Valencia fue tendencia musical en la década de los años 80. En ninguna otra discoteca del país se pinchaba un estilo tan propio y diferenciado, como el que sonaba en las pistas de las salas de los alrededores de la ciudad. Era la movida valenciana.
La curiosidad artística propia de los valencianos propició que DJs de multitud de salas comenzaran a investigar, viajar por Europa y añadir su sello propio para convertir unas discotecas, que pronto fueron referentes musicales de tecno y electrónica en España, en un lugar de peregrinación para parroquianos y forasteros.
‘Ruta destroy’
Acudían en tromba en sesiones de fin de semana que comenzaban los viernes y finalizaban al alba del lunes, de local en local, en lo que luego se bautizó en el mejor de los casos como ‘ruta destroy’ y, quizá con menor fortuna, como ‘la ruta del bakalao’.
Horarios de apertura y cierre laxos, periodo de transición democrática que alcanzaba su adolescencia, estéticas personalísimas y un despertar económico, levantaron una serie de discotecas que durante años fueron buques insignia, y de las que hoy no queda en la mayoría de los casos más que tristes recuerdos bajo la forma de arquitectura abandonada.
Los logotipos de cada una de estas discotecas aún son hoy perfectamente reconocibles
Música tecno en Chocolate
En Les Palmeres, una pedanía de la localidad Valenciana de Sueca, se alzaba un antiguo secadero y almacén de arroz que, en la década de los 80, pasaría a convertirse en una de las salas donde sonaría el tecno con visos siniestros de la época: Chocolate. Esta sala, junto con el Templo (Cullera), sería la de mayor impacto musical más al sur de la ciudad de Valencia. Quizá por esta situación geográfica, rodeada de arrozales entre el Perelló y Sueca, a Chocolate acudían sobre todo las gentes del lugar.
Tras el furor de la movida valenciana trató de mantenerse a flote, pero los distintos golpes de la crisis acabaron con ella. Hoy permanece la estructura de la discoteca, abandonada, llena de grafitis y con sus palmeras conservando el recuerdo de sus míticas sesiones de antaño.
La nueva Barraca
Desde Sueca hasta el Perelló, una vez se deja atrás Chocolate, se alcanza la rotonda donde hoy sigue en pie, para alegría de sus asistentes, la actualizada y renovada Barraca. Igual que hubo ‘chocolateros’ también había y hay ‘barraqueros’, mítica discoteca que ya ha superado el medio siglo de vida para orgullo de los valencianos.
La curiosidad de este reportaje nos lleva también a la pequeña Villa Adelina, pequeña casita adherida a Barraca que servía de ‘preámbulo’ y cuya estética sí merece nuestro alto en el camino. Enrejada y con algunas pintadas, la legendaria Villa Adelina, ella sí, agoniza como otro testigo mudo de la movida valenciana.
La música tecno y electrónica de Valencia capital encontró su reducto en ACTV
Puzzle, ‘Cala’, Heaven y Salitre
A escasos metros de Barraca, una vez se coge la carretera en dirección a El Perelló, languidece Puzzle. Quizá una de las más ‘comerciales’ de esta ruta, entristece ver al mastodonte en que se convirtió debido a su gran éxito, y que hoy es una suerte de rey caído. Este ‘gato pardo’ de El Perelló, en cuya lateral reza ‘super club’, aparece hoy perforado como un queso de gruyer y flanqueado de matojos y pintadas. Sorprende a estas alturas que conserve intacta la mayor parte de su acristalada fachada.
El disco-pub Calavera, más conocido por los vecinos de la pedanía de El Perelló como ‘Cala’, formaba bisagra entre Puzzle y Heaven, otra de las discotecas que ha quedado en el olvido. Rebautizada en diversas ocasiones en varios intentos de reflote, la antigua Heaven hoy ha quedado en arquitectura muerta que al menos se ha librado de pintadas. Sus alargadas paredes blancas parecen esperar un nuevo ‘novio’ que la ponga en marcha.
No es así el caso de Salitre, quizá la veterana del lugar, anterior incluso a la vanguardia ochentera, que continúa en el abandono década tras década, resistiéndose a autoinmolar su cabina elevada y su cableado visible, combinados en una flora que casi la termina por devorar.
Spook se mantiene firme
Casi llegando a Valencia, en Pinedo, continúa la entonces legendaria Spook Factory. Ahora con fórmula de multiespacio, como ella misma reza, la actual Spook no quiso doblar sus rodillas. Más allá de consideraciones musicales o económicas, la proximidad a la ciudad hace de ella el último referente de la movida valenciana, en esta ruta que se extendía desde el sur de la ciudad hasta casi Cullera.
El logotipo de Spook, un murciélago, se identificaba de lleno con la ciudad a la que daba entrada: Valencia. Todas las discotecas de la ‘ruta destroy’ poseían, además, una marca perfectamente identificable que ha quedado en el imaginario colectivo de toda una generación, que ahora tiene entre 40 y 50 años: el soldadito rodante, la barraca, el niño con mono, el murciélago, el rostro radiactivo, la espiral…
En la ruta de interior las sesiones empezaban en Espiral y terminaban en el Límite Local
ACTV, Espiral, NOD, Límite Local
No queremos terminar este reportaje de la arquitectura muda sin acordarnos de otras discotecas que formaron parte de la movida. En Valencia capital ACTV, en el paseo Eugenia Viñes, marcó tendencia por sus sesiones de domingo y por su apuesta estética. Fue un ‘rara avis’ de tecno y electrónica en el ‘Cap I Casal’.
Aunque hacia el norte, dirección Sagunto, hubo varias discotecas, su funcionamiento exclusivamente estival nos obligan a dirigir nuestra atención hacia la comarca del Camp del Turia. Allí se extendieron tres grandes discotecas que igualaron en estilo a las antes mencionadas del sur de Valencia.
Espiral, en L’Eliana, ha desaparecido por completo. Primero sustituida por un restaurante mexicano y luego por un concesionario, ni rastro queda de la que para muchos fue la mejor discoteca de los 80’ en Valencia con temas tan legendarios y propios como ‘Dune’.
Si Barraca tenía su Villa Adelina, Espiral tenía su ‘Dori’, bar situado justo en la calle de enfrente, al que los ‘espiraleros’ acudían antes de las míticas sesiones. Ya en los 90 entraría con fuerza en La Pobla de Vallbona, luego rebautizada como Evento.
Pero la movida de los 80’ nos ha de llevar a NOD, discoteca de Ribarroja. También conocida como Don Julio, muchos jóvenes de la época doblaban la sesión de Espiral del sábado con la de esta discoteca a las faldas del Turia los domingos, cuya estructura aún sigue en pie y es contemplada por sus vecinos cada vez que cruzan el río. Los más audaces, además, prolongaban el fin de semana yendo hasta Pedralba para rematar con las sesiones de Límite Local, ya en la comarca de los Serranos.