Luis Piedrahita / Cómico
Luis Piedrahita (A Coruña, 1977) es uno de los humoristas más reconocidos y prestigiosos de este país. Más de veinte años de trayectoria avalan a este monologuista genuino, con un humor blanco tan característico. Actuará este mes en Alicante sin más artefactos que un micrófono, su voz y su vertiginoso ingenio.
¿Qué te ha llevado a elaborar tu nuevo espectáculo ‘Es mi palabra contra la mía’? ¿En qué se diferencia de los anteriores?
Es el más divertido que he hecho hasta ahora. Está mal que lo diga yo, ya lo sé. Pero si le preguntas a un padre cuál es el hijo más guapo del mundo, ¿qué te va a decir? Realmente estoy muy contento con el resultado. Es un show tremendamente optimista que habla del descontento.
En él analizas ‘por qué nadie está contento con lo que le ha tocado’, ¿crees que el ser humano es inconformista, o son ganas de quejarse?
El ser humano trae de serie el gen del descontento. La evolución ha querido que la insatisfacción esté siempre ahí porque es el único motor que nos mueve a cambiar las cosas. El día que estemos a gusto nos extinguiremos.
Sólo hay una cosa que hace el camino llevadero: la risa. Aprender a reírnos de nuestras miserias y verlas con distancia, dándoles la importancia que realmente tienen. Eso es lo único que nos puede salvar.
«El lenguaje es el gran invento del ser humano»
Tienes un estilo muy personal, combinas magistralmente situaciones cotidianas con un lenguaje refinado. ¿Cómo se practica? ¿Cuáles son tus fuentes de inspiración?
Me sale así. No obedece a un plan maestro. El lenguaje es el gran invento del ser humano. Me encanta jugar con él porque es un juguete irrompible. Me gusta retorcerles el pescuezo a las palabras, saltar sobre ellas y darles la vuelta, de dentro a fuera, como si fueran calcetines.
Es un placer y todo aquel que haya jugado a eso antes que yo me vale como fuente de inspiración: Les Luthiers, Álvaro Cunqueiro, Gómez de la Serna, Alejandro Dolina, Borges, Mihura, Tono…
«Me gusta creer que no voy a cometer los errores del pasado y que podré darme el gustazo de cometer errores nuevos»
¿Por qué los monologuistas cuando presentáis un show nuevo afirmáis que es ‘el mejor hasta la fecha’?
Porque deseamos haber aprendido algo de los anteriores. Y para vender entradas. Las dos cosas son ciertas pero en mi caso me gusta creer que no voy a cometer los errores del pasado y que podré darme el gustazo de cometer errores nuevos. Y para vender entradas. Necesitamos pensar que cada año lo hacemos un poco mejor, pero sobre todo necesitamos vender entradas.
Tu pasada actuación en Alicante tuvo lugar en Cinemacar y fue desternillante… ¿Qué recuerdos guardas?
Fue una de las primeras actuaciones que hice después del confinamiento y eso no se olvida. Nos juntamos más de setecientas personas con la necesidad de recordar lo que era la risa. La entrega del público fue casi orgásmica. Lo voy a recordar siempre.
Has recorrido España entera y parte de Latinoamérica, ¿hay un trabajo de adaptación del guion allá donde vas?
En el extranjero cambio un poco mis textos. Siempre he hecho guiones ayunos de referencias a la actualidad, a la política o a los personajes de moda, así que tanto aquí como en Argentina, Uruguay o Colombia me vale el mismo guion.
La última vez, en Argentina, tuve que cambiar solamente catorce palabras. Catorce nada más, pero era indispensable para que el texto funcionara con la misma eficacia.
El 24 y 25 de febrero actuarás en el Teatro Principal de Alicante, ¿qué le garantizas a quien vaya a verte?
Les garantizo un antes y un después en sus vidas. Hay un torrente de risa tan caudaloso que todo aquello que hayan vivido hasta entonces, por comparación, les parecerá una noche de soledad y tristeza. ¿Y después del show cambiará su vida a mejor? ¡Tampoco! El espectáculo es tan conmovedor que todo lo que venga después les parecerán vivencias insulsas como caldo de hospital.
