frente a las máquinas, impidiendo su paso.
Cualquier español que se hubiese atrevido a desafiar así a las autoridades en pleno Franquismo, seguramente habría sido llevado al cuartelillo de inmediato. Pero no se atrevieron con una sueca. El Gobierno español por fin estaba consiguiendo mejorar su imagen de cara al mundo, y no quiso arriesgarse al mínimo incidente internacional.
Finalmente las autoridades ordenaron la marcha de las excavadoras, y el Ministerio de Educación compró los terrenos del Tossal de Manises. Así, la ciudad lucentina se salvó de la barbarie especulativa. Poco después recibió incluso el reconocimiento oficial de ´monumento histórico-artístico`.
Sin reconocimiento público
El enorme gesto de Sol apenas tuvo eco en la época, pues el régimen franquista no quiso hacer demasiada publicidad de este exitoso episodio de rebelión. El hecho ni siquiera fue nombrado en la prensa.
Nunca pudo vivir completamente de la arqueología. Acabó siendo bailarina y traductora en Benidorm
A pesar de sus trabajos y acciones de enorme valor, Solveig nunca pudo realmente vivir de la arqueología, y tuvo que buscarse otros empleos alternativos. Ella misma admite que ganó más dinero bailando en varios locales de Benidorm durante estos primeros años del boom turístico, en los que las suecas provocaban tanto revuelo.
Acabó estableciendo su residencia fija en la ciudad benidormense, y trabajó como traductora para una clínica esteticista. También para algunas editoriales de libros, igualmente en labores de traducción.
En los últimos años se ha interesado especialmente por el mundo del espiritismo, perteneciendo incluso a algunas asociaciones que estudian esta doctrina.
Homenajes tardíos
Hubo que esperar hasta 2005 para que nuestra sueca más alicantina al fin recibiera un público homenaje en el MARQ, como reconocimiento a todo el trabajo que realizó y aportó para la arqueología de la provincia.
Afortunadamente, con el paso de los años, el conjunto de la sociedad alicantina se fue dando cuenta de la importancia de poseer un yacimiento íbero-romano en nuestro término municipal. En los 90 se inició al fin un proyecto para poner en valor aquellos restos, construyéndose caminos para facilitar su visita, un muro para protegerlo y se instalaron carteles e información general acompañando los restos.
En 2011 el Ayuntamiento de Alicante inauguró el parque ‘Arqueóloga Solveig Nordström’, justo al lado del yacimiento que en su día ella misma salvó. Gracias a esta heroína de 95 años, hoy todos los alicantinos y turistas podemos visitar estas ruinas de incalculable valor.