Entrevista > Encarna Esteve / Monitora de taller de bolillos
La artesanía de Monóvar está representada especialmente por el encaje de bolillos.
Todavía perdura el Taller de Bolillos fundado en 1959, donde las distintas generaciones han podido aprender este oficio artesanal. Tiene un gran arraigo en el pasado, sobre todo entre las mujeres monoveras, aunque la covid, que todo lo ha paralizado, también lo ha conseguido con estas artesanas que esperan poder reanudar estas labores muy pronto en su taller.
Enorme paciencia
Elaborar encaje de bolillos requiere de una paciencia sin límite. Para muchas es un método relajante que le aleja de los problemas cotidianos. Algunas aprendieron esta artesanía cuando eran niñas y reconocen que por mucho tiempo que pase no se olvida. Ahora, en sus ratos libres los bolillos son su mejor pasatiempo.
El encaje de bolillos parece estar de nuevo en auge. Así lo mantienen los colectivos de otros muchos pueblos y ciudades, y en internet son innumerables los tutoriales que muestran esta técnica. Pero nada mejor que hacerlo en grupo, con risas y buena conversación mientras las manos maniobran los bolillos con gran maestría.
Con gran tradición
En el pasado de la vida cotidiana de las mujeres de Monóvar siempre estuvo la labor del encaje de bolillos. Su aprendizaje se transmitía de madres a hijas, que heredaban conocimientos, patrones y diseños.
Lo que en otra época fuera más bien un oficio, se ha ido transformando con el tiempo en una tradición y artesanía muy popular que practican con habilidad. Sus manos manejan los bolillos con una destreza que pierde a quienes nunca han visto esta práctica. Centradas en su labor, hablan y cuentan historias del día a día mientras realizan este arte que data del siglo XIX.
Los utensilios que se utilizan para realizar el encaje de bolillos fueron inventados en madera por Enrique Corbí Marín, más conocido como Enrique Cardosa, que a mitad del siglo XX poseía el monopolio de la carpintería en Monóvar.
«Estamos teniendo en el taller a hombres haciendo bolillos, algo que antes era impensable»
¿Las nuevas generaciones siguen la tradición del bolillo?
Antes más que ahora. Tuvimos niñas y jóvenes que sentían curiosidad y venían a aprender al taller, pero de un tiempo a esta parte son personas de 50 años en adelante las que muestran su interés. Es lógico, porque hay que tener en cuenta que son tradiciones que pertenecen a una época que los más jóvenes no han vivido.
Lo que si estamos teniendo últimamente es hombres haciendo bolillos, y eso es algo que antes era impensable; sin embargo ahora no solo vienen sino que se les da realmente bien, y han desterrado el mito de que son solo cosa de mujeres.
«En las trobadas anuales vienen bolilleras de toda España»
¿En el resto de España también hay tradición?
Más de lo que la gente se imagina. Cada año se organizan trobadas del bolillo en algunas ciudades, y aquí en Monóvar hacemos una todos los años y vienen bolilleros de toda España a exponer sus trabajos y a compartir la experiencia.
También participan en las trobadas todos los proveedores de los materiales que necesitamos porque no son fáciles de encontrar, y en estas convenciones nos surtimos de todo lo que necesitamos. Hay miles de personas en España que se dedican al bolillo.
«Ahora también se teje con hilos de colores, perlas, pedrería y los encajes son más actuales»
¿Los trabajos que realizan han evolucionado para adaptarse más a estos tiempos?
Claro que sí. Ahora también se teje con hilos de colores, perlas, pedrería y los encajes son más actuales.
Se tiene la idea de que solo hacemos encajes tradicionales, o los ajuares de las novias como antiguamente, pero se pueden hacer muchas más cosas. El traje regional de Monóvar lleva mucho de nuestro trabajo; y también hacemos corbatas, pendientes, abanicos…
¿Qué técnica se emplea para hacer bolillos?
Para tejer el encaje se utilizan unas varillas de madera, parecidas a los palillos de un tambor, llamados bolillos, y un cojín redondo.
Cada bolillo lleva enrollado hilo fino de tejer. Sobre el cojín se pone una plantilla que tiene unos agujeros formando un dibujo y en cada agujero se coloca un alfiler de cabeza redonda de un color diferente, para poder distinguir al bolillo al que va ligado. El arte de este sistema consiste en ir pasando los bolillos unos por encima de otros, de modo que vaya creándose la forma de la plantilla.
¿Es cierto que es relajante?
Mucho. La relajación, la concentración, y la agilidad visual y corporal son solo algunas de las ventajas que ofrece esta práctica. Hacer bolillos es una terapia conveniente para matar el estrés. Según los expertos, esta afición del encaje requiere un gran nivel de concentración y agilidad mental. Incluso está recomendada su práctica tanto a enfermos de Alzheimer como a adolescentes con hiperactividad.