Al salir del teatro sus vidas se volverán miserables y grises hasta que vuelvan a ver mi próximo show, que aún no está escrito y que, sin duda, será mejor que éste. Todo lo que he dicho en este párrafo es cierto, excepto esta última frase.
«En cada pueblo alicantino, por pequeño que sea, hay un teatro excelente con una programación sana y de calidad»
¿Cuál es tu relación con la provincia de Alicante?
Mi familia materna es de aquí. Toda mi vida he veraneado en Denia y siempre que puedo me escapo a tomarme un arrocito. Pero yo destacaría la cultura teatral de la zona. Históricamente, el levante ha tenido una gran querencia hacia el espectáculo en múltiples aspectos: las orquestas de los pueblos, los moros y cristianos, la música…
Eso hace que en cada pueblo alicantino, por pequeño que sea, haya un teatro excelente con una programación sana y de calidad. Eso es algo que funciona mucho mejor que en cualquier otra zona de España. Los que venimos de fuera lo admiramos mucho.
Más de veinte años sobre el escenario y sigues en plena forma, ¿cuál es la receta de tu inagotable menú humorístico?
Desayuno todos los días un bol de sangre de mamut de recién nacido y una tortilla de huevos de lince albino. Desnatada. La sangre de mamut ha de ser desnatada. Los huevos de lince pueden ser de Hacendado.
Eres uno de los pioneros del ‘stand up comedy’ en nuestro país, con tus fulgurantes inicios en programas como ‘El Club de la Comedia’. ¿Qué ha cambiado desde entonces?
Todo. Han cambiado los ritmos, los artistas, los gustos del público… Incluso yo ya no soy el mismo. Solo permanece la necesidad de meterse en un teatro y olvidarse de los problemas durante un par de horas.
En tu faceta como escritor ya has publicado siete best sellers de humor, ¿qué te aporta esa expresión mediante la palabra?
No son libros de verdad, son compilaciones de monólogos. Son perfectos para leer en el váter. De hecho, si os fijáis, la última página de mis libros siempre está en blanco. Yo lo exijo por contrato para que todo aquel que se quede sin papel tenga algo de lo que echar mano.
Son libros hechos con mucho cariño, con mucho amor a las palabras y con algún tesoro humorístico escondido, pero no son experiencias literarias completas.
Como colaborador y guionista del programa ‘El Hormiguero 3.0’, ¿qué tal es la experiencia?
Es la cosa más alucinante que te puedas imaginar. Yo he estado ahí desde el primer día y te digo que no hay nada así en el mundo. Trabajo bastante en EE.UU. y cada vez que muestro mis intervenciones en ‘El Hormiguero’ se quedan todos con la boca abierta. Nadie entiende cómo podemos hacer esas locuras de efectos ópticos.
Cuando les digo que es un programa diario, empiezan a convulsionar. Después les digo que es en directo y les explota la cabeza. Y cuando les digo que mi sección no es lo más complicado del programa, sus cuerpecillos convulsos y sin cabeza, se desmaterializan y se evaporan. En ningún lugar del mundo se hace un programa así. Ver trabajar a los equipos de realización, dirección, atrezzo y producción… ¡es alucinante!
¿Cuál es la mejor vacuna para estos tiempos de pandemia?
El humor. Sirve para tiempos de pandemia y de no pandemia. Pronto empezarán los tornados, las lluvias de monos venenosos, el resurgir de monstruos marinos, cataclismos solares severos, agujeros negros con cristales rotos en el horizonte de sucesos y quizá una nueva candidatura de Trump. Pasará la pandemia y algo habremos aprendido: nunca estamos a salvo. ¿Solución? Ríe mientras puedas.
Humorista, ilusionista, escritor y director de cine, muy conocido por sus apariciones en televisión y radio, y especialmente apreciado por sus monólogos de humor. Sus últimas creaciones son: ‘Es mi palabra contra la mía’, ‘Las amígdalas de mis amígdalas son mis amígdalas’ y ‘El castellano es un idioma loable lo hable quien lo hable’.