Entrevista > Alfonso Yébenes / Geólogo
Alfonso Yébenes pasea por las proximidades del Club Náutico de Altea y mira al Mediterráneo. A ese azul infinito y eterno que, como el propio Yébenes y tantos otros sabios que antes que él contemplaron esas mismas aguas, parece tener más preguntas que respuestas. Y que cuando ofrece alguna respuesta, cambia la pregunta. Y que busca, siempre, un nuevo reto. Una nueva aventura.
El geólogo bien podría ser un marinero varado en tierra. Sus ojos entrecerrados, su piel morena y aparentemente curtida por años de salitre y su manera de hablar sobre el mar, la tierra, las rocas… ayudan a confirmar esa primera impresión. La del hombre al que se acude en busca de respuestas y que deja al interlocutor con una larga lista de reflexiones y, si cabe, más dudas que certezas.
Un tipo reconocido en su tierra, donde se le ha dado su nombre a uno de los miradores más bellos con los que cuenta el Parc Natural de la Serra Gelada.
Más dudas que certezas
Son esas, al fin y al cabo, las grandes virtudes de quienes no dan nada por sentado. De aquellos que lo miran todo con una mirada crítica y que tratan de estirar al máximo las costuras de lo que se da por lógico.
Porque el único camino verdadero hacia el conocimiento es, precisamente, la duda. Cambiar las preguntas cuando se cree que se han encontrado las respuestas. Ir siempre un poco más allá y, sin vehemencia, pero con contundencia, exponer aquello en lo que se cree.
AQUÍ en Altea pasó más de una hora charlando -que es algo muy distinto a entrevistar- con uno de los vecinos más ilustres y, seguramente, sabios de la Villa Blanca. Una conversación que, como todas las que merecen la pena, fue desordenada y en algunos puntos caótica y de la que, como seguramente le ocurra al lector, salimos con nuevas preguntas y, sobre todo, con interesantes asuntos sobre los que reflexionar respecto a qué modelo social, de vida y de planeta queremos para el futuro.
Déjeme empezar por los eventos más recientes y hablemos del temporal vivido el pasado mes de marzo. Llovió mucho y en la Bahía de Altea, con la crecida del río Algar, vimos una enorme mancha de sedimentos arrastrados por las aguas. ¿Eso es algo bueno para ese ecosistema?
Mira, a la Naturaleza le importa un comino si las cosas son buenas o malas (ríe). Somos antropocéntricos y creemos que todo funciona según nuestros deseos. La Naturaleza pasa de los seres humanos. Llevamos unos 200.000 años en el planeta y la Tierra existe hace 2.600 millones de años. A escala geológica, llevamos aquí dos segundos. No seamos tan pretenciosos.
Existe hoy en día un problema muy grave en todo el mundo y es que las playas se están reduciendo; la primera pregunta que hay que hacerse es de dónde salen los materiales de las playas. Tú lo apuntabas un poco con lo que comentabas de los ríos…
«Existe hoy en día un problema muy grave en todo el mundo y es que las playas se están reduciendo»
Pero me refería a esta zona concreta.
En el Mediterráneo lo puedes valorar en un 70 o 75%. Cuando tú coges arena de una playa como, por ejemplo, la de Benidorm, y la miras con una lupa, ves que el 20% está llena de fragmentos de esqueletos, trocitos de conchas… La mayoría de esos organismos viven asociados a las praderas de Posidonia.
El 5% restante proviene de la erosión de los acantilados. Por lo tanto, es muy poquito lo que llega con los sedimentos.
Pronto hemos llegado a la importancia de la posidonia para el equilibrio medioambiental del Mediterráneo.
Las praderas de posidonia hay que cuidarlas. No ya por razones medioambientales, sino, incluso, por razones económicas. Las playas son el gusanito del anzuelo del turismo español y la posidonia es un elemento fundamental para evitar su regresión.
«Las praderas de Posidonia hay que cuidarlas. No ya por razones medioambientales, sino, incluso, por razones económicas»
Aquí la intervención humana en la costa ha sido muy importante. En el caso concreto de las playas, y sólo en las últimas décadas, hemos visto como Benidorm amplió de forma muy importante la zona de Poniente y Altea creó una nueva playa donde no la había. Eso, a la larga, ¿qué implica?
Los cambios climáticos han sido continuos. Ahora nos llevamos las manos a la cabeza, pero hubo un periodo relativamente reciente en la historia humana, entre 1000 y 1200, que fue muy cálido. Fue cuando Erik ‘El Rojo’ conquista Groenlandia. ¿Por qué lo hace? Si vas hoy en día allí, no es un sitio para ser conquistado. El propio nombre que le da ya nos da una pista: le pone ese nombre porque era verde. Allí cultivaban vides… vete ahora allí a cultivar uvas.
Quiero decir que en esos años el clima terrestre, sin contaminación de CO2 ni otras puñetas, era bastante más cálido que el actual. Es precisamente en esa época cuando se construyen las grandes catedrales y eso es porque en los periodos cálidos la agricultura funciona mejor.
«Hay un problema gravísimo que nadie afronta y que es el crecimiento salvaje de la población»
Y, sin embargo, el actual cambio climático parece ser una amenaza también para la agricultura.
