No ha sido un año fácil para nadie, pero mucho menos para aquellas entidades deportivas que por culpa de la pandemia han visto recortadas sus actividades y sus ingresos. Es el caso del Altea Fútbol Sala, entidad que se fundó en el año 1988 y que pasa actualmente por sus horas más bajas.
El club, que llegó a contar con un enorme prestigio en la comarca, sobrevive con apenas dos equipos; uno sénior que se encuentra en Primera Regional, la categoría más baja, y otro infantil.
El club alteano, eso sí, tutela las escuelas municipales de fútbol sala, que sí disputan competiciones como los Juegos de la Generalitat. En total, la entidad controla a medio centenar de jugadores, entre las escuelas y los que compiten en sus dos equipos oficiales.
Agotamiento
El Altea Fútbol Sala sobrevive gracias, sobre todo, al tesón de su presidente, Paco Cascales ‘Pacorro’, quien junto a unos amigos introdujo este deporte en la localidad a finales de los 80, aunque no sería hasta 1996 cuando se diera oficialmente de alta a la entidad en la Federación. “De un día para otro, por una lesión de hernia, pasé de ser jugador a presidente”, recuerda Cascales, quien admite que, después de 32 años “picando piedra” comienza a estar agotado.
“Estos clubes se mantienen por la dedicación de unos pocos, pero cada vez cuesta más y los dirigentes recibimos más zancadillas. No se tiene en cuenta que realizamos una labor social, porque ayudamos a los niños a hacer deporte, que es salud. Mientras juegan a algo, mejor o peor, están llevando hábitos saludables”, argumenta con pasión.
La pandemia ha impedido formar equipos en las categorías para los más pequeños
Época complicada
Por si faltaba algo, la pandemia lo ha complicado todo aún más para el Altea Fútbol Sala, que ha tenido que disolver varios equipos ante la falta de jugadores. “Los padres no terminan de fiarse de la situación sanitaria. Tienen miedo y no hemos podido inscribir al alevín por este motivo”, señala el presidente, quien asume que “hasta que no estemos en la normalidad sanitaria será difícil recuperar la afición”.
«Estamos en una mala etapa y se trata de sobrevivir como sea» P. Cascales
“Durante esta mala etapa se trata de sobrevivir”, comenta Cascales, cuyas esperanzas actuales están depositadas en el equipo sénior, completamente renovado y que dirige su hijo. El trabajo realizado en las escuelas municipales, por el contrario, es a “largo plazo”, si bien el presidente asegura que no se puede comparar la época actual a otras “porque ahora a todos los niños les tira mucho más el fútbol”.
“De todas formas, en unos meses tenemos el Mundial y ya sabemos que la gente en España se mueve por modas. Igual ganamos otra estrella y tenemos otro ‘boom’ como el de hace unos años”, reflexiona el dirigente, cuya pasión por el fútbol sala puede más que los problemas que cada curso tiene para sacar adelante a la entidad.
El club tocó techo a finales de los noventa con un equipo subcampeón de la Comunidad
Los mejores años
En este sentido, el presidente recuerda la era dorada, a finales de los ochenta, cuando el fútbol sala tenía un fuerte arraigo en la localidad. “Luego el fútbol y el balonmano tomaron el relevo en los chicos del pueblo, pero nosotros seguimos intentando llamar su atención”, explica Cascales, que hace de presidente, pero también de “aguador, chófer o entrenador” por su club.
La entidad tocó techo en 1999, cuando su equipo juvenil quedó campeón de la provincia de Alicante y, posteriormente, perdió en la final autonómica ante el potente Vijusa Valencia, que por aquel entonces tenía como portero a Rafa Fernández, ex guardameta de El Pozo, Elche y campeón del Mundo con España.
Primera crisis
El primer momento crítico para el club alteano llegó a mediados de la primera década del presente siglo. El club organizaba torneos de prestigio en la comarca, pero poco a poco los patrocinadores desaparecieron y se hizo cada vez más complicado obtener recursos económicos.
“Fue una época muy buena y de rivalidad. Había una gran tradición en Elche, ibi, Elda y en esta comarca también; con Callosa, Polop o Benidorm”, recuerda con nostalgia Cascales, quien apunta ahora como epicentros del fútbol sala en La Marina a las localidades de Alfaz del Pi y, sobre todo, La Nucía. “Se nota que hay dinero porque están haciendo un proyecto muy serio”, apunta.
Esperanza para el futuro
Actualmente, la participación de los equipos alteanos de fútbol sala, además de sus competiciones oficiales, se limitan al torneo que suele disputarse en verano en la vecina l’Alfàs del Pi. “Allí están apostando otra vez por los campus”, añade Cascales. El poco peso de la entidad a nivel comarcal también se traduce en una pérdida de talento, ya que los chicos prefieren probar suerte en el equipo vecino “porque es más fuerte y ven que tienen mejores opciones de competir”.
A pesar de todo, el presidente del Altea mantiene la esperanza en que el club rebrote a medio plazo y recomienda a los niños probar el fútbol sala. “Te da la opción de hacer deporte, nuevos amigos, mejorar tus hábitos de vida y te enseña a trabajar en equipo”, explica Cascales, quien desvela que uno de los consejos que les da a sus jugadores en los torneos, en el último día de la competición, es “que se relacionen con otros niños de Busot, San Juan, La Nucía y El Campello, para que se abran y tengan nuevas amistades”.