Corría la primavera de 1968 cuando unos niños oriolanos, que regresaban a su casa tras haber quedado con unos amigos para jugar al fútbol, se detuvieron en un punto del cabezo de Hurchillo entre las pedanías de Los Desamparados y Arneva, una zona popularmente conocida como “Los Cabecicos Verdes”, para coger almendras.
Una vez arrancadas del árbol, buscaron una piedra con el fin de partirlas. Al golpearla se dieron cuenta de que había un hueco en el suelo y un objeto debajo.
Los chavales tenían prisa por regresar a su hogar y se fueron sin excavar más, pero, intrigado por la curiosidad, uno de ellos regresó al día siguiente. Se llamaba Vicente López, y al quitar la tierra se encontró… un ánfora de la Edad Antigua.
Fenicios y griegos
Así fue como los arqueólogos tuvieron la primera constancia del yacimiento de Los Saladares, declarado Bien de Interés Cultural (BIC). Se calcula que dicho poblado fue fundado hacia el siglo IX a.C. y estuvo habitado durante unos 600 años.
Dicho periodo se considera especialmente interesante, ya que la población ibérica experimentó varios avances muy rápidos, como la metalurgia del hierro, la utilización de la cerámica tormo, la adopción de un nuevo urbanismo más organizado o incluso la aparición de la escritura.
La importancia de Los Saladares radica en la presencia griega, y sobre todo fenicia, que se ha hallado en el mismo. Por ello, algunos especialistas consideran que puede arrojar respuestas acerca de la influencia que tuvieron estas civilizaciones en los pueblos íberos para alcanzar los citados progresos.
Mezcla de culturas
Sin duda la cercanía del río Segura fue un factor clave para la consolidación de esta ciudad y la variedad de civilizaciones que experimentó. De hecho, no es habitual encontrar factorías griegas y fenicias contemporáneas en un mismo poblado, ya que eran dos naciones que rivalizaban comercialmente.
Además, el emplazamiento no fue abandonado hasta al menos el siglo III a.C., lo cual arroja también más información que otros yacimientos de la zona que se despoblaron con mayor prontitud.
Se piensa que los últimos habitantes de Los Saladares habrían partido hacia la época de la segunda guerra púnica (219-201 a.C.), en la cual la República romana logró derrotar a Cartago y así afianzar su dominio sobre la Península ibérica.
Mucho por excavar
Recientemente el ayuntamiento de Orihuela ha manifestado su intención de musealizar Los Saladares, es decir, convertir el antiguo poblado en un centro de interpretación donde acudan frecuentes visitas turísticas, al estilo del yacimiento íbero-romano de Lucentum (en las afueras de Alicante).
Para ello se ha programado un plazo de unos cuatro años, pues antes es necesario avanzar en las excavaciones y descubrir todo lo que esconden estas tierras. De estos trabajos se están encargando actualmente especialistas del consistorio y la Universidad de Alicante.
Comenzar desde cero
Lo cierto es que los expertos tienen por delante un arduo trabajo. Si bien cuando el yacimiento fue descubierto accidentalmente por aquellos niños se iniciaron algunas excavaciones, los trabajos se detuvieron poco tiempo después. Desde entonces quedó abandonado a su suerte, e incluso sufrió varios expolios. Más adelante fue convertido en un huerto de limoneros.
No fue hasta 2019 cuando el ayuntamiento compró estos terrenos, con una superficie aproximada de 10.000 metros cuadrados. Cuando los arqueólogos comenzaron por fin a trabajar, se encontraron con la sorpresa de que ni siquiera se conserva la documentación de las primeras excavaciones de los años setenta. Por tanto, les ha tocado empezar prácticamente de cero.
El gran edificio
Actualmente la mayor parte de los trabajos se están centrando en un imponente edificio de la época íbera ubicado en la parte alta. Mide diecinueve metros de longitud por doce de anchura, y cuenta con tres habitaciones.
Este verano los arqueólogos tuvieron la oportunidad de explicar su trabajo a algunos curiosos que se acercaron al yacimiento en una jornada de puertas abiertas. Los visitantes incluso pudieron observar el citado edificio, cuya base ya está totalmente visible. En el futuro próximo se espera poder ir rescatando más casas de debajo de la tierra.
Tampoco se deja de buscar nuevas piezas que aporten más información sobre los antiguos habitantes de Los Saladares. De hecho, se han encontrado algunas obras de cerámica típicas de la zona de Cádiz, lo cual ha dado pie a varias teorías.