Si escuchamos las palabras “villa marinera” a todos se nos viene rápidamente Santa Pola a la cabeza. La localidad se ganó este adjetivo hace muchos siglos, pues ya incluso en la época romana era un importante puerto pesquero y comercial para la zona. Sin embargo, la consideración de ‘villa’ le costó bastante más tiempo conseguirla.
Este año se cumple precisamente el 145 aniversario desde que Santa Pola recibiera este honor. A diferencia de otras localidades cercanas, en nuestro caso la declaración de villa no se limitó a un papel remitido desde Madrid al Ayuntamiento, sino que fue el propio Rey de España quien acudió al municipio para proclamarlo como tal. Una historia que merece la pena recordar.
Municipio pero no villa
Después de algunos vaivenes, Santa Pola alcanzó su independencia definitiva de Elche en 1835. Así pues en la década de 1870 nuestro municipio ya estaba bastante consolidado pero aún sufría un hándicap respecto a poblaciones de su entorno como la propia Elche, Alicante o Guardamar. No poesía el título de ‘villa’.
Antiguamente esta consideración gozaba de gran importancia, pues si un monarca entregaba dicho privilegio a una localidad solía significar cierta autonomía para aplicar sus propias reglas y administrar justicia. Ya a finales del siglo XIX esto no sucedía tan así, pero aún era sinónimo de prestigio para un municipio. Por así decirlo, suponía como una especie de simbólico ascenso a una división mejor.
Alfonso XII realizó una visita promocional por el Mediterráneo español tras ganar la Tercera Guerra Carlista
Panorama sociopolítico de España
Coincidió entonces que a principios de 1877 el rey Alfonso XII quiso organizar una gira real por la franja mediterránea de España. El objetivo principal del monarca no era sino consolidar su imagen en esta zona, donde pocos años atrás se habían producido fuertes movimientos republicanos y cantonalistas.
Desde su ascenso al trono en 1874, que puso fin a la Primera República Española, el joven rey apenas había podido permitirse este tipo de viajes reales de autobombo dado que el país estaba inmerso en la Tercera Guerra Carlista.
Dicho conflicto culminó en 1876 con victoria del Gobierno del Reino de España, por lo que la situación sociopolítica era muy propicia para que Alfonso XII pudiera darse baños de multitudes en honor a la victoria y a la paz.
Los pescadores santapoleros recibieron al monarca rodeando su fragata y portando palmas
El gran viaje
La comitiva real partió de Madrid el 21 de febrero tomando el ferrocarril dirección Albacete. Tras una visita a la ciudad manchega prosiguieron hasta Murcia y después a Cartagena, donde embarcaron en la fragata Vitoria para navegar hasta Alicante, Valencia, Tarragona y Barcelona. Desde Cataluña pusieron rumbo a Baleares.
Se encontraba Su Majestad en Palma de Mallorca el 14 de marzo cuando hacia la medianoche embarcó de nuevo en la Vitoria. La idea original era dirigirse hacia Andalucía, pero a mitad de camino los numerosos buques de guerra que escoltaban a la fragata real aprovecharon su paso por alta mar para realizar un simulacro de una batalla naval.
Todos los tripulantes tomaron posiciones de ataque dentro de sus respectivos barcos y se dispararon los cañones (evidentemente hacia el mar). Este simulado zafarrancho de combate se prolongó a lo largo de todo el día 15 y dejó bastante agotados a los marineros, por lo que se decidió realizar una improvisada parada de descanso en tierras alicantinas.
El cronista real quedó impresionado de las capacidades del puerto de Santa Pola
El desembarco del rey
Hacia las dos y media de la tarde del 16 de marzo de 1877 la Vitoria aparecía junto a la isla de Tabarca. A pesar de lo imprevisto de la visita, algunos pescadores santapoleros organizaron un bonito recibimiento al rey rodeando la fragata con sus pequeñas embarcaciones e izando ramas de palmas. “La idea era felicísima y su efecto, tan pintoresco y poético, a todos nos ha impresionado” escribió el cronista real.
Era la primera vez que un jefe de estado visitaba Santa Pola desde su independencia oficial, por lo que había ambiente en el municipio de estar viviéndose uno de los acontecimientos más importantes de su historia. Acudió una multitud comandada por el gobernador militar, el alcalde, el juez y el cura del pueblo a recibir al rey en su desembarco.
Alfonso XII fue llevado al Castillo donde un grupo de muchachas santapoleras, todas portando palmas, le rindió un homenaje. Fue entonces cuando el monarca accedió a otorgar a Santa Pola el título de villa. Así nació oficialmente la ‘villa marinera’.
Más reivindicaciones
Más allá de esta honorífica consecución, las autoridades municipales aprovecharon la presencia del rey y del Ministro de Marina para exponerles algunas reivindicaciones más prácticas para el pueblo.
En concreto pidieron que se subiera el estatus de la aduana del puerto a segunda clase, para así poder cobrar mayores impuestos a las mercancías extranjeras. También inversión para reformar la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción.
Por lo que dicen las crónicas, Alfonso XII quedó bastante impresionado en su fugaz visita de las capacidades portuarias de la localidad. “La rada de Santa Pola, aunque muy abierta, es la mejor de esta provincia. Con todos los vientos pueden entrar los buques en ella y como su fondo es de alga, se suaviza mucho la mar en su extenso abrigo. Con todas estas salidas naturales, y siendo la obligada salida de las producciones de Elche y Orihuela, es un puerto de porvenir” escribió su cronista.