Esteban Vallejo Muñoz
Director territorial de Presidencia de la Generalitat en Alicante
La antisostenibilidad también existe
En los ochenta era ya evidente que el modelo de desarrollo imparable, visto hasta entonces como algo indiscutiblemente positivo y consustancial al ser humano, era una conducta de riesgo que nos llevaba al desastre. Fue una primera ministra socialista noruega quien señaló la contradicción entre el progreso y sus costes ecológicos y morales (Brundtland, 1987).
Efectos secundarios
Los efectos secundarios del crecimiento sin más control que el de la obtención de beneficios cada vez mayores, era y es un axioma neoliberal y un camino seguro a la catástrofe que significa dejar a las siguientes generaciones un planeta condenado a una muerte física por suicidio, en nombre de la rentabilidad.
Poco a poco, el adjetivo ‘sostenible’ se ha ido abriendo paso y va protagonizando iniciativas como la Agenda 2030, que se impulsó desde la ONU en 2015. La Agenda se marca 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y encarga de su consecución a todos los gobiernos y a todos sus representados: la humanidad entera.
Algunos gobiernos, como el de Pedro Sánchez (que por cierto nombró director de la oficina del Alto Comisionado para la Agenda 2030 al alicantino Federico Buyolo) y el del president Ximo Puig aquí, han interiorizado de muy buena gana las políticas necesarias para llegar con éxito a esos objetivos (tan utópicos como necesarios y valiosos). Así, en la Comunitat Valenciana se asumen como compromiso los retos a que se enfrentan las personas (pobreza, salud, igualdad, educación, hambre…), la prosperidad económica, social y tecnológica, la paz y la justicia, las alianzas en apoyo a los más vulnerables y la protección del propio planeta.
«La sostenibilidad puede definirse como un valor de valores: global, transversal, estable en el tiempo, y de necesario consenso amplio, cercano a la unanimidad»
Valor de valores
La sostenibilidad puede definirse como un valor de valores: global, transversal, estable en el tiempo, y de necesario consenso amplio, cercano a la unanimidad.
Y el problema: los ODS de la ONU se parecen tanto a los enfoques socialdemócratas (por ejemplo, la igualdad de género está entre los primeros objetivos), que tan pronto como se van popularizando, se tropiezan con tres problemas: 1) a la poderosa derecha no le gustan los valores progresistas y no parece que vaya a cambiar al respecto: de hecho no se ruborizan al zafarse del compromiso; 2) la poderosa derecha está vaciando el concepto por generalización o saciación (ya se habla hasta de bombas o tortillas sostenibles) y 3) el hecho de que la poderosa derecha ha olido negocio en el asunto y está comercializando y haciendo caja con ese valor de valores, que es justo de lo que deberíamos huir.
«La antisostenibilidad existe cuando en lugar de la imprescindible sinergia se degrada el concepto y se contempla como negocio»
Eso es tanto como decir que se impide la imprescindible sinergia, se degrada el concepto y se contempla como negocio. Todo ello nos lleva a la conclusión de que la antisosteniblidad también existe y pega fuerte, y que lo verdaderamente antisostenible son los falsos valores de la derecha, siempre inclinada al sálvese quien pueda, al egoísmo, a la ley del más fuerte, a la crispación, a la mentira, al armamentismo, al separatismo o al sometimiento a las órdenes de intereses económicos bien ajenos al bien común que significa la sostenibilidad.
Eduardo Dolón Sánchez
Vicepresidente de la Diputación de Alicante
Esa agua tan necesaria
Las desalinizadoras, y en concreto la de Torrevieja, se han posicionado como elementos muy importantes pero, ¿es la solución? ¿Lanzar en unas zonas agua sobrante al mar para en otras recogerla y desalarla con unos costes altísimos y con el consiguiente impacto medioambiental?
La pregunta formulada es perfecta. Es decir, esto es algo que afirmábamos nosotros hace unos años y éramos los bárbaros, decían que queríamos dividir a España y quitar el agua a las zonas que no puedes quitarlas, y que la desoladora era la alternativa.
Ahora ya tenemos las desoladoras que venían a sustituir los trasvases, construidas y funcionando al 100%, ¿y cómo están los agricultores? No tienen agua. La que les llega no es de tan buena calidad y están pagando mucho más dinero, con lo cual está confirmándose lo que dijimos que iba a ocurrir.
Alternativa
Entonces ahora, ¿cuál es la alternativa? ¿Seguir construyendo más desaladoras o apostar por un convenio-acuerdo de Estado donde efectivamente aquella agua, en las zonas que sobra y que van al mar, en vez de que se caigan, las transvasamos y a la misma vez esos trasvases nos sirve para que donde no hay una desoladora puedas también llevar el agua?
Porque ahora mismo las desoladoras de la ciudad de Torrevieja al campo de Cartagena llega de forma limitada, al campo de la Vega Baja ahora mismo no hay forma de llevar ese agua, está yendo al pantano que es la del consumo, pero para regadío no es.