Es todo lo contrario. Cuando se produjo la pequeña edad de hielo en Europa es cuando aparecieron las grandes pestes en el continente.
Sé que usted es un científico y una persona seria y, por ello, sé que no es un negacionista…
¿Que el planeta se está calentando? Yo no lo niego. No lo hago porque lo ha habido en otros momentos de la Historia. Lo hubo en la Edad Medieval, pero también hubo uno en el periodo romano y otro durante el periodo egipcio. No son más que épocas.
En cualquier caso, los periodos cálidos no suelen ir asociados a grandes dramas. Los periodos fríos sí, porque la agricultura se va al garete, aparecen enfermedades más frecuentes…
«¿Que el planeta se está calentando? Yo no lo niego. No lo hago porque lo ha habido en otros momentos de la Historia»
¿Y qué implica todo eso?
Hay cambios climáticos continuos y esos cambios climáticos implican cambios en el nivel del mar. Eso ha ocurrido siempre. Hace exactamente 80 millones de años la costa estaba en Madrid. En Madrid tenían playa (ríe) y aquí estábamos a unos 1.200 metros de profundidad.
Así pues, pensemos en nuestras playas como un sistema complejo. Cuando varía el nivel del mar, todo ese sistema se desplaza horizontalmente, pero si tienes paseos marítimos… ¡no se pueden mover!
Esos cambios a los que se refiere han sido brutales, incluso, existiendo ya el ser humano.
Hace 18.000 años, es decir, estando ya la Tierra colonizada por el Homo Sapiens, llegamos al mínimo glacial. La profundidad entonces era de unos 120 o 130 metros por debajo del actual y la costa estaba a unos 30 o 40 kilómetros de la actual línea de playa.
Lo que quiero decir es que hay un problema grave con la amplitud de las playas ya que no las estamos permitiendo migrar.
Sé que es usted geólogo y sus tiempos son muy distintos, pero permítame ser muy cortoplacista. ¿Qué debemos hacer ante la actual situación en la que cada temporal se lleva por delante paseos marítimos y zonas urbanizadas muy cerca del litoral?
(Piensa) Vivir, para cualquier ser vivo, es un riesgo. A veces, nos venden la película de la seguridad y eso no tiene sentido a ningún nivel. Hace 66 millones de años cayó el meteorito de México. Los riesgos de que caiga otro existe porque la trayectoria de la Tierra se acerca cada vez más a una zona, entre Marte y Júpiter, que es muy rica en asteroides.
Cada 22 millones de años la Tierra pasa por ahí y, por lo tanto, la probabilidad aumenta. Eso ocurre, insisto, cada 22 millones de años. El impacto grande fue hace 66, pero hace 44 hubo otro, hace 22 hubo otro… haz la resta. Estamos en ello.
«Hay cambios climáticos continuos y eso implica cambios en el nivel del mar»
Están empezando a darme igual los paseos marítimos.
(Ríe) La vida es riesgo y cualquier ser vivo ha tenido sus momentos de pánico. Es algo natural.
Antes ha dicho que los periodos cálidos son de bonanza por los efectos positivos que tienen en la agricultura. Sin embargo, hoy en día existe el problema de la superpoblación del planeta. ¿Se agotan los recursos? ¿Nos enfrentamos a un periodo cálido que igual no traiga tanta bonanza?
Hay un problema gravísimo que nadie afronta y que es, como has apuntado, el crecimiento salvaje de la población. Eso implica un consumo de recursos como nunca hemos visto. Además, somos una población que no se conforma, es decir, el consumismo no es consumir lo necesario, sino consumir lo trivial.
Eso está tirando de reservas. Si Putin invade Ucrania es, entre otros motivos, por el litio, que es fundamental para los coches eléctricos del futuro. Así pues, efectivamente, estamos tirando de los recursos y pensando a corto plazo. Eso es un problema.
Eso, por no hablar del propio impacto que sobre el planeta tiene la presencia humana.
La gente habla de recursos, pero el crecimiento de la población implica una multiplicación de los impactos. Estás produciendo basura en cantidades jamás vistas. Y hablo, esta vez sí, de hace muy poco tiempo porque el crecimiento es exponencial. Es un toro que nadie coge por los cuernos preguntándose qué capacidad tiene el planeta.
«Cada 22 millones de años la Tierra pasa por una zona rica en asteroides. El impacto grande fue hace 66, pero hace 44 hubo otro, hace 22 hubo otro… haz la resta»
Volvemos al ejemplo que ha expuesto muy gráficamente: la cuenta corriente.
Así es. Uno se tiene que preguntar qué recursos tiene. Es un cálculo que se hace en dos minutos. Y en base a la respuesta, plantearse si puede o no hacer frente a la situación. Evidentemente, nos enfrentamos a una situación sin precedentes tanto en términos de los recursos que consumimos como en el impacto que producimos.
¿Tenemos capacidad de adaptación?
Como seres vivos, estamos aquí, precisamente, por un fenómeno que se llama adaptación. Cuando dicen que hay que acabar con el cambio climático, yo les pregunto si es que están locos. ¿Cómo van a acabar con algo que tiene, fundamentalmente, un origen astronómico? Eso es algo que los geólogos sabemos de sobra. No debemos luchar contra él, sino adaptarnos. Esa es la palabra clave.