Todo el mundo lleva hablando durante estos meses de las fatídicas consecuencias de la covid, pero poco lo hacemos de, entre otros, nuestros mayores, que están muriendo en muchos casos de pena.
Muertes en residencias
A la muerte en las residencias, en muchas ocasiones por esa falta de camas en los hospitales, que ha demostrado que eso de que nuestra Sanidad era la mejor tan solo es el narcisismo patrio, y en los que, como quedó demostrado, muchas veces los médicos debían decidir a quién atender y a quien dejar fallecer por esa falta de medios.
Pues a ese motivo hay que añadir que los familiares llevamos meses sin poder abrazar y besar a nuestros mayores, aquellos que nos dieron la vida y que en muchas ocasiones, por su estado cognitivo, no entienden que pasa y solo ven que sus seres queridos no les muestran el cariño que necesitan.
Atención mínima
Si tenemos en cuenta que las denuncias a residencias, previas a la covid e ignoradas constantemente en los ajustes de las leyes a pesar incluso de sentencias, ya sucedían antes de la pandemia, no quiero ni imaginar que está pasando ahora dentro de estos centros.
Graban un pequeño vídeo y luego ¿qué ocurre? Pues nadie lo sabe, pero mucho me temo que el mayor queda ‘aparcado’ y solo. Si ya era así cuando podíamos entrar los familiares…
En estas fechas las personas hablan de familia, de sentimientos, pero en las residencias nuestros mayores siguen solos, sin recibir el cariño de los suyos incluso aunque hayan pasado la covid y por lo tanto estén inmunizados. Incomprensible, inaceptable, inhumano, pero cierto.
Y tú, ¿qué harías?
Una persona de mi equipo me decía hace poco que en este País no teníamos experiencia en pandemias y que por lo tanto el Gobierno ha ido a ciegas haciendo lo que puede, y ante mis críticas a la gestión me preguntaba: ¿tú que habrías hecho?
La respuesta podría ser obvia, yo no cobro por tomar esas decisiones pero sí hay cientos de personas entre políticos, asesores y técnicos que lo hacen y que deben tomar las mejores para justificar ese sueldo.
Pero mi respuesta realmente es sencilla y clara: hacer caso a lo que dice la Organización Mundial de la Salud (OMS), que sí tiene experiencia en pandemias, es el principal organismo internacional en la materia y en el que se supone que confiamos, ya que formamos parte de él.
Menos show y más eficacia
La OMS no ha puesto el foco en todas estas cosas que nos tienen entretenidos en los informativos para darnos conversación y evitar las críticas a la verdadera mala gestión. Cosas como las mascarillas estés donde estés, toques de queda, ahora dos núcleos convivientes y ahora tres y tantas otras decisiones mucho más que cuestionables no son el foco de atención de la OMS.
La Organización Mundial de la Salud es clara y habla principalmente de dos necesidades vitales: distanciamiento y seguimiento rápido y eficaz (el llamado rastreo) para aislar los casos. Pero esto segundo requiere mucho esfuerzo, y por lo tanto es más fácil pasar a esas otras medidas de marketing.
Todos conocemos muchos casos que demuestran la incoherencia. Un simple ejemplo: a la hija de una de nuestras redactoras la confinan porque una compañera de clase ha dado positivo, mientras a su hermano y a los padres, que evidentemente están en contacto directo con la confinada, les dicen que pueden hacer vida normal. Sin comentarios.
Saturación por falta de medios
Todo esto lo que resta es el foco en las realidades. La primera de ellas nuestra falta de medios; las camas UCI en España son tres veces menos por habitante que en Alemania y se encuentran muy lejos también de otros países como Austria, Estados Unidos o Francia.
Shock ciudadano
El shock en el que se encuentran los ciudadanos les tiene paralizados, solo así se explica que una persona que miente a sabiendas, como Fernando Simón, hablando de que esto no nos iba a tocar cuando ya tenía cifras de que sí, o que existían expertos que luego se ha demostrado que no era así, etc. pueda seguir en su cargo y encima casi sea ídolo para muchos.
Y solo ese shock puede explicar que estemos todo el día estudiando las nuevas ocurrencias de nuestros dirigentes, con toques de queda diferentes según las comunidades y días, decidiendo con que número de personas se convierte en delito una reunión en casa, etc. en lugar de pidiendo responsabilidades por los malísimos resultados que está teniendo la gestión (según las propias cifras oficiales).
Pero aquí seguimos, admitiendo todo. Ahora llegan las vacunas, con ese listado en el que van a ir anotando quien hace caso al papá estado y quien no, pero que tampoco garantizan una vuelta a la normalidad, entre otras cosas por el tiempo que se va a tardar: de momento hasta marzo solo 2.000.000 de personas (4,3 por ciento de la población) estarán vacunadas en el mejor de los casos.
Lo dicho, morir de pena
Y los mayores, nuestros seres queridos a los que no podemos querer como se merecen, siguen sufriendo las consecuencias. En un caso real muy cercano los familiares de una persona mayor sufren la presión y amenazas de la residencia para su vacunación.
Da igual que tenga anticuerpos porque acaba de pasar la covid y da igual que esa vacuna tampoco sirva para que puedas abrazar de nuevo a la persona porque eso no va a cambiar, pero si no se vacuna te amenazan con aislarla. ¿Por qué si tiene anticuerpos y los demás se van a vacunar?… pues porque hemos entrado en ese estado en el que hay que hacer obligatoriamente lo que te dicen, sin cuestionar.
Y mientras, lo dicho, nuestros mayores si no mueren de covid o por falta de atención, lo acabarán haciendo de pena sintiéndose abandonados.